EL CIERRE DEL TEMPLO GADITANO DE LA DIVINA PASTORA

Con información de Elena González Pérez (22/09/2014)


 

 

 

En Cádiz tenemos la suerte de contar con una gran producción artística, sobre todo en el patrimonio religioso, tanto en calidad como en cantidad. Ello supone un fantástico espejo en el que podemos mirarnos los gaditanos para profundizar en nuestra historia y cultura, como también un recurso de interés para el turismo cultural.

Pero para que lo anterior sea viable, es necesario establecer un mantenimiento de ese patrimonio con estudiadas medidas para su conservación y restauración, siguiendo un orden coherente; en otras palabras, un Plan Director diseñado y ejecutado por profesionales del patrimonio.

La inyección, a veces millonaria, que necesita el patrimonio cultural puede hacernos caer en el desánimo. Por eso es muy importante que la ciudadanía se identifique con el patrimonio; primeramente para valorarlo y después para dinamizarlo. Ello requiere una interactuación entre el bien cultural que queremos proteger y la población local. De ahí que, cuando se cierra un templo, es muy probable que caiga en el olvido y entonces sólo cabría esperar el derrumbe o su enajenación, con los que pierde su uso y con él sus valores.

En estos momentos, tenemos un caso preocupante: la Iglesia de la Divina Pastora de la calle Sagasta, el primer templo del mundo dedicado a esta advocación mariana, uno de los focos fundamentales del patrimonio religioso en el Barrio de la Viña, junto a la Iglesia de San Lorenzo, y uno de los mejores ejemplos del arte rococó en la ciudad. Aunque esta Iglesia de la Divina Pastora no presenta daños estructurales, es muy delicado el estado de la instalación eléctrica, motivo por el que está cerrada al público desde el pasado 29 de junio.

 

 

Esta capilla fue levantada en el año 1736 por la Archicofradía de la Divina Pastora, fundada por el religioso capuchino Fray Isidoro de Sevilla. La actual construcción es el resultado de una serie de reformas realizadas entre los años 1754 y 1755, en las que se renovó la cúpula y se añadieron las capillas laterales. En el año 1762 se terminan las obras con la finalización de la portada.

El retablo mayor, al igual que los laterales, fue realizado por Julián Jiménez a partir del año 1753, presidido por una talla de la Divina Pastora de las Almas atribuida a José de Montes de Oca, fechable hacia el año 1730. Las imágenes son obras del escultor sevillano Benito de Hita y Castillo, colaborador habitual del retablista Jiménez, que deja en esta capilla uno de los conjuntos más destacados de su producción.

Esperamos que pronto se abra al público esta capilla para que siga manteniendo el uso cultual con el que fue concebida y para que los gaditanos disfruten de este enclave fundamental para su cultura y, de paso, valoren el patrimonio gaditano. Esta es la única forma de que la capilla no caiga en el olvido, pues ya tenemos dolorosos ejemplos con otros templos como la Iglesia de San Agustín de la localidad gaditana de Medina Sidonia, recientemente, o el desaparecido convento de los Capuchinos en Cádiz capital.

 

 

 

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