Este retablo fue concertado el 23 de octubre de 1579 por el escultor Francisco de la Maza con Suero de Quiñones, personaje noble que fue caballero de la Orden de Santiago y señor de las villas leonesas de Villanueva de Jamuz y Gordaliza del Pino, para la capilla funeraria de este último, dedicada a los Reyes Magos -en origen de Santa Catalina-, en el monasterio de Santa María de Nogales de la localidad leonesa de San Esteban de Nogales. Tras la exclaustración, el retablo acabó fragmentado, y en la parroquial de Villalverde de Justel (Zamora) se conserva el panel central con la "Adoración de los Reyes Magos" y una imagen de "San Bernardo".

En 1589 el llamado Retablo de los Reyes estaba ya terminado, incluida la policromía realizada por el pintor Cosme de Azcutia. Los restos que han llegado a Villalverde muestran el estilo característico de Francisco de la Maza, vinculado con Juan de Juni y Juan de Ancheta. Se conserva tan solo el banco y el primer cuerpo, en el que aparece un gran relieve con la "Epifanía" y una imagen de "San Bernardo" que alude a la orden cisterciense del monasterio y que en origen iba en el segundo cuerpo, hoy perdido.

Quizá ligado a este encargo de ornamentación de la capilla de Suero sea también una escultura de la "Virgen con el Niño", procedente también de Nogales, que se custodia en el Museo de los Caminos de Astorga y que se ha relacionado con la gubia de Francisco de la Maza, dados sus caracteres formales.

Además del retablo y la "Virgen con el Niño" del museo astorgano, también formaban parte de todo el conjunto realizado para don Suero los sepulcros con las figuras yacentes del caballero y su primera esposa, Elvira de Zuñiga, con su heráldica a los pies. Ambos aparecen vestidos de acuerdo a su condición nobiliaria, labrados minuciosamente en el alabastro, como así demuestran los detalles de las vestimentas. Lamentablemente, las dos piezas fueron vendidas a principios del siglo XX a la Hispanic Society of America de Nueva York. En un primer momento las figuras fueron atribuidas a Pompeo Leoni -adscripción habitual que se hacía antiguamente a cualquier sepulcro con influencia italiana-, pero finalmente se han relacionado con Francisco de la Maza. Sin duda, la relación estilística existente entre el rostro del noble y el de alguno de los Magos del Retablo de los Reyes, así como el uso de los párpados caídos tan característicos en el modo de hacer del maestro -que también pueden verse en la dama-, denotan la filiación de una misma mano.

Tras la desamortización de Mendizábal (1835-1836) el monasterio de Santa María de Nogales, hoy en ruinas, cayó en desgracia y, como la mayoría, sufrió un proceso de abandono que afectó a su complejo arquitectónico y a sus bienes muebles. Varios retablos, así como numerosas esculturas y pinturas, se encuentran repartidos por los pueblos de alrededor. Entre ellos destaca el Retablo de los Reyes de don Suero.

Gracias a los estudios de Fernández Mateos, podemos precisar el momento exacto en el que los fragmentos de esta máquina llegaron a esta pequeña población de la comarca de Villalverde tras haber permanecido en su ubicación original cerca de diez años, hasta que llegó fragmentado en 1846 a la citada localidad zamorana. El 15 de septiembre de 1846 el párroco de la iglesia de los Santos Justo y Pastor, don Francisco Romero, dejó testimonio de ello en el tercer libro de fábrica, así como en el cuarto libro de fábrica.

Hoy el Retablo de los Reyes de Francisco de la Maza (hacia 1540-1585) se encuentra instalado en una pequeña capilla que se abre en la nave de la Epístola del templo parroquial de Villalverde, justo al lado de la puerta de acceso a la sacristía de la iglesia, descansando sobre un basamento de piedra.

Menos conocido que otros escultores de su época, Francisco de la Maza es sin embargo un maestro de calidad, como así demuestran las pocas obras documentadas que de él conservamos. La fama de otros contemporáneos le relevó a un segundo plano, teniendo que colaborar en múltiples ocasiones con otros maestros.

Francisco de la Maza nació hacia 1540 en la localidad cántabra de Meruelo, en la merindad de Trasmiera, y no sabemos si se trasladó a Valladolid con el oficio de escultor ya aprendido o si se formó en Valladolid directamente. Trabajó en el retablo de la catedral de Astorga entre 1558 y 1562 bajo la dirección de Gaspar Becerra, donde aprendería el Romanismo miguelangelesco que desarrollaría con posterioridad en su obra.

La obra de Francisco de la Maza destila una síntesis entre el arte juniano y la grandilocuencia del Romanismo miguelangelesco, como la de  otros escultores de su tiempo, caso de su compañero Ancheta, el leonés Juan de Angés el Mozo o el riosecano Pedro de Bolduque, por poner algunos ejemplos.

A pesar de que el Romanismo es un estilo estereotipado y académico, lo que hace difícil deslindar el estilo de cada autor. Sin embargo, existen características propias de Francisco de la Maza que permiten identificar sus obras: rostros angulosos -casi cuadrados-, cabellos ensortijados, barbas bífidas -ya sean cortas o pobladas y serpenteantes al modo del "Moisés" de Miguel Ángel-, marcadas entradas en el pelo en los hombres maduros, narices grandes y rectas -aguileñas en algunos hombres-, cejas simétricas, bocas rectas con el labio superior ondulado, orejas grandes, ojos con párpados caídos, manos de dedos largos y finos -mostrando en muchas ocasiones el típico gesto manierista de juntar el dedo corazón con el anular- y variedad en los plegados de las ropas, ya que mezcla pliegues envolventes y de apariencia pesada con otros más aristados, de mayor o menor grosor, a veces dispuestos de forma paralela. Todas ellas podemos verlas en el Retablo de los Reyes.