LA OBRA DE ELÍAS RODRÍGUEZ PICÓN EN MUSARAÑAS

19/01/2015


 

 

Desde el pasado 25 de diciembre triunfa en las carteleras españolas la película Musarañas (2014), una historia ambientada en la tardoposguerra española sobre dos hermanas abandonadas por su padre -una de ellas, víctima de agorafobia-, que mezcla el drama social con el terror psicológico y la comedia negra.

La cinta está dirigida por los debutantes Juanfer Andrés y Esteban Roel, si bien tanto en el estilo de la puesta en escena como en el de la trama argumental se observa una fuerte influencia del reconocido cineasta Álex de la Iglesia, que se ha reservado, junto a Kiko Martínez, las tareas de producción.

Desde un primer momento, Musarañas ha contado con el respaldo de una fuerte campaña publicitaria, hasta el punto de convocar sus responsables, con motivo del fin de su rodaje, una rueda de prensa que tuvo lugar el pasado 6 de febrero, y a la que acudieron directores, productores y buena parte de su elenco actoral.

En dicha presentación fue utilizado un logotipo que mostraba, en palabras del propio Álex de la Iglesia, "un test de Rorschach con la imagen de un Cristo". Ello obedece al desequilibrio mental de uno de los personajes y al carácter de thriller sangriento que posee el filme; en el que la religión y sus símbolos, por la época en la que se halla ambientado -los opresivos años 50 en España-, también están muy presentes.

Dicho Cristo, del que solo vemos el rostro rojizo y reinterpretado por las formas asimétricas de Rorschach, es el crucificado de la Sed labrado por el escultor onubense Elías Rodríguez Picón para Jerez de la Frontera. Se trata de una talla en madera policromada que fue presentada en La Hornacina en 2010 (ver enlace).

Lo más curioso es que la productora Nadie es Perfecto, según su testimonio, desconocía la identidad de la figura. El autor de la misma nos comenta que tampoco tenía constancia de tal uso para la promoción del filme, del que fue informado tiempo después por la hermandad a la que pertenece el Cristo jerezano.

Rodríguez Picón nos comenta no estar molesto con este asunto, aunque sí un poco resentido por la "impunidad fácil y gratuita con la que se suele disponer de una obra de arte con total ignorancia, sin conocimiento ni permiso de su creador", algo de lo que también se han quejado varios de sus compañeros de profesión.

 

 

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