RESTAURACIÓN DE RAFAEL DÍAZ CARO


 

 
     
     
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Introducción

La restauración e intervención ha sido sobre la talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una imagen de tamaño natural para vestir muy venerada en la localidad sevillana de Alanís, donde recibe culto en la ermita que lleva su nombre. De notable interés histórico-artístico, se atribuye a Luis Hernández (1588) y está ejecutado en madera policromada al óleo, siendo de nogal la cabeza y manos.

La talla del Nazareno alanisense ha sufrido varias e importantes intervenciones: en el año 1970 fue retocada por Andrés Álvarez Cobo, quien reemplazó la primitiva melena de pelo natural por la actual cabellera tallada, ejecutó nuevo cuerpo y desvió bastante la cabeza hacia el lado derecho, queriendo dar así una mayor movilidad a la escultura; en el año 1985 es nuevamente intervenida por Manuel Doblas, y en el año 2000 es objeto de otra restauración por parte de Miguel Ángel Marín Almellones.

 

 
     
     
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Patologías y análisis previos

La imagen presentaba marcados casi todos sus ensambles, con aperturas y alteraciones a simple vista. Los más críticos eran los que se ubican en cabeza, espalda, pies y peana; estos últimos, el punto más importante de la obra por su sentido estructural, mostraban grietas considerables de varios centímetros.

Después de un primer examen ocular se procedió a otro más exhaustivo con la realización de TAC y Rayos X. En dichos estudios aparecieron gran cantidad de clavos repartidos por todo el cuerpo, llegándose a contabilizar más de 200 elementos metálicos. También se visualizaron con claridad varias fracturas que afectaban directamente a la estructura y estabilidad de la imagen, la cual corría un grave riesgo de caída durante la procesión o cualquier tipo de traslado.

Como cita el propio Rafael Díaz Caro, "el estado de conservación de la imagen, a nivel estructural y de soporte, era muy deficiente, por lo que fue aconsejada con urgencia su restauración, ya que existía un serio peligro de que los daños fuesen irreparables".

Cabe destacar la poca estabilidad de la figura, así como las malas intervenciones efectuadas a la misma con anterioridad, las cuales han modificado y desvirtuado la originalidad inicial de la imagen, añadiendo elementos perjudiciales como clavos, nuevas policromías, etcétera.

 

 
     
     
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Tratamiento de conservación y restauración (I)

La restauración de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno se ha fundamentado en dos líneas de actuación: por un lado, la conservación, y por otro, la estructural.

El tratamiento de conservación y restauración que se ha llevado a cabo sobre la imagen ha consistido en restaurar y conservar los elementos originales (cabeza y manos), para transmitir esta obra al futuro, tal y como fue concebida originalmente, eliminando repintes y recuperando la policromía original.

 

 
 
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Tratamiento de conservación y restauración (II)

El cuerpo realizado en el año 1970 ofrecía un pésimo estado de conservación por haber sido realizado en madera de baja calidad, presentando múltiples fracturas, los clavos mencionados, inestabilidad y mal agarre a la base, por no mencionar las malas intervenciones antes citadas, así como su nulo valor artístico, tratándose de un cuerpo sin anatomizar (de maniquí). De ahí que haya sido sustituido por uno nuevo anatomizado, proporcionado, realizado en madera cedro y anclado a una nueva peana de madera de pino. Los ensambles en éste proporcionan mayor estabilidad y los materiales utilizados son de óptima calidad.

Tras un intenso estudio de la talla, el restaurador Díaz Caro ha llegado a la conclusión que podríamos encontrarnos, por la hechura de la pieza y sus caracteres formales, ante la obra inicial del entallador llerenense Luis Hernández. Una pieza única de finales del siglo XVI.

 

 
 
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Tratamiento de conservación y restauración (III)

Por último, se han eliminado hasta cinco capas de policromía del rostro, aplicadas posteriormente sobre la original, además de la suciedad que poseía la imagen, pudiéndose rescatar, después de un largo proceso de restauración, la policromía original.

La policromía encontrada en el rostro del Nazareno de Alanís ha servido para poder interpretarla en las zonas donde la misma era inexistente, así como en el nuevo cuerpo anatomizado.

 

 
     
     
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