LAS SECCIONES DE LA EXPOSICIÓN ENTRE DIOSES Y HOMBRES

04/11/2008


 

 

BELLEZA Y DICHA DE LOS DIOSES CLÁSICOS

La primera sección presenta -en forma de réplicas romanas- algunas de las más afamadas creaciones del arte clásico griego: del siglo V antes de Cristo obras de Fidias, Mirón y Policleto, del siglo IV otras de Praxíteles y finalmente tres originales griegos de la misma época.

Las esculturas testimonian el culto griego a la belleza y la gran capacidad de invención formal de sus artistas. Mientras que en el siglo V se presenta a las divinidades de manera hierática y solemne, en el siglo IV estas están caracterizadas con mucha naturalidad y gracia en sus movimientos y gestos como expresión de la dicha y de la gloria de unos seres divinos que viven completamente separados de los hombres una vida gozosa y eterna.

En una posición contraria se encuentran los mortales que admiran por esa razón a los dioses, pero, a su vez, se sienten doloridos por la brevedad y tristeza de su vida. Por ello, se ha incluido en esta sección tres relieves sepulcrales, cuyas escenas de duelo -por cierto muy bellas- contrastan con las imágenes de los dioses dichosos.

Sólo los atletas vencedores de las grandes competiciones griegas tenían una posición intermedia entre el hombre común y los dioses. Fueron considerados casi divinos como los héroes y se les veneraba con monumentos y estatuas tan bellas como las de los dioses. Muestra de ello son varias de las esculturas del Albertinum y del Prado.

 

 

SENTIMIENTO, SENSUALIDAD Y ALEGRÍA FESTIVA EN EL ARTE HELENÍSTICO-ROMANO

En época helenística (siglos III a I antes de Cristo) se llega a realizar composiciones escultóricas más complejas y a aplicar formulas marcadamente realistas en el tratamiento de la superficie escultórica. El resultado es una nueva vivacidad en el movimiento, una expresividad inmediata y fresca y un resplandor sensual, todo ello dirigido a los sentimientos y a los afectos del observador.

Muchas de las esculturas representadas en esta sección son originales, incluso algunas conservan la policromía antigua. Un tema predilecto del período son las fiestas con sus bailes y sacrificios en honor de Dioniso. La mayoría de las obras, como la famosa Ménade de Dresde tienen un formato más bien pequeño e íntimo, apto para decorar mansiones y jardines de particulares en época tardo-helenística y romana o para servir como ex-voto.

La representación de la belleza femenina de diosas y mujeres representa otro tema preferente del arte de este período. Los artistas no se cansan de representar a Afrodita desnuda y a las mujeres con lujosas vestimentas. Las esculturas más refinadas proceden de las ricas metrópolis del Este del Mediterráneo, y especialmente de Alejandría. Prosperan en Alejandría y en las demás capitales el teatro y la poesía y abundan esculturas de las Musas, sin embargo, son muy escasas las representaciones de actores con rasgos individuales, como el personaje de un relieve de Dresde.

 

 

IMÁGENES DEL PODER. RETRATOS ROMANOS AL FINAL DEL IMPERIO

La exhibición de retratos en espacios públicos y privados es una costumbre romana muy típica, desde los remotos tiempos de la República. No se limita a hombres, como es habitual en casi todas las culturas, sino incluye también retratos femeninos e infantiles. Las obras seleccionadas -estatuas, estatuillas, bustos y relieves de mármol y plata- datan de los siglos II a IV. Están divididas en un grupo con retratos de mujeres que testifican, con sus ostentosos peinados, el prestigio público de la mujer en la sociedad romana, y niños, muestra del cariño hacia sus miembros más jóvenes. El segundo grupo representa retratos de hombres, en su mayoría militares, que ostentan virtudes masculinas como el valor o la superioridad de espíritu.

La exposición concluye con obras de la Antigüedad tardía (siglo IV), una época en que conviven casi sin enfrentarse el viejo mundo grecorromano con sus mitos y ideas y el mundo cristiano con su creencia nueva, legalizado por Constantino el Grande. Junto con los retratos de los emperadores Constantino y Macencio, hieráticos y de mirada penetrante, casi bizantina, se exponen cuatro esculturas de tema pagano de la época del emperador cristiano Teodosio y el monumento tal vez más importante y bello de su reino, el gran Missorium de plata de la Real Academia de Historia de Madrid. El relieve de plata con Teodosio y su corte, rodeados de divinidades paganas, es el ejemplo más insigne de la convivencia de estos dos mundos.

El Missorium, conocida como el disco de Teodosio, es la única obra de la exposición que no procede de la colección de Dresde ni de la del Prado. Se trata de un gran disco de plata, una obra única y muy importante cuya presencia es fundamental para ayudar a contextualizar las cuatro esculturas de la época de Teodosio a las que acompaña en la última sala de la exposición. En los últimos 150 años únicamente se ha expuesto al público una vez, en una exposición del Palacio Real de Madrid.

 

 

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