APUNTES SOBRE EL ORIGEN ICONOGRÁFICO DE LA VERA CRUZ

17/11/2018


 

 

La Vera Cruz o Lignum Crucis fue la cruz donde Jesús fue crucificado. La cristiandad consideró auténtica la reliquia de la Cruz encontrada en Tierra Santa por Flavia Julia Helena (Santa Elena), madre del emperador Constantino. La historia recogida por Santiago de la Vorágine en su "Leyenda Dorada" cuenta que la emperatriz Elena hizo demoler el templo de Venus que se encontraba en el monte calvario en Jerusalén y allí excavar hasta encontrar la Vera Cruz. La emperatriz y su hijo hicieron construir en el lugar del hallazgo un fastuoso templo, la llamada Basílica del Santo Sepulcro, en la que guardaron la reliquia.

Sin embargo, se repartieron diversos trozos de mayor o menor tamaño de la Cruz en distintos lugares, ya que la gran sacralidad de la que gozó esta reliquia no solo procede de haber estado en contacto con el cuerpo de Cristo, sino de tratarse de un instrumento fundamental de la Pasión de Jesús y, con ella, de su obra de redención.

 

 
     
     
 

 

Sobre la reliquia de la Vera Cruz ha habido, desde hace mucho tiempo, comentarios alusivos a la gran cantidad de fragmentos, astillas, etcétera, que se encuentran repartidos por todo el mundo. Algunos autores afirman que estudios científicos sobre las astillas que están distribuidas en los relicarios de toda la cristiandad, demuestran que todas juntas formarían una pequeña parte de la Cruz. Comentar como curiosidad que el fragmento de Lignum Crucis conservado en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria) es considerado por muchos el mayor de todos los fragmentos conocidos de la Vera Cruz.

La adoración a la Santa Cruz puede considerarse como una extensión de la adoración tributada a Cristo. En España la Cruz tuvo un culto esplendoroso, sólo comparable al que se le rendía en Oriente. Este culto tiene un gran arraigo popular y tradicional en la festividad de la llamada Cruz de Mayo, que el pueblo celebra con multitud de antiguas costumbres de cariz escasamente religioso, las cuales han entrado en los dominios del folclorismo. La Vera Cruz, Crucifijo y la Exaltación de la Cruz son las maneras de expresar esta advocación.

 

 
 

 

La devoción a la Vera Cruz a través de fragmentos de madera convertidos en reliquias es un precedente lejano del siglo XII de lo que mucho tiempo después a partir del XIV fue la institucionalización colectiva de dicho culto en forma de cofradías. Sánchez Herrero se inclina a pensar que al menos dos o tres fenómenos de orígenes independientes acabaron por converger en el origen de las cofradías de penitencia: el culto a la Vera Cruz en sentido pasionario, la devoción a la preciosísima Sangre de Cristo o el movimiento de los disciplinantes.

La devoción a la Sangre de Cristo, muy extendida en los siglos XV-XVI, pudo influir en el cambio del culto a la Santa Cruz, dejando de verla como la Cruz gloriosa donde Cristo vence, para convertirse poco a poco en la Cruz dolorosa en la que Cristo muere. Sin negar la divinidad de Jesús, se asiste a la progresiva humanización de su figura, especialmente a partir del siglo XIII de la mano de autores como San Francisco de Asís. Por consiguiente, según Sánchez Herrero, la devoción a la Sangre de Cristo transformará el culto a la Cruz, entendida cada vez más como el lugar donde Cristo ha sufrido su Pasión y ha muerto. Y la aparición de los movimientos de disciplinantes y flagelantes con San Vicente Ferrer en el siglo XV terminará por gestar la eclosión definitiva de las cofradías de la Pasión o de Semana Santa.

 

 
 

 

FUENTES

CÁRCEL ORTÍ, María Milagros. "Advocaciones religiosas y onomástica en la diócesis de Valencia (siglo XVI)", artículo publicado en la revista Medievalia, nº 10, Universitat Autònoma de Barcelona: Institut d'Estudis Medievals, Barcelona, 1992, p. 87.

MONTANER FRUTOS, Alberto. "Las reliquias cidanas", y DUASO PINILLA, Irene. "Otras reliquias bajo la cúpula de Miguel Ángel", intervenciones celebradas en las jornadas El culto a las reliquias: interpretación, difusión y ritos, Zaragoza, 18 de mayo de 2018.

NAVARRO ESPINACH, Germán. "Las cofradías de la Vera Cruz y de la Sangre de Cristo en la Corona de Aragón (siglos XIV-XVI)", artículo publicado en la revista Anuario de Estudios Medievales (AEM), nº 36 (2), CSIC e Institución Milá y Fontanals. Departamento de Estudios Medievales, Madrid, 2006, p. 585.

 

 
 
Las fotografías que acompañan la publicación muestran el boceto en barro del Cristo de la Vera Cruz, una talla que será realizada por el reconocido escultor malagueño José María Ruiz Montes para la hermandad homónima de Almogía (Málaga). El nuevo crucificado tomará detalles de un antiguo titular destruido en 1936 y de la imagen de Pedro Pérez Hidalgo (1941-1942), a la que reemplaza por el grado de deterioro que la misma presenta; pero siempre bajo el singular prisma del artista a la hora de recrear a Jesús muerto, con la cabeza inclinada hacia el lado derecho, los labios abiertos, abundantes regueros que manan de las Cinco Llagas en alusión a la Preciosísima Sangre de Cristo, especialmente del costado, y un paño de pureza o perizoma sobre una cruz con nudos y tocones en una clara referencia al carácter arbóreo de la misma.

 

Fotografías de Juanjo y Francisco Mayorga

 

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