Hace cuarenta años, el 13 de septiembre de 1975, un desequilibrado asestaba varias puñaladas al famoso cuadro de Rembrandt La Ronda de Noche, que quince años después era rociado de ácido por otro perturbado. Dos ataques que también sufrieron joyas de Da Vinci, Miguel Ángel, Velázquez y otros genios del arte.

Intencionados o no, bien por motivos religiosos o políticos, o bien por descuido, negligencia o locura, la historia del arte está salpicada de episodios de daños a obras muchas veces icónicas. Frescas en la retina el mundo aún tiene las imágenes de la voladura en agosto de varios edificios de la ciudad de Palmira (Siria) por el grupo terrorista Estado Islámico o la reducción a escombros por los talibanes de los budas de Bāmiyān en 2001.

Al margen de esas actuaciones contra el arte y la cultura de carácter religioso o político en un contexto de guerra, hay otras de tipo individual motivadas en su mayoría por problemas psiquiátricos. Es el caso de La Ronda de Noche, una de las joyas de la colección del Rijksmuseum de Ámsterdam, atacada en tres ocasiones. La más grave se produjo hace justo cuatro décadas: un profesor desequilibrado hizo varios cortes al cuadro en zig-zag y aunque pudo ser restaurado las "cicatrices" aún pueden apreciarse.

Pintada entre 1640 y 1642, esta monumental obra maestra del pintor neerlandés (379 x 454 cm) fue acuchillada por primera vez en 1911 por un antiguo cocinero de la marina, pero el corte fue poco profundo y solo rasgó el barniz. También con daños superficiales se saldó el ataque en 1990 que llevó a cabo con ácido un enfermo psiquiátrico, gracias a la rápida intervención de los vigilantes de seguridad del museo.

Pese a todo ello, muchísimo más grave fue el sesgo que se le dio al lienzo al ser trasladado desde su ubicación original, en el Kloveniersdoelen de Amsterdam, la división de mosqueteros de la milicia cívica que encargó la obra a Rembrandt, al Ayuntamiento en la Plaza Dam. Y es que como no encajaba en la pared del consistorio le recortaron parte del lateral izquierdo y superior, lo que supuso la pérdida de tres personajes que estaban en el original, cuya copia se conserva en la National Gallery de Londres.

Pero no es el único lienzo de Rembrandt objeto de cuchilladas: hace 25 años un demente rasgó el vientre y un muslo de Danae en el Hermitage y le lanzó ácido, lo que generó destrozos que necesitaron doce años de restauración. En 1997 volvió al museo pero protegida por un vidrio blindado.

Gravemente dañadas resultaron la espalda, los hombros y la cadera de La Venus del Espejo, de Velázquez, en el año 1914, cuando la sufragista Mary Richardson la apuñaló siete veces en la National Gallery de Londres como protesta por la detención de su compañera Emmeline Pankhurst. Dijo entonces que le "molestaba" como miraban los hombres la "imagen más bella en la historia mitológica".

Un martillo fue lo que usó en 1972 un enajenado que se creía Jesucristo para atacar la famosa Piedad de Miguel Ángel, causando daños en la figura de la Virgen María. Fue restaurada y ahora se protege tras un cristal antibalas en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Blindada está también la Mona Lisa o Gioconda, de Leonardo da Vinci, que tiene en su haber una larga lista de sabotajes. El último ataque sufrido por esta famosísima pintura del siglo XVI, expuesta en el Museo del Louvre de París, se remonta a agosto del año 2009, cuando una mujer le lanzó una taza de té, de la que salió indemne. Anteriormente ha recibido otros "proyectiles": ácido, una piedra y pintura roja.

Ni la simbólica La Libertad guiando al Pueblo, de Eugène Delacroix, expuesta en el Museo del Louvre de Lens, al norte de Francia, se libró de las pintadas. En el año 2013, una joven aparentemente desequilibrada dejó una inscripción con un rotulador. Y es que la lista de obras de arte deterioradas es larga, porque la realidad es que pocas están acorazadas, la mayoría son vulnerables.

Pero una de las más maltratadas sin duda ha sido La Sirenita de Copenhague, una estatua que, desde el año 1960, es blanco de numerosos actos vandálicos: ha sido decapitada dos veces (imagen inferior), desmembrada una, embadurnada con pintura varias veces y hasta arrancada de su base con explosivos en una ocasión.

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