LA ICONOGRAFÍA DE TERESA DE JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS Y CRISTO COMO CIRINEO

15/10/2022


 

 

El camino del Calvario está en el lenguaje cotidiano de la mística de Ávila: " ¿Por qué hemos de querer tantos bienes y deleites y gloria para sin fin, todos a costa de el buen Jesús? ¿No lloraremos siquiera con las hijas de Jerusalén, ya que no le ayudemos a llevar la cruz con el Cirineo?".

La escena del Cirineo ilustraba otras palabras anteriores de Cristo: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16, 24 y Mc 8, 34). La Puente parecía saberlo todo acerca de este personaje, subrayando desde el significado de su nombre -"Simón" quería decir "obediente"-, extranjero en tierra judía y, por tanto, peregrino y poco apegado a las cosas del mundo; y con la promesa de la gloria por haber cargado con la cruz. Así pues, obediencia, desapego del mundo y con los ojos puestos en la salvación: tres buenos requerimientos para el pueblo cristiano de los siglos XVI y XVII.

Cristo se convierte en Cirineo de Teresa de Jesús. En realidad, además del Cristo atado a la columna y el encuentro con el Resucitado, Jesús camino del Calvario forma parte de esas tres escenas principales de la espiritualidad de Pasión entre la madre Teresa y Cristo, teniendo en cuenta que esta espiritualidad de la reformadora es eminentemente cristocéntrica.

Este camino del Calvario o camino doloroso de ascenso hacia el Gólgota se institucionalizó como una devoción, dividida en escenas o estaciones, procedentes sin duda de la forma didáctica que era enseñar la Pasión a través del auto teatral. Estas estaciones fueron reconstruidas por místicos y autores como el Pseudo Buenaventura o Santa Brígida. Estaciones representadas en las naves de los templos, para fijar el recorrido del "Via Crucis" o camino de la cruz, tan difundidas por las órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos, tan presentes en los orígenes de las cofradías penitenciales. Una devoción que, en su vivencia, exigía movimiento, subrayando la orden de los franciscanos las indulgencias y beneficios espirituales proporcionados por la peregrinación hasta la colina del Gólgota, enclavada en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Los predicadores, desde el italiano Leonardo de Porto Mauricio, contribuyeron a la popularización de todo ello.

La devoción multiplicó los "Cirineos" que auxiliaban a Cristo: podía ser la propia Iglesia, implicada en la salvación que recibía por esta muerte en cruz; y por supuesto, los fundadores, místicos y religiosos de las distintas órdenes que encargaban las obras. Así ocurre en un lienzo que se conserva en el monasterio de las dominicas de Porta Coeli de Valladolid y atribuido a Diego Díez Ferreras, el pintor de origen sevillano más prolífico en Valladolid durante la segunda mitad del siglo XVII. Si Cristo le sirve de ayuda para llevar la Cruz, Teresa de Jesús se convierte en Nazareno, y ambos, dentro de esa humanidad de Dios, mantienen un diálogo de miradas que excede lo físico, como ocurría con la intensa vida mística de la reformadora carmelita.

La obra de Diego Díez Ferreras, pintor barroco nacido en Carmona (Sevilla) y establecido en Valladolid, es la de un artista mediano que, generalmente, peca de escasa técnica en las composiciones, normalmente verticales y con personajes rígidos. Fue el pintor más prolífico de la escuela vallisoletana de su época. Su estilo ingenuo y popular se caracteriza por las actitudes sencillas y los colores grises y rosáceos. La mayor parte de sus pinturas se hallan en Valladolid. También hay piezas en Palencia, Segovia y Pamplona.

Manuel Arias Martínez se pregunta si las representaciones de Teresa de Jesús con la cruz a cuestas no podían estar relacionadas con los padecimientos que habría de sufrir, no solamente en su proceso de conversión espiritual, sino sobre todo en el desarrollo de su reforma. Con todo, Cristo no solamente ayuda a llevar la carga de la cruz a Teresa de Jesús, sino que también la bendice en su proyecto y en su tarea la está avalando.

En ningún pasaje del "Libro de la Vida", refiere la religiosa Teresa de Jesús una visión semejante a la representada en este lienzo mencionado del monasterio vallisoletano de Porta Coeli, aunque, como hemos visto, las referencias a los trabajos de Cristo con la cruz son abundantes. Con todo, la iconografía de Jesús Nazareno será una de las más extendidas en la Castilla de los siglos XVI y XVII, naciendo un buen número de cofradías bajo esta advocación, a veces vinculadas a conventos de los agustinos calzados.

 

FUENTES

BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier. "La contemplación de la Pasión en Teresa de Jesús y el Siglo de Oro de la espiritualidad en la Monarquía Hispánica", en Huarte de San Juan. Geografía e historia, nº 29, Ediciones de la Universidad Pública de Navarra, 2022, pp. 36-40.

ANDRÉS GONZÁLEZ, Patricia. "La victoria de San Ignacio", de Diego Díez de Ferreras, dentro de la serie eucarística de la iglesia jesuita de San Miguel de Valladolid", en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), nº LXXI, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2005, p. 277.

ECHEVERRÍA GOÑI, Pedro Luis y FERNÁNDEZ GARCÍA, Ricardo. "El convento e iglesia de los Carmelitas Descalzos de Pamplona. Exorno artístico", en Príncipe de Viana, año 42, nº 164, Pamplona, Institución Príncipe de Viana (Comunidad Foral de Navarra), 1981, p. 860.

 

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