BLU DI GENOVA

Marzia Cataldi Gallo y Giulio Sommariva


 

El éxito de la exposición Blu di Genova. Una Passione in 14 teli dipinti del XVI secolo (Azul de Génova. Una Pasión en 14 lienzos pintados en el siglo XVI), la ha convertido en muestra permanente del Museo Diocesano de Génova, ubicado en el Claustro de Canónigos de San Lorenzo.

Según los organizadores del evento, el propósito de su visita, que incluye la de todas las salas del museo, consiste en una meditación tranquila y profunda del espectador sobre la Pasión de Cristo a través de catorce telas con el color azul como base de su ejecución. La mayoría de ellas muestran una gran calidad y una abigarrada composición centrada tanto en el cariz humano como divino de Jesús.

 
 
 

Para el pintor abstracto Vassily Kandinsky el color azul representa el deseo de los humanos de acercarse a su más íntima naturaleza, un color que atrae a los hombres hacia el infinito y despierta en ellos un anhelo de pureza y una sed por lo sobrenatural.

La fascinación por el azul en Europa no tiene raíces muy antiguas, pero sí adquiere un papel de prestigio a partir del siglo XII. Fue el color preferido de la corte francesa y la Iglesia lo tomó como símbolo de pureza y luego como color de la Virgen.

 
 
 

 
 
 

Los pintores siempre se han sentido atraídos por el color azul. Es el caso de artífices de la escuela veneciana del renacimiento como Antonio Vivarini, Giovanni Bellini o Vittore Carpaccio. En esa época eran frecuentes los lienzos pintados en azul monocromo, interpretados como elementos de un aparato efímero, no lejos de los dibujos de papel. Estaban a medio camino entre el arte y la devoción popular.

 
 
 

 
 
 

A pesar de la oscuridad que aún rodea a los orígenes del ciclo de obras que nos ocupa, vinculado a la Abadía de San Nicolás del Parque Val Polcevera, todo apunta a que fue realizado durante varias épocas por parte de prestigiosos talleres de Génova.

Entre los lienzos podemos distinguir tres grupos: el primero se compone de los siete más grandes que recogen escenas de la Pasión de Cristo, realizados en las primeras décadas del XVI por pintores inspirados en los grabados de Alberto Durero.

 
 
 

 
 
 

Los pequeños lienzos de tema pasionista datan de finales de la primera década del XVI. Dos de ellos ("El Escarnio" y el "Enterramiento") se deben a una personalidad más madura e influenciada por el nuevo estilo romano, difundido en la ciudad de Génova por artistas como Giulio Romano y Perin del Vaga. 

El resto de las telas (dos "Ángeles turiferarios", "Monjes en oración" y el "Santo Rostro") corresponden a una época más avanzada, llevada a cabo entre los siglos XVII y XVIII. Actualmente, los paños están siendo sometidos a unos análisis para identificar la naturaleza exacta de la fibra y el colorante.

 
 
 

 
 
 

Desde las primeras décadas del quinientos hasta finales del siglo, uno de los colorantes más usados para obtener el azul era el guado, extraído de las plantas de Isatis, que o bien eran importadas desde África o cultivadas en la propia Italia. También era muy utilizado otro tinte llamado índigo (añil), documentado en Génova desde el año 1140 y apreciado también por sus facultades terapéuticas, pues se trata de un potente antiinflamatorio. A partir de la segunda mitad del siglo XVI el uso del índigo se extendió por toda Europa gracias a las mayores relaciones comerciales establecidas con Oriente Medio, en las que Génova jugó un papel protagonista.

 
 
 

 
 
 

A estos lienzos con pinturas representativos de la Pasión de Jesús se les puede considerar plenamente como ilustres antepasados de los modernos "jeans" o pantalones tejanos, ya que el índigo se convirtió en el teñido característico del "denim".

Estas obras sirvieron a la Iglesia como eficaces herramientas educativas para los fieles, ya que eran expuestas en Semana Santa (normalmente, el Jueves Santo) para inducirlos a meditar sobre los dramáticos episodios representados. 

 
 
 

 
 
 

La abadía que las conserva se halla situada al margen del río Polcevera, en un área originalmente ocupada por una capilla construida por mandato de Magnano Grimaldi (1311). Confiada a los benedictinos desde el año 1410, fue muy modificada por la construcción de una iglesia y un monasterio para los frailes.

La magnífica arquitectura que enmarca varias de las escenas pintadas, en especial las de los dos lienzos pasionistas más grandes que podemos ver en las primeras fotografías del dossier, hace pensar que se utilizaron para reconstruir un edificio real que se redujo a la escala de las paredes de la capilla.

 
 
 

 
 
 

En fecha indeterminada, estos lienzos pasaron a ser propiedad particular, probablemente con motivo del saqueo austríaco que sufrió la abadía en el año 1747 o por la marcha de los benedictinos como consecuencia de la supresión de órdenes religiosas del año 1810, lo que provocó la dispersión del patrimonio artístico atesorado en la abadía. En el año 2001, tras ser expuestos en varias muestras a lo largo de los siglos XIX y XX, fueron adquiridos por las autoridades responsables del patrimonio artístico de Liguria.

 

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