HUELVA Y CÁDIZ: TAN LEJOS, TAN CERCA

Con información de Ana Gómez González (30/03/2011)


 

 

Huelva y Cádiz son las dos únicas provincias limítrofes de España que carecen de conexión directa entre ambas. Dos provincias unidas y hermanadas desde el año 1976 -si bien, lógicamente, los estrechos vínculos motivados por su vecindad se remontan a tiempos inmemoriales-, que desde hace 40 años reciben desprecio y maltrato por parte de las administraciones cuando el tema sale a la palestra pública.

Evidentemente, la solución en ningún caso debe ser la construcción de una carretera que atraviese el Parque Nacional de Doñana, que pese a su incalculable valor ecológico atraviesa una situación ya de por sí bastante crítica como denunció hace dos años la asociación Hispania Nostra, de lo que nos hicimos eco en este medio. Dicha construcción sería la estocada mortal a un entorno de extrema vulnerabilidad que, ya sin carretera, acumula varias muertes de linces al año en vías secundarias próximas al parque, en cuyas cunetas, al igual que en las de todas las carreteras del país, se acumulan latas, botellas, papeles, plásticos, bolsas y demás desperdicios que son un fiel reflejo de las graves carencias educativas a nivel ambiental que padecemos.

Hace ya tiempo que va siendo hora de buscar nuevas alternativas. Una que parece viable, contemplada desde hace años en la red para cerrar lo máximo el arco entre Huelva y Cádiz y cortar camino sin hacer daño a Doñana -de paso, se descargaría el importante tráfico del área metropolitana de Sevilla-, es convertir la totalidad de la actual carretera Sevilla-Huelva en una vía de tres carriles -algo que, por otro lado, sería muy necesario de cara a descongestionar los numerosos atascos que soporta debido a su intenso tráfico- y, antes de entrar en la zona del Aljarafe, llevar a cabo un ramal hacia Coria del Río, y desde allí un puente para enlazar con Cádiz, siempre salvando en todo momento a Doñana. Sin embargo, ese tercer carril por ejemplo, pese a las promesas de la Junta de Andalucía, que también prometió alivio para la SE-30, no va a buen ritmo.

Lo curioso es que el bello muro que se preserva, el Espacio Natural de Doñana -declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994-, no es fácil y asequiblemente visitable a los andaluces del entorno, que prácticamente pagan igual que alguien alejado del mismo. A gaditanos y onubenses no les compensa el rodeo, pues son los únicos españoles que, para ir a la provincia limítrofe, tienen que pagar el doble por ser el doble de recorrido. Pese a tener que realizar más kilómetros, el transporte público tampoco se subvenciona para compensar la vuelta y, además, hay que tener en cuenta su larga duración. Por si esto fuera poco, cuentan con una autopista de peaje.

Por otro lado está la opción costera para una comunicación directa entre ambas provincias, algo rechazado por nuestro primer gobierno democrático -en 1978, la Ley 91/1978, de 28 de Diciembre, del Régimen Jurídico del Parque Nacional de Doñana descartó cualquier construcción de carretera en la zona prevista de costa, pues esa zona costera se unía al Parque Nacional de Doñana, con lo que las dos provincias quedaron incomunicadas por tan solo 28 kilómetros de costa- y que, recientemente, el alcalde de Almonte volvió a reclamar para conectar su localidad natal desde Matalascañas con la vecina Sanlúcar de Barrameda, mediante un servicio público de transporte que transcurriría a lo largo del litoral y cuyo impacto ambiental fuese mínimo, proyectándose sendos trayectos de ida y vuelta, mientras que la afluencia de vehículos estaría sujeta a la demanda puntual, ya que, tal como figura en el estudio, el trayecto se limitaría a cumplir funciones turísticas, medioambientales y comerciales.

Por último, tenemos las últimas alternativas presentadas, basadas en el transporte público ecológico o el refuerzo de las conexiones ya existentes Matalascañas-Huelva/Sanlúcar de Barrameda-Cádiz, para lo cual es necesario un diálogo definitivo entre ecologistas y partidos, y hacer ver a los ciudadanos si, con los medios del siglo XXI, se puede hacer lo que no se resultó viable en 1973, año del primer -y a todas luces fallido- intento de comunicación.

Eso sí, Doñana en cambio ya no goza de tanta importancia si hablamos de la construcción del oleoducto que atravesaría de sur a norte la provincia de Huelva -pasando por el espacio protegido- para hacer viable una nueva refinería en Extremadura, el peligro contante de derrames de los petroleros que pululan por la costa aledaña, la realización de cinco nuevos sondeos de gas; la construcción de una nueva variante para El Rocío en pleno corazón del espacio protegido; el gasoducto de conexión de 18 kilómetros (El Saladillo-El Rincón), y el uso de varios yacimientos actuales como almacenamientos subterráneos de gas en el término municipal de Almonte. Todo ello con afecciones directas -según la propia Junta de Andalucía- sobre el Espacio Natural de Doñana.

 

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