SAN JUAN COMO EVANGELISTA POR JUAN DE MESA

27/12/2021


 

 
 
San Marcos (¿San Juan?). Templo de San Marcos (Sevilla)
Foto: Greg Johnson

 

El Apocalipsis de San Juan es el último de los libros comprendidos en el Nuevo Testamento, cerrando con el mismo la Biblia. Este se enmarca dentro de la escatología cristiana, rama de esta teología que comprende las creencias del destino final de la humanidad, del mundo y del individuo, que concretamente se divide en las cuatro Postrimerías del hombre, a saber: muerte, juicio, infierno y gloria.

La autoría del Apocalipsis se atribuye popularmente a Juan de Patmos, quien se asume que fue el apóstol Juan, el discípulo amado de Cristo y uno de los cuatro evangelistas canónicos. En aquel tiempo, estaría exiliado en la isla griega de Patmos por "dar fe del testimonio de Jesús" (Ap 1, 9). Según la tradición, tras la dispersión de los apóstoles, Juan marcha a Asia estableciéndose en Éfeso, lugar donde se establece junto con María hasta la muerte de ésta, que habría ocurrido unos 23 años después de la de Jesús. Allí es detenido ya anciano, en tiempos de Domiciano, siendo arrojado en una tinaja con aceite hirviendo. Del suplicio saldría indemne. Al enterarse el emperador, es condenado al destierro en Patmos, lugar donde supuestamente escribiría el Apocalipsis. De vuelta a Éfeso, tras levantarle el destierro Nerva, y para combatir las herejías, escribiría el cuarto evangelio.

Respecto a su iconografía, San Juan ofrece dos tipos bien distintos: como apóstol y como evangelista. En el primer caso, el arte occidental lo suele representar joven, por ser mozo cuando fue llamado al apostolado y por su perpetua virginidad. Es entonces un muchacho agraciado, con cabello largo e imberbe. Su atributo es un cáliz con una serpiente, en alusión a una de las tres pruebas que el sacerdote de Diana, Aristodemo, le impuso en Éfeso: destruir el templo de la diosa como muestra de la fe en su Dios, beber veneno de serpiente y resucitar a los dos condenados a muerte que Aristodemo había utilizado para demostrarle que el veneno era efectivo.

Como evangelista, por contra, aparece con los rasgos de un hombre maduro, incluso anciano, y barbado, al gusto bizantino. Por lo general está sentado, lleva los objetos de escribir y le acompaña un águila, que a veces incluso le sujeta el tintero, pues en su evangelio se eleva a la contemplación de la naturaleza divina del Salvador. El santo recibe la inspiración de Dios para redactar sus textos sagrados.

Dicha propuesta iconográfica fue difundida por varias estampas flamencas, como la de Johan Sadeler sobre dibujo de Martín de Vos, que ha sido señalada como posible fuente de inspiración iconográfica de Velázquez en su cuadro de la National Gallery de Londres (hacia 1618). 

Este último modelo triunfó en la Sevilla del Barroco. El enorme éxito en los conventos sevillanos a comienzos del XVII de las figuras de los Santos Juanes, relacionados con la devoción inmaculista y ejemplos contrapuestos de la vida activa y la predicación -San Juan Bautista- y de la contemplativa y de la oración -San Juan Evangelista-, se reflejó en la habitual construcción en los cenobios de parejas de retablos usualmente dispuestos uno frente al otro para albergar sus imágenes. Las religiosas sevillanas, entusiastas del culto sanjuanista, encargarían al escultor Juan de Mesa y Velasco (Córdoba, 1583 - Sevilla, 1627) diversas imágenes de talla completa del Evangelista durante la primera mitad del siglo XVII. Muchas de ellas las podemos agrupar en un ramillete que responde a un mismo modelo o patrón compositivo: el santo sedente, con la mirada al cielo en el momento de la visión, mientras eleva una de sus piernas sobre una peña para apoyar el libro o pergamino.

 

 
 
San Juan Evangelista. Templo de San María (Estepa)
Foto: Manuel García Luque

 

Hoy ninguna de esas obras se conserva "in situ", sino repartidas por diferentes iglesias, colecciones y museos. Todas ellas se conciben con voluminosos mantos, que confieren a las figuras una apariencia maciza y un apreciable perfil trapezoidal. Aunque no podamos entablar un claro paralelo formal con ningún grabado concreto, es posible rastrear la presencia de esta iconografía en estampas del mundo flamenco, como la mencionada de Sadeler o las grabadas por Johan Wierix o Collaert.

Entre las imágenes mesinas del santo en Sevilla se encuentran la del templo de San Marcos. Según Antonio Torrejón, el que hoy es el santo titular de dicha parroquia fue en origen un San Juan Evangelista. El santo sigue su propia inspiración, totalmente solo, sin el águila tradicional, lo que ha podido provocar la confusión.

Mención especial por su calidad merece el de la Colección Lafita, hoy en muy mal estado de conservación. Fue atribuido a Mesa por Hernández Díaz. Su soberbia testa se vincula con la del San José de Guadalcanal (Sevilla) que desapareció en 1936, con la del San Jose del convento de Santa María la Real de Bormujos (Sevilla) y con la Cabeza de San Juan Bautista que hoy se expone en la Catedral de Sevilla.

El de la Colección Bellver, atribuido al círculo de Juan de Mesa, posee dos policromías superpuestas, como resultado de una antigua intervención, siendo la inferior de mejor calidad. La policromía actual, sobre una gruesa mano de estuco, está ejecutada al óleo hacia 1800. Fue restaurado por Joaquín Frías en 2004. Los atributos de orfebrería fueron cincelados por el taller sevillano de Jesús Domínguez.

La talla de San Juan Evangelista que se encuentra en la Iglesia de Santa María la Mayor y Matriz de Estepa no es originaria de la localidad, sino que llegó procedente de Sevilla en 1894. Con posterioridad a esta fecha comienza a aparecer en los inventarios parroquiales. Posiblemente pertenecía a una iglesia o convento sevillano que desapareció a causa de las sucesivas desamortizaciones y exclaustraciones de finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX. Recuerda al San Blas de la iglesia sevillana de Santa Inés, al citado San Marcos de la iglesia homónima -un San Juan según Antonio Torrejón-, al San Román Nonnato del Bellas Artes, al San José de Fuentes de Andalucía o al Cristo Resucitado de Tocina, entre otros.

Por último, mencionar la del Museo Nacional de Escultura (Valladolid), esta última de atribución dubitada entre Mesa y su maestro Martínez Montañés. Fue adquirida para el museo en 1985 procedente de la colección barcelonesa del conde de Güell. La imagen proviene del convento sevillano de Santa María de la Pasión, regentado por madres dominicas. Dicho cenobio fue desamortizado en 1838, aunque su iglesia siguió abierta al culto hasta los sucesos revolucionarios de 1868 tras los que fue desmantelada y derribada.

 

 
 
San Juan Evangelista. Museo Nacional de Escultura (Valladolid)
Foto: MNE

 

FUENTES

PEINADO GUZMÁN, José Antonio. "La iconografía de San Juan Evangelista en la escultura granadina del Naturalismo", en UcoArte. Revista de Teoría e Historia del Arte, nº 9, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, 2020, p. 45.

ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, Jesús. "Las esculturas barrocas de los Santos juanes en el coleccionismo sevillano", en Actas del Congreso Coleccionismo, mecenazgo y mercado artístico su proyección en Europa y América, Ediciones de la Universidad de Sevilla, 2018, pp. 214-219.

GARCÍA LUQUE, Manuel. "Fuentes grabadas y modelos europeos en la escultura andaluza (1600-1650)", en La consolidación del Barroco en la escultura andaluza e hispanoamericana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada, 2013, pp. 247-249.

PERIS ESCURIOLA, María. Delirium Finis. Interpretación serigráfica de las Revelaciones últimas de San Juan, Facultat de Belles Arts de Sant Carles de la Universitat Politècnica de València, p. 13.

https://devocionesdeestepa.blogspot.com/2017/12/juan-de-mesa-en-estepa.html

MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel. "San Juan Evangelista" en Colección del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Madrid, 2009, pp. 220-221.

 

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