LA LEYENDA DEL CRISTO DE LA VEGA

Con información de Rufino Miranda (09/04/2007)


 

Extramuros de Toledo estaba la basílica pretoriense dedicada a Santa Leocadia, por estar allí enterrada aquella santa. De la basílica visigoda, erigida por Sisebuto en el siglo VII, donde se localiza la aparición de la santa al Arzobispo Ildefonso, no quedan ni vestigios. 

Al edificio actual le precede un amplio atrio, que sirve de cementerio a los canónigos de la Catedral y comunica con la iglesia, cuyo ábside data del siglo XIII. Allí se venera desde tiempo inmemorial el famoso Cristo, con el brazo desclavado y cuya leyenda recogen las crónicas del siglo XVI. Pero fue Zorrilla, el poeta romántico, el que lo popularizó, al escribir el largo y hermoso poema en el que Diego Martínez, antes de ir a la guerra, promete bajo juramento desposar a su vuelta a Inés de Vargas.

Tras años de espera, a su retorno, ya capitán, Diego se niega a desposarse. Inés reclama justicia e invoca como testigo al Cristo de la Vega. Jueces y notarios bajan a la ermita y, a las preguntas del Juez, el Cristo da testimonio de la promesa al desclavar su mano de la cruz para posarla en la Biblia que le presentaba el juez, desmintiendo al perjuro que negaba su voto.

Leyendas aparte, la imagen representa a Cristo muerto en la Cruz, con el brazo derecho descolgado del madero. El primitivo Crucificado del siglo XVI fue destruido por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). En 1824 es bendecida una nueva talla que sería partida en numerosos trozos durante la Guerra Civil y que Bienvenido Valverde restauró en 1938.

Su Cofradía fue fundada en el año 1928. Existió otra en 1921 por iniciativa de Emiliano Segura, hermano del Cardenal Segura. Después de la contienda civil tuvo algunos años de poca actividad hasta que en 1947 se confeccionaron unos estatutos, que fueron sustituidos por otros aprobados el 13 de abril de 1984. La imagen efectúa estación de penitencia el Jueves Santo.

 

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