LA REAL CAPILLA DEL PÓPULO DE CÁDIZ

Elena González Pérez


 

 

 

El origen de la Virgen del Pópulo en la capital gaditana tiene que ver con la tradición de colocar en las puertas de las ciudades imágenes protectoras a la vista del enemigo. Esto se hizo en la Antigüedad con dioses paganos y con la llegada del cristianismo, estos objetos se transformaron en reliquias o imágenes de devoción.

En el Mandylion de Edessa podemos ver su precedente más antiguo; de trata de una reliquia del rostro de Cristo, un lienzo que llegó a manos del rey Abgar IX de Edessa, ciudad situada en la actual Siria, que lo convirtió en un palladium, objeto protector, al colocarlo en un nicho de la puerta de entrada a la ciudad.

 

 

 

En el año 1587, el licenciado Mesa, alcalde mayor de la ciudad, le encarga una pintura mariana a Antonio Franco, pintor italiano que pasaba unos días en Cádiz esperando despacho de galeones para embarcar a las tierras de ultramar. Se decidió colocar esta nueva imagen en una hornacina abierta en el lienzo de muralla sobre la puerta norte de la ciudad, también conocida como "Puerta de la Villa" o "Puerta de la Mar" por estar abierta a la bahía. Se encontraba junto a la cárcel y casas del cabildo. La citada puerta de la mar se articulaba mediante un arco apuntado de origen mudéjar y sobre él había un nicho o sitio especial para la colocación de una imagen protectora de la puerta, todo ello flanqueado por dos torreones almenados de la muralla, como se puede observar en el dibujo de Cádiz conservado en el Archivo General de Simancas con fecha del año 1513.

Según el arquitecto Javier de Navascués, hubo de existir una imagen anterior a la Virgen del Pópulo, fundamentándose en el dicho dibujo de Simancas, donde se intuye la figura de una imagen situada en la misma hornacina. Inmediatamente antes de penetrar en la muralla había un revellín, una defensa previa a la puerta, que desaparecerá cuando se desmonte en el año 1599 y el corregidor Añasco levante un pequeño templo a modo de santuario dedicado a la Virgen del Pópulo, ya muy conocida por su carácter milagroso.

 

 

Visto lo ocurrido en el asalto angloholandés del año 1596, como hemos mencionado antes se decide construir un lugar más seguro para la Virgen, será un pequeño oratorio proyectado hacia el exterior, mirando a la Corredera, e inserto en el lienzo de muralla y flanqueado por dos torres de ésta.

Dicho oratorio se correspondería con lo que es el actual presbiterio. Se levantaron sendos muros perpendiculares al de la Puerta de la Villa, a ambos lados de ésta. Este nuevo espacio a modo de corredor se cubría con una estructura de madera resuelta con un tejado. Para esta primera ampliación fue necesaria la eliminación del revellín que protegía la puerta del muro y así se abría ante la pequeña capilla un espacio abierto. En la segunda ampliación se le dotó al primitivo oratorio una planta cuadrada de 10 x 10 metros, aproximadamente. Todo este conjunto conforma lo que actualmente es la Capilla del Pópulo.

 

 

A mediados del siglo XVIII se produjo un cambio notable en el retablo mayor y en los laterales de la capilla, sustituyendo algunas pinturas por imágenes de bulto redondo, rompiendo el programa iconográfico original.

En 1851 se acometieron algunas obras de restauración y consolidación que pararon pocos meses después, incluso estuvo a punto de ser derruida. Para evitarlo, Adolfo de Castro envió un largo documento en 1866 a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a la Real Academia de la Historia de Madrid, argumentando los motivos por los que este inmueble no debía ser derribado apoyándose en su historia y objetos artísticos.

 

 

En cuanto a patrimonio mueble se refiere, destaca el retablo mayor, obra de Alejandro de Saavedra, fechado en el año 1656. Fue pensado para mostrar obras pictóricas pero a mediados del siglo XVIII sufrió una reforma en el primer cuerpo y se sustituyeron los lienzos por hornacinas con imágenes de bulto redondo, por tanto, se perdió el programa iconográfico original y se alteró la fisonomía de dicho cuerpo.

Es una obra de transición que muestra reminiscencias manieristas como la claridad en la estructura de las calles y cuerpos diferenciados, el empleo de columnas entorchadas de orden corintio compuesto con decoración de ferronerís en su tercio inferior. Sin embargo, también conviven elementos que preludian el pleno barroco como la potencia de la calle central, proyectada hacia el espectador con respecto a las calles laterales, y enmarcada en cada cuerpo con columnas salomónicas, elemento que el propio Saavedra introduce en Andalucía.

 

 

 

En total, el retablo mayor se articula mediante tres calles dispuestas en altura por banco, dos cuerpos y ático. Las calles laterales se enmarcan con columnas entorchadas mientras que la calle central es flanqueada por columnas salomónicas de pámpanos enrolados.

En el banco se representan, mediante pintura sobre tabla, las escenas del Nacimiento de la Virgen y la Presentación en el templo, contemporáneas al retablo, y en el centro se halla el Sagrario. Las hornacinas laterales del primer cuerpo albergan las imágenes de San José y San Saturio, ambas cercanas al taller del escultor genovés afincado en Cádiz, Doménico Giscardi.

 

 

 

Sobre la hornacina de la imagen de San José con el Niño hay una pintura contemporánea al retablo que parece representar a San Francisco de Paula (identificado por la inscripción latina "CHARITAS").

En la calle central nos encontramos con un manifestador neoclásico y arriba, presidiendo, la Virgen del Pópulo, pintura del siglo XIX. A los pies de la Virgen y del cuadro de la Anunciación hay dos parejas de ángeles lampareros encuadrados en la escuela sevillana de mediados del siglo XVII.

 

 

 

El segundo cuerpo se muestra tal y como fue concebido por su autor: en las calles laterales se disponen sendos lienzos de la Conversión de San Pablo y San Martín, que en la última restauración se relacionaron con el quehacer del pintor sevillano Juan González Herrera. Entre ambas destaca la Anunciación relacionada con la obra de seguidores de Zurbarán por el dibujo, tratamiento de volúmenes y color.

En el ático del retablo se representa un Calvario a partir de tres lienzos, Cristo Crucificado entre la Dolorosa y San Juan Evangelista. Y rematando todo el conjunto hay un medallón con la figuración del Padre Eterno.

 

 

 

En los muros laterales, inmediatamente anterior a la cabecera, hay dos retablos más sencillos, de un solo cuerpo y ático. Se relacionan con el retablo mayor, con lo cual cabe pensar que también son obra de Alejandro de Saavedra y, al igual que éste, en el siglo XVIII sufrieron un cambio para sustituir las pinturas por esculturas, provocado entre otros motivos, por el desarrollo de los talleres genoveses afincados en Cádiz.

El retablo del lado del Evangelio se articula a modo de arcosolio, lo preside la Virgen del Rosario de clara factura italiana, en el intradós del arco se encuentran sendas pinturas de San Lucas y San Juan. Y en el ático la Cátedra de San Pedro y sobre él, un pequeño cuadro de la Transfiguración. Se levanta sobre mesa de altar de mármol de Carrara blanco, rojo y gris, con incrustaciones de nácar en el anagrama mariano del centro.

 

 

 

Frontero a este retablo, se halla otro parejo con la imagen de San Juan Bautista Niño en el centro, relacionada con la obra del genovés Pedro Laboria y sobre éste, una pintura de Santiago en la Batalla de Clavijo.

Nuevamente en el intradós del arco, nos encontramos con pinturas de los otros dos evangelistas: San Mateo y San Marcos. En el ático del retablo se halla la pintura de San Pablo con sus atributos convencionales, la espada y el Evangelio. Sobre él, la pintura de la Resurrección de Cristo.

 

 

 

Otros elementos destacables en el templo son la Cruz de Guía perteneciente a la Hermandad del Rosario público ya citado, situada a los pies del templo, y la pintura de la Virgen de los Dolores.

 

 

 

Nota de La Hornacina: Extracto del artículo "La Devoción a la Virgen del Pópulo en Cádiz: Historia, Arte e Iconografía".

 

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