ISABEL II, JOVEN COPISTA DE MURILLO

Con información de Luisa Pérez García y Alejandro Fago Rubio (02/07/2022)


 

 

La reina Isabel II (María Isabel Luisa de Borbón. Madrid, 1830 - París, 1904) desempeñó una labor significativa de mecenazgo y protección de las artes que, además de servirle para prestigiarse políticamente, terminó constituyendo un modelo para la actividad artística de las mujeres.

Este modelo de mujer formada en las artes comenzaba por aprender a copiar de grandes maestros, italianos esencialmente, y por la realización de ejercicios de dibujo, menester en el que la reina niña y su hermana -la infanta Luisa Fernanda de Borbón- tuvieron como maestra a la pintora Rosario Weiss.

La primera edición de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, junto con la publicación de artículos en revistas culturales como La Psiquis y la actividad de los liceos, fueron determinantes para la difusión de este modelo entre los diferentes estratos de la sociedad. Aún a pesar de ello, la ideología dominante tan solo aceptaba este modelo cuando servía para que las mujeres pudiesen desempeñar decorosamente su papel como esposas y madres. De este modo, mujeres de toda clase social padecieron una servidumbre artística que las consideraba pintoras de afición o copistas.

La propia reina Isabel II concurrió muy joven bajo esta consideración a la exposición de la Academia del 1848 con esta copia de la Sagrada Familia del pajarito del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo, que lo pintó hacia 1650 y ahora se expone en el Prado (original en la imagen inferior). Un tema escogido para legitimar su matrimonio de estado con Francisco de Asís en un contexto de descrédito hacia la paternidad del consorte.

Tanto María Cristina de Borbón como su hija Isabel II se sumaron con especial ímpetu a la tradición de las reinas pintoras y exhibieron con frecuencia obras de su mano, especialmente copias de grandes maestros, en las exposiciones celebradas en la Academia de San Fernando y el Liceo Artístico y Literario de Madrid, pero también en las recepciones organizadas en sus respectivos palacios. La prensa ensalzó no solo sus sobresalientes cualidades, sino el ejemplo que daban como protectoras de las artes.

Durante sus sucesivos reinados un número considerable de pintoras y miniaturistas fueron nombradas académicas de mérito, y de estas, muchas -como Teresa Nicolau, Asunción Crespo, Rosario Weiss o Emilia Carmena de Prota- fueron acogidas en el ámbito cortesano para desempeñar su trabajo.

Isabel II favoreció especialmente con su mecenazgo a las pintoras, de las que adquirió diversas obras con las que adornó las estancias del Palacio Real, práctica que continuó en el exilio, en su residencia en París -un antiguo hotel de 1864 que desde 1908 volvió a serlo, al que renombró como Palacio de Castilla-, donde confió el retrato de su legítimo heredero, el futuro Alfonso XII, a la artista francesa Cécile Ferrère. Esta protección real se mantuvo durante los reinados siguientes y sirvió de paradigma para las casas de la nobleza española.

La copia de la Sagrada Familia del pajarito, óleo sobre lienzo propiedad de Patrimonio Nacional (Colecciones Reales) pudo verse en el IAACC Pablo Serrano de Zaragoza, en la exposición Hacia poéticas de género. Mujeres artistas en España: 1804-1939, que ahora podemos visitar en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

 

 

FUENTES

GONZÁLEZ NAVARRO, Carlos (coord.). Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931), Madrid, Ediciones del Museo Nacional del Prado (catálogo de exposición), 2020.

 

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