LOS NUEVE MANTOS DE LA VIRGEN DE LA VEGA (SALAMANCA)

Con información de Raúl Benito (27/08/2020)


 

 

A raíz de los cultos a la Virgen de la Vega en la Catedral Nueva de Salamanca, con el inicio de su novena el próximo 30 de agosto, que se extenderá hasta el 8 de septiembre, día de su festividad, la diócesis salmantina aborda un estudio a cargo de Raúl Benito sobre los mantos destinados a ensalzar la talla.

La imagen de la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad de Salamanca, tiene una colección original de nueve mantos, confeccionados entre los siglos XVIII y principios del XIX. Entro ellos destaca uno de color rojo, ya que el resto son de tonos azules, en este caso de seda espolinada y con una aplicación de remate de hilo de oro para enriquecer toda la orla del manto. Entre su ajuar textil también cuenta con tocas de sobremanto de encaje, e incluso ropa para vestir tanto a la Virgen como al Niño.

Uno de los mantos de mayor riqueza de la Virgen de la Vega es dieciochesco. Se halla confeccionado en seda azul, con bordados en hilo de plata, hilo de oro y sedas de colores. En su centro aparece un sol, que queda a la altura de los hombros de la patrona. También cuenta con un escudo episcopal que tiene la cruz patriarcal con doble travesaño, el cual representa el letrero donde Pilato mandó escribir "Este es el Rey de los judíos".

Otro de los mantos tiene un tamaño bastante mayor que la talla. Como apunta Raúl Benito, historiador del arte y experto en indumentaria, dicho tamaño se entiende porque se utilizaría en la procesión, para llevarla en andas. En este caso, su diseño es de líneas horizontales, en azul y blanco. Según Benito, refleja un estilo posterior del siglo XIX, rematada la orla con hilo de oro y plata, hecho con bolillos.

 

 
 
Manto rico con bordados en oro, plata y sedas
 
 
 
 
Manto azul combinado con blanco, verde y rojo

 

También de color azul es otro de los mantos de la patrona, aunque en este caso combinado con blancos, verdes y rojos. Sus motivos se hallan dispuestos en sentido horizontal, y como remate, una pasamanería de hilo, hecha a mano y colocada en el perímetro como decoración y remate.

La Virgen de la Vega dispone de otros mantos de diferentes tamaños. Uno de los más pequeños, que serviría para vestirla directamente en el altar, es también de seda azul, brochado en oro, con una decoración no muy usual, una especie de piñas o granadas, que se reflejan como frutos, y una pasamanería o galón de oro y plata muy ancho, del tamaño de una mano, que lo que hace es orlar el manto alrededor para enriquecerlo.

Raúl Benito recuerda en relación a la patrona de la ciudad de Salamanca, que data del siglo XII, y que recibió la advocación de Santa María de la Vega porque estaba en la vega de un monasterio a la orilla del río. Al inundarse el monasterio, la talla pasó a la Iglesia de San Esteban, y de allí a la Catedral, pasando por diferentes capillas hasta su ubicación actual, en el retablo de la Catedral Vieja, del siglo XV.

La idea de revestir las imágenes data de siglos atrás, como recuerda Benito. En el caso de la Virgen de la Vega, está hecha de madera y revestida con placas de bronce dorado, y a mayores, se le ha ido insertando pequeñas piedras preciosas que la sociedad salmantina ha ido donando a la imagen a lo largo de los siglos.

 

 
 
Manto de procesión en azul y blanco
 
 
 
 
Capa del Ecce Homo bordada en oro y lentejuelas

 

Asimismo, detalla que es una imagen hecha en talleres salmantinos, con la cabeza y las manos de fundición. Bajo el punto de vista de Benito, la idea de revestir una imagen de madera con placas de bronce, y luego insertar piedras preciosas donadas por sus devotos, ya nos está hablando de que se está vistiendo y colocando algo añadido; por lo tanto, aunque pensemos que las imágenes de vestir nacen en el periodo comprendido entre los siglos XVII y XVIII, ya hay ejemplos anteriores que guardan esa misma idea, e incluso algunas figuras medievales creadas para ser revestidas con ropa, como la Virgen de los Reyes de Sevilla.

Sin embargo, Benito advierte que a partir del Concilio de Trento se regula que María debe estar vestida de forma apropiada, ya que una imagen de la Virgen, que es reina del cielo y de la tierra -por eso está coronada-, no puede estar vestida de diario o de ropa pobre que la gente done y que ellos no usen.

En la Virgen de la Vega, además, aparece la presencia inmaculista de la media luna, tomada de la lectura del Libro del Apocalipsis escrito por San Juan Evangelista, donde dice que se le apareció en la isla de Patmos una mujer vestida de sol, con la luna de pedestal y coronada por doce estrellas.

Por último, Benito reitera que la idea de vestir imágenes no solo es para la Virgen. Hay Niños Jesús de vestir, y también imágenes de Cristo, caso de un Ecce Homo de la Catedral de Salamanca que posee varias capas para vestirlo, como una de terciopelo rojo bordado en hilo de oro y con lentejuelas. Al respecto, Benito describe que esta capa, según el escudo que aparece en el forro, es un manto donado por el duque de Abrantes, que regala al Ecce Homo de su capilla en la parroquia de San Adrián de Salamanca, en 1847, ubicada por aquel entonces en el parque de Colón. En la actualidad, esta imagen está en la capilla del Presidente, en la Catedral Nueva.

 

 
 
Manto rojo de la patrona

 

Fotografías de Óscar García Rodríguez

 

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