SIBILAS Y PROFETAS DE PALMA DE MALLORCA

31/01/2023


 

 

A lo largo de cinco años, el Taller de Restauración del Obispado de Mallorca, dirigido por Antònia Reig, ha restaurado el conjunto de seis esculturas ligeras (dos sibilas, y cuatro profetas) que formaban parte de una arquitectura efímera llamada Casa Santa. Se montaban para custodiar al Santísimo Sacramento la noche del Jueves Santo al Viernes Santo en la desaparecida Iglesia de Santo Domingo (Palma de Mallorca).

Estas esculturas barrocas de autor desconocido, fechadas en el último tercio del siglo XVIII, poseen una estructura o soporte de hierro, madera y telas, cartón y fibras vegetales encolados. Las capas de policromía se hallan compuestas por la aplicación de aparejo, bol y plata corlada.

Por el derribo del convento de Santo Domingo en 1836 como consecuencia de la Desamortización, las seis piezas, de gran valía artística e histórica, fueron trasladadas al templo parroquial de San Nicolás, también en Palma de Mallorca, donde permanecen desde entonces.

A excepción de la Sibila Frigia -intervenida en 2008 para participar en la muestra "Sibil·la: cant, mite i tradició", organizada por el Consell de Mallorca y Sa Nostra en torno a la famosa tradición mallorquina del Canto de la Sibila-, el resto de figuras han sido restauradas en los últimos años por el Taller de Restauración del Obispado de Mallorca: la Sibila Eritrea en 2018, los profetas Jeremías e Isaías en 2019, el rey David entre 2020 y 2021, y el profeta Jonás en 2022, año en que todo el conjunto escultórico fue revisado y recientemente presentado al completo en el templo de San Nicolás, de forma similar a como se exhibía antiguamente.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Y es que las sibilas y los profetas rodeaban el elemento principal del monumento eucarístico llamado Casa Santa: la urna que custodiaba el Santísimo Sacramento durante la noche del Jueves al Viernes Santo. Todo se disponía sobre una superficie escalonada, estando las esculturas dispuestas de lado a lado. El montaje de esta instalación requería de mucho trabajo y poco a poco se simplificó su puesta en escena hasta que, finalmente, cayó en desuso y las imágenes entraron en un avanzado deterioro debido a la fragilidad de sus materiales.

Es uno de los pocos conjuntos de su tipología (escultura ligera para monumentos) que se conserva, de ahí que su largo y costoso proceso de conservación y restauración, financiado por el Consell de Mallorca, haya sido muy necesario. Cada imagen ha precisado una media de 1.400 horas de trabajo.

Todas las imágenes de la Casa Santa habían sufrido intervenciones anteriores que las habían modificado potencialmente, tanto a nivel de soporte como de policromía. La última restauración practicada por el Taller de Restauración del Obispado de Mallorca ha retirado todos los repintes y añadidos con el fin de recuperar la estética de la plata corlada. Asimismo, ha consolidado las estructuras que conforman sus soportes, reconstruido los volumenes perdidos, y enrasado y reintegrado las numerosas lagunas pictóricas.

 

 

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