EL DERRIBO DE LA MUNDIAL EN MÁLAGA

01/04/2019


 

 
     
     
Fotografías: Anton Ozomek

 

El patrimonio artístico-histórico de Málaga ha sufrido un nuevo varapalo. Pese a las numerosas protestas ciudadanas de los últimos diez años, llegando a concentrarse varias veces centenares de personas en torno al inmueble, ayer fue demolido el edificio popularmente conocido como La Mundial, ubicado en la calle Hoyo de Esparteros, en pleno casco antiguo de Málaga. Bastaron siete horas, en un domingo y con la alevosía propia de estos casos, para echar abajo definitivamente un importante vestigio del urbanismo malagueño del siglo XIX, de los escasos que se conservaban en la ciudad. Las plataformas que luchaban por su preservación y que incluso consiguieron paralizaciones temporales del derribo, denunciaban que era objeto, desde hacía mucho tiempo, de un plan especulativo inmobiliario que perseguía el enriquecimiento de unos pocos a cambio de una importante pérdida del patrimonio malagueño. Una pérdida que, lamentablemente, se ha producido.

Este edificio de 800 m2 de superficie útil fue diseñado en el año 1894 por el famoso arquitecto malagueño Eduardo Strachan, artífice de la modernización urbanística que Málaga vivió entre finales del siglo XIX y principios del XX. De hecho, Strachan proyectó el popular entorno de la calle Larios y sus alrededores. La Mundial fue construida en una de las zonas malagueñas más caras y céntricas a finales del siglo XIX, como residencia urbana de los Condes de Benahavís, de ahí que también fuese llamado Palacio Strachan o de Benahavís, empleando para ello los mejores y más nobles materiales de la época, pese a que para fundamentar su derribo se mintiera alegando ruina y pobreza de materiales. Durante casi diez años este palacete fue, además, la sede del Gobierno Civil, la más alta institución del Estado en Málaga. Fue a finales del siglo XX cuando se convirtió en pensión, cuyo rótulo comercial explica que el edificio sea conocido como La Mundial.

La Mundial mantuvo una protección arquitectónica por sus valores histórico-artísticos hasta 2008. Fue entonces cuando el Ayuntamiento de Málaga, con el beneplácito de la Junta de Andalucía, eliminó dicha protección para poder dar vía libre a su demolición. Según sus defensores, desde el año 2003 planeaba sobre la zona una deleznable operación inmobiliaria para construir un complejo hotelero y de oficinas, promovido por H10 Hotels y diseñado por Rafael Moneo. Ello requería demoler el palacete -proponiendo la construcción de una réplica deslocalizada del mismo que conservaría las rejerías originales-, alterar la trama urbana del siglo XVIII -con la desaparición del Pasillo de Atocha-, y construir un impersonal edificio de 50 metros de altura. Sus diez plantas serán el doble de lo permitido en el centro histórico, por lo que se ha llevado a cabo un complejo y polémico cambio del marco legal urbanístico, durante el cual y sin motivación suficiente, se rechazaron medio centenar de sólidas alegaciones, algunas de ellas avaladas por expertos en Arquitectura y en Historia del Arte.

Tras una oposición inicial, la Junta de Andalucía acabo informando favorablemente sobre la modificación de elementos del Plan Especial de Protección y Reforma Interior (Pepri) del Centro de Málaga en la fachada oriental del río Guadalmedina, lo que conllevó el desbloqueo del proyecto diseñado por Moneo, que se levantará sobre el solar que hoy ocupa lo que fue La Mundial. Aunque una orden judicial en funciones de guardia logró paralizar la demolición prevista para el pasado 11 de marzo, tras la denuncia interpuesta por la plataforma Salvemos La Mundial, diez días después el juzgado de instrucción competente levantó la medida cautelar que paralizaba la demolición, tras la solicitud de la empresa y el visto bueno de la Fiscalía.

Más de 300 inmuebles históricos se han demolido en el centro histórico de Málaga desde 1985, de forma que actualmente, solo uno de cada dos edificios tiene un siglo o más de antigüedad. El Ayuntamiento aprobó en el año 2016 una moción para detener estas demoliciones, un acuerdo plenario que, evidentemente, la alcaldía está lejos de cumplir. Con La Mundial, pese a haberse convertido en paradigma de la resistencia a la piqueta, volvemos a vivir el típico final coral de los edificios centenarios de Málaga: triste para la ciudad y estimulante para la comunión financiera entre gobernantes y empresarios especuladores, sin importar que fluctúen las imputaciones o no. Unos gobernantes que están ahí porque los malagueños les han votado, lo que no justifica el desencanto sin solución a corto plazo para una ciudad cuyo duende ya casi no tiene refugios (ver enlace).

 

 

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