EL DULCE NOMBRE DE JESÚS

Sergio Cabaco y Jesús Abades. Con información de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

Con motivo de la festividad del Dulce Nombre de Jesús, hemos querido hacer una recopilación de varias representaciones plásticas cuya calidad artística nos ha parecido interesante sobre un tema que goza de extraordinario auge popular. Aunque lo normal sea que en la página las fotografías cumplan un mero papel ilustrativo, en este caso hemos querido hacer una excepción y dejar que las imágenes de tan entrañables piezas primen sobre unas escuetas líneas que sólo tienen fines orientativos para el internauta.

 

   

 

A la izquierda, magnífica pieza dieciochesca, muy característica de la célebre escuela escultórica de Nápoles. Se conserva en el Museo de Bellas Artes de la ciudad italiana.

En el centro, el popularmente conocido como Niño del Sagrario durante la Procesión del Corpus Christi de Sevilla. Labrado por Juan Martínez Montañés, aunque las manos actuales son de Pablo Legot, es obra capital en la instauración y posterior desarrollo de la iconografía en Andalucía.

A la derecha, el titular de la procesión de Los Facundillos de Granada, atribuido con serias dudas al granadino Torcuato Ruiz del Peral y fechable hacia el año 1750.

 

   

 

A la izquierda, excelente creación de Juan de Mesa inspirada directamente en el Niño del Sagrario de su maestro Martínez Montañés, anteriormente descrito. Actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Córdoba. Mide 63 cm de altura y fue realizado entre los años 1610 y 1625, reemplazando el discípulo la clásica dulzura montañesina por una mayor fuerza expresiva, propia del barroco.

En el centro, estatuilla rococó de la Escuela de Quito (Ecuador), perteneciente hoy en día al Museo Fernández Blanco de Buenos Aires (Argentina). Muestra los cabellos dorados con purpurina y el índice de la mano derecha curiosamente sostenido por los dedos de la izquierda.

A la derecha, soberbia pieza de joyería fechada en los comienzos del XVII y labrada con oro, diamantes (frente y peana) y un rubí (bola del mundo). Mide sólo 4,4 cm y se halla en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

 

   

 

A la izquierda, imagen que se custodia en la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán de Santa Cruz de la Palma. Se muestra de pie, con la mano derecha alzada en el gesto sacramental de la bendición, mientras con la izquierda sostiene una larga cruz de plata que usaba una anterior escultura. Se desconoce si esta talla era similar a dicha antigua talla, aunque parece que no debía distanciarse demasiado de la actual. Fernández García la atribuye al escultor e imaginero orotavense Fernando Estévez del Sacramento (1788-1854).

En el centro, talla realizada por el imaginero cordobés Miguel Ángel González Jurado en 1992 para la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de Motril. Labrada en madera de cedro, se trata de una pieza anatomizada de 85 cm de altura, con un cojín estofado en oro, a modo de peana, de 10 cm. Procesiona en la mañana del Domingo de Resurreción en una procesión infantil, declarada de Interés Turístico Nacional en el año 2003

También en Santa Cruz de la Palma se conserva otro bello exponente de esta iconografía. Venerado en el baptisterio del Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, se alza sobre la pila bautismal y se presenta de pie, desnudo, con la mano derecha bendiciendo y la izquierda sujetando el cayado crucífero de plata. Sobre su delicada cabeza lleva corona imperial, también de plata en su color. Según Hernández Correa, se trata de una talla barroca que alude a una vieja concepción, tempranamente dogmatizada por el cristianismo histórico, según la cual a través de la purificación de las aguas bautismales el hombre comienza a formar parte del rebaño pastoreado por Jesucristo, a quien guía un único destino: la acción salvadora de la cruz.

 

   

 

A la izquierda, el dieciochesco Niño Jesús de Osuna (Sevilla) durante la procesión que efectúa bajo templete. Sostiene en su mano izquierda la bola del mundo coronada por una cruz, símbolo de la redención de Cristo sobre el orbe cristiano a través de su sacrificio.

En el centro, singular obra de finales del siglo XIX o principios del XX conservada en la localidad italiana de Montella. La imagen presenta una edad más avanzada de la habitual en este tipo de representaciones y tiene la particularidad de hallarse coronado y revestido con túnica y mantolín.

A la derecha, estatuilla del setecientos que recibe culto en el Convento de Santa Rosalía de Sevilla. Se encuentra pisando la calavera con el pie derecho -calzado con sandalia hebrea- para expresar el triunfo de la futura Resurrección de Cristo sobre la muerte.

 

   

 

A la izquierda, talla salida del obrador de Pedro Roldán, muy influida por el prototipo instaurado por Francisco Dionisio de Ribas, que se conserva en la Iglesia de San Juan de la Palma de Sevilla.

En el centro, espléndida creación del abulense Jerónimo Hernández para la popular Cofradía de la Quinta Angustia de Sevilla, heredera de los modelos manieristas italianos.

A la derecha, figura del Dulce Nombre de Jesús muy venerada en Marchena (Sevilla). Atribuida durante mucho tiempo a Juan de Oviedo El Joven, recientemente el historiador Antonio Torrejón Díaz la ha incluído dentro de la producción dieciochesca del escultor José Montes de Oca.

 

   

 

A la izquierda, figurita de carácter pasionista del siglo XVIII, perteneciente al rico patrimonio del Convento de Carmelitas de Jerez de la Frontera.

En el centro, Niño ataviado como el Buen Pastor que porta un cordero sobre sus hombros -símbolo del alma cristiana- y recibe culto, junto a la Divina Pastora, en el Convento de Capuchinos de Sevilla. Es pieza también del setecientos y se atribuye a Cristóbal Ramos.

A la derecha, creación del imaginero sevillano Fernando Murciano Abad (2005), cercana a los modelos del maestro Francisco Buiza, para una colección privada de Madrid.

 

   

 

A la izquierda, el Niño del Mayor Dolor del imaginero cordobés Francisco Romero Zafra, vestido con el hábito capuchino y realizado para una colección privada de Córdoba.

En el centro, obra ganadora de la V Bienal de Imaginería Sebastián Santos Rojas, celebrada en el año 2003 en Higuera de la Sierra (Huelva). Fue labrada por el imaginero sevillano Juan Ventura.

A la derecha, Niño de la Cañita que Miguel Ángel Valverde Jiménez, imaginero de Carmona (Sevilla), cedió en su momento para la muestra Nobiscvm Devs, celebrada en 2005 en el municipio onubense de Moguer.

 

   

 

A la izquierda, Niño Jesús Cortesano relacionado con los seguidores de Martínez Montañés. Pertenece a una colección particular de Sevilla y se halla labrado en madera con aplicaciones de plata, telas y pedrería.

En el centro, antiguo Niño de la venerada imagen de Santa María de la Victoria, Patrona de Málaga. A la talla mariana, original del siglo XV con reformas posteriores, se le atribuyen orígenes centroeuropeos.

A la derecha, Niño Jesús dormido en un trono, encantador simulacro barroco del siglo XVII que se conserva en un cenobio carmelita de Écija (Sevilla).

 

   

 

A la izquierda, obra contemporánea del imaginero hispalense Rubén Fernández Parra. Aparece en actitud de bendecir y fue realizada para una colección privada de Sevilla.

También de años recientes es la piadosa imagencita orante del centro, perteneciente al culto privado de su autor, Elías Rodríguez Picón, imaginero natural de Rociana del Condado (Huelva).

A la derecha, obra primeriza del imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte (1969), quien lo esculpió para la Hermandad de la Virgen de la Cinta, patrona de Huelva, cuyo atributo porta entre sus manos.

 

   

 

A la izquierda, magnífica muestra del arte preciosista y dinámico del escultor genovés Anton Maria Maragliano, conservado en el Museo Getty de Malibú (USA).

En el centro, el popular Niño Perdido que procesiona en la Semana Santa de la localidad malagueña de Antequera. Mide 103 cm de altura y fue labrado por un miembro del círculo escultórico de la zona, cuyas principales figuras fueron Miguel Márquez y Andrés de Carvajal.

A la derecha, cerrando el especial, una obra de Sevilla, anteriormente mencionada, que tuvo suma importancia para la evolución del tema en tierras andaluzas y en la que tuvieron participación los hermanos Felipe y Francisco Dionisio de Ribas (1644).

 

Fotografías de Manuel Lirola, José Guillermo Rodríguez Escudero, Fernando Murciano Abad, Manolo Gómez, Eduardo Sugrañes, Sergio Cabaco y otros.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com