IMÁGENES MARIANAS DE GLORIA EN LA CAPITAL HISPALENSE (V)

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Inmaculada Concepción (Iglesia de San Buenaventura): La imagen, conocida desde tiempos antiguos por el sobrenombre de La Sevillana, preside el retablo mayor del Convento de San Buenaventura. Se trata de una talla de candelero fechable en el primer cuarto del siglo XVII, cuyos rasgos estilísticos, próximos a los de la Virgen de la Encarnación que recibe culto en la Iglesia de los Terceros, han llevado a relacionarla con el quehacer de un seguidor del estilo escultórico de Juan Martínez Montañés o de su discípulo Juan de Mesa y Velasco. La efigie fue reformada en el siglo XVIII para aplicarle nueva policromía y reemplazarle los primitivos ojos de talla por los actuales de cristal. A finales de los años 70 del pasado siglo sufrió una inadecuada restauración por parte de Francisco Peláez del Espino, quien le acopló un candelero metálico y recubrió la talla con una gruesa capa de gomaespuma, tela y cinta adhesiva. Por último, fue intervenida en el año 2003 por Juan Manuel Miñarro, quien eliminó los añadidos de la restauración anterior, hizo nuevo candelero en madera, eliminó repintes, estableció un nuevo sistema de articulaciones en los brazos y limpió la policromía (1).

 

 

Virgen de la Merced (Capilla del Museo): La escultura se conserva en la Capilla de la Hermandad del Museo, antigua iglesia del convento que la Orden de Mercedarios Calzados poseía en Sevilla, para cuya presidencia del coro fue en principio gubiada. El encargo de la Virgen se llevó a cabo en torno al año 1735 por el maestro imaginero José Montes de Oca, quien la esculpió en madera de cedro y la concibió sedente sobre un trono, con la mirada baja y severa, un escabel de ángeles en su parte inferior, la mano izquierda portando el Libro de las Horas y la derecha dirigida hacia el pecho. Originalmente, se orlaba con corona real y portaba un rosario sobre el busto. La iconografía responde a la visión de San Pedro Nolasco, que al llegar tarde un día a los rezos en honor de María, junto con los demás religiosos del convento de Barcelona, se encontraron con que sus puestos habían sido ocupados por ángeles y en la silla del superior la propia Virgen se hallaba dirigiendo los rezos, de ahí la costumbre de que los coros mercedarios sean presididos por una imagen de la Virgen de la Merced.

 

 

Virgen de la Sede (Santa Iglesia Catedral): El templo metropolitano de la ciudad se halla consagrado a esta escultura de la Virgen con el Niño, obra anónima vasco-navarra fechable en la segunda mitad del siglo XIII. La imagen, sedente sobre un sitial, acusa la actitud de marcado frontalismo tan propia de la época. Los ojos y las pestañas son pintados en la madera, la boca se halla cerrada y la mano derecha aparece extendida, portando al Divino Infante, mientras que la izquierda, semicerrada, sostiene un cetro en alusión a la Realeza de María. La efigie es de talla completa, con la túnica y el manto esculpidos en la madera y recubiertos con planchas de plata repujada a excepción de las cabezas, manos y pies del pequeño Jesús, recurso también muy utilizado durante dicho periodo como exorno y protección del material original de la obra. La Señora ciñe sus sienes con corona de tipo mural, cincelada en plata y pedrería.

 

 

Virgen de la Rábida (Iglesia de Santa Cruz): Se trata de una reproducción del icono mariano venerado en el monasterio de Palos de la Frontera, labrada por el imaginero carmonense Francisco Buiza para una hermandad filial de la matriz palerma que finalmente no llegó a buen puerto (2). La imagen, labrada en alabastro al igual que el original gótico, se corresponde con el estilo franco-catalán que se extendió por Europa entre los años 1335 y 1350. Mide 57 cm y se nos muestra de pie y vestida con túnica larga y ribeteada, de amplio cuello que alcanza hasta los hombros. Su rostro es alargado y se enmarca por el cabello peinado al agua. La nariz es fina y delicada, y la entrañable sonrisa, junto con la forma de ladear la cadera derecha para sostener al Divino Infante sobre su brazo izquierdo, son rasgos propios del estilo escultórico en el que se enmarca. María porta una granada en su mano derecha, mientras que el Niño, ataviado con túnica ceñida a la cintura por un cíngulo, lleva la bola del mundo en la siniestra, bendiciendo con la diestra.

 

 

Virgen de Guadalupe (Iglesia de la Misericordia): Otra reproducción de una devota imagen foránea, en este caso Patrona de la villa jiennense de Úbeda y conocida antaño como Virgen del Gavellar por haberse aparecido junto a una gavilla en el lugar donde se alza actualmente su santuario. Fue realizada por el imaginero Ramón Cuadra Moreno en 1969, con destino a la hermandad de gloria fundada el citado año por ciudadanos ubetenses residentes en Sevilla en honor de la popular advocación. También existe otra reproducción idéntica y labrada por el mismo autor en la ciudad de Barcelona. Al igual que el original, bastante parecido a la Patrona de Extremadura, es una talla en madera policromada sedente de María con el Niño, revestida con tejidos naturales ricamente bordados en oro. El Divino Infante reposa sobre el brazo derecho de la Madre. Por su parte, la Virgen, tocada con rostrillo, corona y espléndida ráfaga, lleva larga peluca de pelo natural y sostiene el cetro y el santo rosario en su mano derecha (3).


BIBLIOGRAFÍA

(1) Nuestro agradecimiento a Juan Manuel Miñarro por los datos facilitados para la realización de este dossier.

(2) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel. Santa María de la Rabida en Arte en las Hermandades de Sevilla, Obra Cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, Sevilla, 1986.

(3) Nuestro agradecimiento a Javier Martínez López por los datos facilitados para la realización de este dossier.

 

Cuarta Entrega  en este

 

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