EL APOLO DE NOCCHIERI COMPLETO PARA LOS 300 AÑOS DEL PALACIO DE LA GRANJA

08/08/2022


 

 

El Apolo del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia) vuelve a tocar la lira con todos sus dedos. El dios griego esculpido por el escultor italiano Francesco Maria Nocchieri (1651-1686) a finales del siglo XVII ha recuperado el meñique de su mano izquierda, que apoya sobre el instrumento.

El fragmento se extravió en la década de 1980, cuando la escultura se exponía en los jardines de Aranjuez. Ahora Patrimonio Nacional ha reimplantado el dedo, después de que un ciudadano lo devolviera.

La ausencia del dedo está documentada desde el año 1990. Entonces la escultura estaba en el Jardín del Príncipe de Aranjuez, donde actualmente hay una réplica que se realizó respetando el estado de la escultura entonces y, por tanto, carece de meñique. El Apolo original, en La Granja de San Ildefonso desde el año 2000, pudo fracturarse por una variación extrema de temperaturas.

Treinta años después, la restauradora Ana Loureiro ha limpiado el dedo y lo ha colocado en su lugar. Pese al pequeño tamaño del fragmento en comparación con la escultura, Loureiro destaca su valor: "A un buen escultor se le identifica enseguida por el trabajo artístico de manos, pies y dedos. Unas manos bien talladas tienen una expresividad extraordinaria”. El paso del tiempo ha sido menos duro con el dedo que con el resto de la pieza. Devuelto en una cajita, la talla de la uña se ha conservado mejor. Este contraste ya es visible para los visitantes del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso a su paso por la Galería de Estatuas, en la planta baja. Es la misma sala que la reina Isabel Farnesio escogió para su exposición tras adquirirla en 1724.

"Cuando supimos que nos traían un dedo que probablemente era nuestro, nos recorrió un escalofrío”, afirma la delegada de Patrimonio Nacional en Aranjuez, Ana Carmen Lavín: "Enseguida constatamos que se trataba de un fragmento original del Apolo que había estado en nuestros jardines. Nos sorprendió la talla perfecta, como si el tiempo no hubiera pasado por él". Para el delegado de Patrimonio Nacional en La Granja, Nilo Fernández, "la entrega del dedo por parte de un ciudadano ha sido un acto de responsabilidad. Conservar el patrimonio nos implica a todos, no solo a los organismos titulares". Además, prosigue, "esta historia tiene un efecto rebote. Ahora el Apolo de La Granja está íntegro, mientras que a la copia exacta que hicimos en Aranjuez le falta el dedo. Son el mismo Apolo, pero ahora son dos piezas con una historia propia, diferentes y únicas".

 

 

La restauración de la escultura del Apolo se produce en los prólogos del tricentenario del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, edificado en 1724. Además, en 2024 se celebrarán también tres siglos desde que los reyes Felipe V e Isabel Farnesio adquirieron para La Granja la colección de la reina Cristina de Suecia (1626-1689), entre la que se encontraba el dios protagonista de esta historia.

Para la conservadora de Escultura de Patrimonio Nacional, María Jesús Herrero, "esta noticia es una nueva oportunidad de redescubrir no solo el arte del italiano Francesco María Nocchieri, sino también el resto de colecciones de La Granja en torno al Apolo". Expuesto en el centro de la sala, preside un cortejo de ocho musas, con ocho vaciados en yeso del siglo XVIII pertenecientes a la colección de Cristina de Suecia, cuyas piezas originales se encuentran en el Museo Nacional del Prado de Madrid.

El conjunto más valioso de las esculturas clásicas del Prado procede de dicha colección. Casi 70 de las 120 estatuas adquiridas por la reina son de época romana; en su mayoría réplicas de grandes obras del arte griego que datan del siglo V a.C., entre ellas las famosas ocho musas sentadas de la Villa Adriana (Tívoli).

Las musas fueron restauradas y completadas por diversos discípulos del maestro barroco Gian Lorenzo Bernini, como Giulio Cartari, Ercole Ferrata o Francesco Maria Nocchieri, quien recibió además el encargo de realizar este Apolo que presidía el grupo. Todo el conjunto fue instalado en una sala del Palacio Riario, residencia romana de Cristina de Suecia, donde la propia reina recibía a sus visitantes entronizada como novena musa.

 

 

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