LA ESCULTURA EN CERA. UN ARTE DELICADO Y POCO CONOCIDO

19/01/2023


 

 

El Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid (Plaza de San Andrés, 2) celebra en colaboración con Oriens (Asociación de Estudios de Oriente Próximo) la conferencia La Escultura en Cera. Introducción a un arte delicado y poco conocido, dedicada a la escultura elaborada con cera, cuyos orígenes se remontan al Antiguo Egipto, y que en pequeño formato conoció un gran desarrollo en España durante la Edad Moderna.

La ponencia tendrá lugar en el Salón de Actos del Museo, el próximo miércoles 15 de febrero de 2023 a las 19:00 horas, y la impartirá la experta Raquel Sigüenza Martín, Doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, autora de estudios sobre la materia como "Escultura en cera, el barroco y Santa Teresa de Jesús" (2015). La entrada libre hasta completar el aforo.

En multitud de ocasiones, la utilización de la cera en el ámbito artístico está unida a creencias relacionadas con la religión o la muerte, caso de los exvotos ofrecidos en multitud de iglesias, si bien el origen de dichas estatuillas se encuentra también en la Antigüedad.

Durante la Edad Media, las efigies en cera se utilizaron en fastuosas ceremonias funerarias, principalmente con motivo de las exequias reales, y se mantuvieron en uso hasta el siglo XVI.

En Sicilia, el arte de la ceroplástica tuvo un gran éxito y desarrollo, siendo el siglo XVIII su época de esplendor y dando grandes nombres a la Historia del Arte, como los de Giovanni Bernardino Azzolino o Gaetano Giulio Zumbo, si bien la escultura en cera siciliana data al menos del siglo XIV, pues en 1384 consta que incluso se realizaban con cera figuritas de santos para salir en procesión.

La Italia renacentista, y más concretamente Florencia, fue testigo del gran éxito de los "ceraiuoli", artistas dedicados a la escultura en cera, que pasó de la ofrenda votiva al estudio anatómico, y a las representaciones de hombres ilustres a tamaño natural, con las que se lograba un gran verismo, especialmente al añadirle postizos como el cabello auténtico o la vestimenta.

Por lo que respecta a otro de los grandes usos de la escultura en cera: la creación de modelos de uso científico, fue a finales del siglo XVII cuando comenzaron a aparecer. Se sabe que en la Florencia de los siglos XVIII y XIX era necesario diseccionar más de 200 cadáveres para poder llevar a cabo una única figura de cera.

 

 

Igualmente, se creaban escenas de género o se plasmaban en relieve ideas católicas. Además, el gusto por la representación de los Nacimientos impulsó el trabajo de estas figuritas en cera y la búsqueda de objetos curiosos propiciada durante el Manierismo sentó las bases para el desarrollo de esta pequeña escultura a lo largo del Barroco y el Rococó. Y aunque Florencia se erige como uno de los centros más importantes, se conocen igualmente artistas venecianos o genoveses -además de sicilianos-, y desde Nápoles, este delicado arte llegó hasta España, donde grandes escultores utilizaron la cera para realizar modelos de las obras encargadas que después mostraban a sus clientes, y aunque escasamente estudiados y muy poco conocidos, también hubo artistas, ya entrado el siglo XVII -Juan de Revenga, fray Eugenio Gutiérrez de Torices o José Calleja-, que trabajaron en este material obras de arte consideradas como tales.

Además, en ferias y circos se hizo habitual la exhibición de retratos en cera de personajes famosos y, a lo largo del XVIII, el ámbito cortesano y el espíritu de la Ilustración facilitaron el desarrollo de galerías de personajes ilustres modelados en este material. A finales de esta centuria y principios de la siguiente, los negocios de entretenimiento y diversión tenían un gran éxito y, por ejemplo, en el gabinete de curiosidades del físico germano-suizo Christopher Curtius, abierto en 1770 en el boulevard parisino de Saint Martin, se mostraban figuras de cera, destacando unas de carácter erótico y pequeño tamaño, muy apreciadas por la aristocracia coetánea. Existieron también en Madrid estos locales, con figuras de la familia real y modelos anatómicos.

Margarita Estella recoge, como las noticias documentales más tempranas en lo que a figuras de cera en España se refiere, que las colecciones reales guardaron pequeños Niños, como lo asevera el hecho de que el inventario de Ambrás de 1596 reflejara dos de ellos, uno dormido y el otro llorando.

Junto con los Niños, otro de los asuntos más repetidos en España son las parejas de ánimas, una salvada y otra condenada, así como las estrechamente relacionadas postrimerías (muerte, Juicio Final, infierno, y gloria, aunque en las ceras se sustituía con frecuencia el Juicio por el purgatorio y en ocasiones se unía la figura de un niño, como imagen del alma o del limbo), motivos ambos que responden a las ideas de reflexión sobre la muerte, divulgadas a principios del XVII por órdenes como los jesuitas o los filipenses.

Los granadinos hermanos García, famosos por sus trabajos en terracota policromada, eran también citados en 1600 como los más grandes ceroplastas de todo el continente, aun cuando no tenemos en la actualidad conocimiento de que ninguna de esas obras haya sobrevivido.

No podemos olvidar, al tener la escultura española del Barroco un profundo carácter devocional, las pequeñas figuritas sacras realizadas en cera policromada que iban insertas en urnas acristaladas -llamadas escaparates- o incluso en los frentes de algunos muebles, en este caso como motivo decorativo.

Todo ello nos ofrece un panorama que refleja una nada desdeñable cantidad de piezas en territorio español, muchas de ellas poco estudiadas; si bien sus representaciones iconográficas no tienen la riqueza y variedad del patrimonio italiano, donde la tradición se mantiene con artífices que aún hoy en día se dedican a la ceroplástica, y se encuentran escenas de ambos Testamentos, desde Adán y Eva o el Juicio de Salomón a Cristo y la Samaritana o la Piedad, una gran variedad de santos, así como retratos y réplicas de obras pictóricas.

 

 

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