CUERPO Y ALMA: ESCULTURA RENACENTISTA ITALIANA DE DONATELLO A MIGUEL ÁNGEL

22/10/2020


 

 
 

Cristo atado a la columna (Cristoforo Solari, hacia 1510-1520, Catedral de Milán)

 

Presentación

La exposición Cuerpo y alma: escultura renacentista italiana de Donatello a Miguel Ángel (Le Corps et l'Âme. De Donatello à Michel-Ange Sculptures italiennes de la Renaissance), organizada por el Museo del Louvre de París y el Castello Sforzesco de Milán, reúne más de 150 obras de arte para explicar al público, sobre todo a través de la escultura, las principales características del nuevo estilo artístico que se extendió por toda Italia en la segunda mitad del Quattrocento (siglo XV), culminando a principios del XVI en lo que el historiador del arte contemporáneo Giorgio Vasari describió como "estilo moderno", la cima del arte italiano.

Los artistas buscaron formas innovadoras de representar los movimientos del cuerpo humano. Este deseo de expresar acción y emoción subyace en el trabajo de los más grandes escultores de la época, caso de Donatello y Miguel Ángel, dos de los artistas más famosos de historia. A finales del siglo XV, Miguel Ángel había logrado un magistral dominio de las formas que se refleja, por ejemplo, en los "Esclavos" del Louvre.

La variedad de obras expuestas en esta exposición ilustra el gran alcance creativo del Renacimiento, representado por numerosos artistas destacados como Antonio Pollaiolo, Tullio Lombardo, Andrea Riccio o Agostino Busti (conocido como Bambaia), que trabajaron sobre todo en Toscana, Lombardía y Venecia, pero también en las cortes de Urbino, Ferrara y Mantua.

Cuerpo y alma: escultura renacentista italiana de Donatello a Miguel Ángel continúa "La primavera del Renacimiento. La escultura y las artes en Florencia, 1400-1460" ("Le printemps de la Renaissance. La sculpture et les arts à Florence, 1400-1460"), una exposición celebrada en 2013 en el Palacio Strozzi (Florencia) y en el Louvre, que se centró en el nacimiento del arte renacentista en la ciudad de Florencia durante la primera mitad del Quattrocento, a partir de la obra de Donatello, Lorenzo Ghiberti y Luca della Robbia.

La exposición, comisariada por Marc Bormand (jefe de conservación del patrimonio en el departamento de esculturas del Louvre), Beatrice Paolozzi Strozzi (directora del Museo Bargello de Florencia) y Francesca Tasso (jefa de conservación de las colecciones del Castillo Sforzesco), se puede visitar en el Hall Napoleón del Louvre desde hoy, 22 de octubre, hasta el 18 de enero de 2021, en horario de 09:00 a 18:00 horas (excepto martes).

 

 
 

Baco y Ariadna (Tullio Lombardo, hacia 1505-1510, Kunsthistorisches Museum de Viena)

 

El furor y la gracia

La primera sección de la muestra presenta obras de escultores como Antonio Pollaiolo, Francesco di Giorgio Martini y Bertoldo di Giovanni: composiciones complejas inspiradas en los modelos clásicos, con potentes figuras masculinas representadas en escorzo que transmiten una sensación tanto de fuerza física como de tensión emocional. Estos caracteres contrastan con los elegantes vestidos drapeados que llevan las figuras, en su mayoría femeninas, con las que los artistas expresaron la armonía y el encanto de las formas humanas, culminando en gráciles representaciones de desnudos.

 

 
 

Lamentación sobre Cristo muerto (Giovanni Angelo Del Maino, hacia 1515-1520, Santa Marta de Bellano)
Foto: Luciano Pedicini

 

Conmover y convencer

La segunda sección explica cómo las obras religiosas fueron diseñadas para conmover e inspirar a los espectadores. A partir de los dictados de las creaciones realizadas por Donatello en torno a 1450, los escultores buscan nuevas fórmulas para representar sentimientos y emociones, los cuales toman un lugar decisivo en el corazón de las prácticas artísticas. Entre los años 1450 y 1520, en el norte de Italia, se desarrolló un verdadero teatro de sentimientos, escenas creadas con gran intensidad emocional, particularmente grupos que representan la lamentación o el llanto sobre Cristo muerto, como los de Guido Mazzoni y Giovanni Angelo del Maino. Esta búsqueda de patetismo religioso también se materializa en las conmovedoras figuras de Santa María Magdalena y San Jerónimo que florecieron en Italia durante este período.

 

 
 

Cupido (Atribuido a Miguel Ángel Buonarroti, hacia 1497, The Metropolitan Museum of Art)

 

De Dioniso a Apolo

La tercera y última sección muestra cómo los artistas se inspiran en la Antigüedad clásica -inagotable pozo de reflexión para los creadores- reinterpretando modelos clásicos como el "Niño de la espina" ("Spinario") o el grupo del "Laocoonte". Junto con los cambios introducidos en la pintura -con el "stile dolce" introducido por Perugino y el joven Rafael-, los escultores buscaron una nueva armonía, trascendiendo el naturalismo de los gestos y las emociones. Esta búsqueda de una expresión universal de belleza fue particularmente dinámica -y claramente clásica en inspiración- en Venecia y Lombardía, pero también fue considerable en la Toscana y en Roma, donde el nuevo estilo se difunde y se unifica durante los papados de Julio II y León X.

 

 
 

Esclavo moribundo (Miguel Ángel Buonarroti, 1513-1516, Louvre)
Foto: Raphaël Chipault

 

Conclusiones

El llamado "stile dolce" culmina a principios del siglo XVI con la aparición de lo "sublime", instaurando un nuevo clasicismo bajo el impulso de Rafael y Miguel Ángel.

Desde finales del Quattrocento, Miguel Ángel Buonarroti realizó a través de sus obras una síntesis formal que integraba a la vez el conocimiento científico de los cuerpos, un ideal absoluto de belleza y el deseo de ir más allá de la naturaleza a través del arte. Esta investigación le llevó a crear los "Esclavos" del Louvre para lograr la expresión de lo inefable en sus últimas obras.

La exposición extiende la noción de Renacimiento más allá de la Toscana, situándola en un contexto más amplio y complejo que el del Quattrocento temprano. Se centra en Florencia, por supuesto, con figuras clave como los mencionados Donatello y Miguel Ángel, pero también se ocupa de otros centros regionales que adoptan y readaptan las nuevas fórmulas.

Esto último se puede ver sobre todo en modelos y temas fusionados con las tradiciones locales, dando lugar a distintos estilos regionales, especialmente en Milán (con Solari y Bambaia), Venecia (con Tullio Lombardo), Bolonia (con Guido Mazzoni), Siena (con Francesco di Giorgio Martini) y Padua (con Andrea Riccio).

Otras propuestas de la exposición son el descubrimiento de artistas menos famosos y acercar al público obras de difícil acceso por su lugar de conservación (iglesias, pueblos pequeños, situación expositiva en museos).

 

 
 

La muerte (Andrea Riccio, hacia 1515, Louvre)

 

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