RESTAURACIÓN DE ARTURO SERRA

Arturo Serra Gómez (22/03/2017)


 

 
     
     
Estado inicial y final

 

El pasado 19 de marzo se presentó públicamente en la iglesia de la Virgen de la Luz de Cuenca, la restauración realizada a la imagen de Jesús Nazareno del escultor valenciano José Capuz. Coincidiendo con el 75 aniversario de su llegada a Cuenca, la Hermandad de Jesús Nazareno decidió acometer una restauración en profundidad de su imagen titular. Los trabajos de restauración se han prolongado a lo largo de casi cinco intensos meses de trabajo, durante los cuales se ha podido recuperar el aspecto original de la obra ideada por Capuz en 1942.

Como es habitual en la escultura religiosa procesional, los principales deterioros que presentaba la imagen, no eran los propios del paso del tiempo, sino los provocados por las manipulaciones e intervenciones, no siempre afortunadas, realizadas sobre la obra.

 

 
     
     
Estado inicial y final

 

La principal actuación desafortunada fue en 1951, cuando los hermanos Pérez del Moral reciben el encargo de vaciar la imagen para aligerarla de peso. Para ello practicaron un corte en diagonal por la espalda de la imagen, abriéndola en dos, cosiendo posteriormente con clavos y espigas esta unión, una vez vaciada la obra.

Fue esta intervención y las consecuencias de la misma, lo que han permitido identificar los estratos originales de la obra, en el caso de la túnica, ya que como es evidente, todo resto que se conservara encima de esta intervención, no era original, sino con seguridad, al menos posterior a 1951. De esta manera las policromías marrones y granates que se desarrollaban por la túnica, encima de masillas, de dos tipos, clavos y espigas, no podían ser las originales, ya que todas estas incorporaciones se hicieron a raíz del vaciado de 1951.

Este vaciado se pudo observar por dentro al retirar un panel de contrachapado firmado en su reverso oculto por los hermanos Pérez del Moral, en mayo de 1951. El interior vaciado lo reforzaron con vendas encoladas a modo de entrapado para reforzar las uniones de los distintos ensambles de las maderas. El hecho de que aparecieran la punta de los clavos, algunos remachados por el interior vaciado, aseguraba que todos estos clavos, no habían sido utilizados por Capuz, como era de esperar, sino fueron incorporaciones posteriores.

También al observar la escultura por su interior, se pudo determinar que tampoco eran originales una serie de masillas de color amarillento, muy duras, que aparecían en muchos sitios por la superficie policromada de la imagen, tanto en la túnica como en la base, pero fue al tener la escultura en esta posición, cuando se produjo el hallazgo más significativo de todos, se pudo observar como en varias zonas semiocultas, de difícil acceso, se observaron restos muy claros de lo que era una policromía morada, distinta a la que tenía la túnica, en general más bien marrón. Se trataba de restos más antiguos y en algunas partes subyacentes a las policromías marrones. Esto que resultaba evidente y se encontraba en la propia obra, corroboraba lo que se había podido documentar en textos que hablaban sobre la obra primitiva de Capuz.

Gustavo Torner, académico de Bellas Artes, en su discurso de toma de posesión -Torner viene a sustituir, precisamente, el sillón vacante dejado por Capuz a su muerte-, rememora la impresión que le causó la primera vez que vio el Nazareno de Capuz, desfilando por las calles de Cuenca y habla de su insólita innovación, de la intensa simplificación de las formas y de su túnica gris-violeta.

También Enrique Gimeno Monrabal, autor de las nuevas andas para el Nazareno, en las cartas que se intercambia con el entonces responsable de la Hermandad, Manuel Saiz, refiriéndose al color que había de darle al fondo de los motivos ornamentales de las nuevas andas, escribe:

 

"...pero yo creo que hará mejor un color carmín que se le parezca algo a la túnica de Jesús, pero no ese morado sino uno un poco más a granate".

 

Parecía claro que ambos textos se referían más bien a los restos encontrados, que no al color marrón predominante en la obra. Comunicado el hallazgo a la Hermandad, ésta por votación en junta extraordinaria, aprobó recuperar el color original morado de la túnica de Capuz.

 

 
     
     
Estado inicial y final

 

En cuanto a las carnaciones, se encontraban en su mayor parte repintadas, o bien dicho, repolicromadas, era el caso de las manos, pies y rodillas, donde la policromía original estaba completamente oculta debajo de otra capa de color más verdosa y rugosa.

En la zona del rostro, había un gran repinte en la frente y otro en el relieve de la nariz; éste pretendía disimular las pequeñas pérdidas de policromía original, pero sin haber sido niveladas. Esto mismo ocurría en la zona desnuda de la espalda, como consecuencia de los deterioros producidos por la colocación y ajustes de la cruz.

 

 
     
     
Estado inicial y final
     
     
 
     
     
Pruebas de luz ultravioleta en la zona

 

Al observar la obra a luz ultravioleta estos repintes quedaban marcados en oscuro con mucha claridad, así como la presencia de una película de barniz, burdamente aplicado, que no se apreciaba a simple vista y que se extendía sobre toda la superficie de la túnica dejando zonas sin cubrir, incluso aportándole relieve.

También se encontraron algunas manchas de cera proveniente de cirios o velas, sobre todo en la zona de la base, además de excrementos de insectos en la superficie.

 

 
     
     
Proceso de limpieza y prueba de luz ultravioleta en la zona

 

Antes de iniciar la intervención, y como fase previa a los trabajos, se realizó una exhaustiva documentación fotográfica del estado inicial de la obra y de los detalles más destacables: pérdidas, grietas, repintes... De esta manera se dejó constancia gráfica de las necesidades de las actuaciones a realizar.

Se realizaron diferentes pruebas de solubilidad, comenzando por disoluciones de menor a mayor poder disolvente. La limpieza se llevó a cabo con hisopos de algodón y bisturí, eliminando los repintes y repolicromías, una vez verificada la presencia de policromía original subyacente mediante catas.

Asimismo, se removieron los restos de cera, de excrementos de insectos y, por supuesto, el barniz que recubría la mayor parte de la superficie de la túnica.

 

 
     
     
Prueba de luz ultravioleta
 
Proceso de limpieza

 

Tras la fase limpieza y eliminación de repintes y repolicromías, se realizó el estucado y nivelación de las pérdidas existentes, sólo en la parte correspondiente a las carnaciones, ya que eran las únicas zonas que presentaban capa de preparación, con un aparejo tradicional realizado con yeso mate aglutinado con una cola orgánica. Posteriormente, se nivelaron estas zonas hasta conseguir una superficie lisa y al nivel exacto, siempre con el más absoluto respeto a la superficie original, sin invadirla en ningún caso.

Este mismo principio de respeto se aplicó en la fase de reintegración cromática diferenciada de las lagunas o pérdidas. Para ello, se utilizaron pigmentos al barniz que aseguran la estabilidad del color y la reversibilidad del proceso, aplicados de manera distinguible, en materia y técnica, respecto a los del original. El objeto de la reintegración pictórica, es el de devolver a la obra el carácter global perdido, volver a integrar lo perdido, impidiendo que las zonas faltantes no nos dejen hacer una lectura conjunta de la obra. En la zona concreta de la túnica y, teniendo en cuenta lo dicho con anterioridad, se aplicó el nuevo color a partir de los restos encontrados, atendiendo a la particular forma de policromar de Capuz, un color nuevo, pero realizado de forma que aparentase el supuesto original ya desgastado, jugando con la transparencia del soporte.

 

 
 
Restos de la policromía original de color morado
 
 
 
 
Interior ahuecado de la efigie

 

Posteriormente, y para terminar, se aplicó una capa de protección final en toda la superficie de la escultura con barnices de resinas sintéticas en disolución, no sólo para conseguir que la obra presente un aspecto de buen acabado, sino también para dotarla de una protección frente al polvo y otros agentes externos que puedan dañarla en el futuro.

 

Nota de La Hornacina: Arturo Serra Gómez es Licenciado en Bellas Artes y Restaurador de Obras de Arte.

 

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