CÁNDIDA GRANDA Y SU RELEVANCIA EN LOS TALLERES DE ARTE DE SU HERMANO FÉLIX

11/10/2022


 

 
 
Fotografía de Cándida Granda (Fundación Félix Granda)

 

Ha sobrevivido hasta nuestros días una empresa ya más que centenaria, Talleres de Arte Granda, que conserva un archivo ligado a su producción de extraordinaria riqueza, a pesar de haberse visto mermado a lo largo de los años. La empresa fue fundada en Madrid a comienzos del siglo XX por Félix Granda y Buylla (1868-1954), un asturiano ordenado sacerdote en 1891 que se trasladó a la capital de España en esa misma década.

Director artístico y pintor, Félix Granda fundó su empresa para renovar el arte cristiano en un momento de decadencia artística, sobrevenida según el sacerdote por dos causas principales: la pérdida del simbolismo y el empleo de los modernos sistemas de fabricación industrial. Granda planteó y diseñó obras sacras, en su mayoría, que solían enmarcarse en las llamadas artes decorativas, y cuya ejecución encargaba a plateros, ebanistas y artífices de distintos oficios, además de contar con escultores y artistas de otras disciplinas.

En 1903 se estableció en el Hotel de las Rosas, en un terreno del Hipódromo de la Castellana que adquirió junto al matrimonio formado por Santiago Sampil y por su hermana Cándida Granda (1878-1959). La naciente empresa, convertida en sociedad anónima en 1913, tomó el nombre de Talleres de Arte, lo que, a pesar de su ambigüedad, definía su carácter a la perfección, pues era, en efecto, un conjunto de talleres: modelado de ceras para fundición; platería; joyería; marfiles; escultura y talla; pintura (dorado y policromía); decoración (escayolas y yesos); fundición; broncistas; cincelado, grabado y esmaltes al fuego; baños galvánicos; y ebanistería y carpintería. A ellos se suma la existencia de hornos para cerámica, el departamento de dibujo, donde se preparaban los diseños, y el estudio de pintor del propio Félix Granda, empleado al parecer con más frecuencia como escenario para montaje de obras de gran formato para su exhibición y fotografiado.

De entre todas sus áreas de Talleres de Arte destacó siempre de manera especial en sus obras de platería y bronces, que la propia empresa denominaba, a modo de término que englobaba todos sus trabajos en metal, como orfebrería. Aunque la misión de la empresa siempre estuvo principalmente dirigida a la realización de un arte sacro de calidad, tuvo también una importante producción de obra civil, caso de la platería civil, la joyería, la decoración de interiores y la realización de placas conmemorativas y monumentos.

Talleres de Arte tenía en común con los pequeños talleres u obradores, aún abundantes en la época, el método de trabajo manual, apegado a la tradición de los oficios, pero se diferenciaba de ellos en su forma jurídica y magnitud. Su número de trabajadores antes de 1937 osciló entre los 50 y los 120, si bien en la década de 1940 superó los 200. El Hotel de las Rosas era un lugar, hoy prácticamente desconocido, donde bullían las artes decorativas y en torno al cual se concentraron, bien como trabajadores o colaboradores puntuales, un buen número de los artistas dedicados total o parcialmente a esta esfera creativa del primer tercio del siglo XX, como José Capuz, Luis Ortega Brú, Julio Vicent Mengual, Germán Gil Losilla o Enriqueta Huerta.

A diferencia de la producción en serie en otras empresas como El Arte Cristiano en Olot, la prioridad que se daba en los Talleres de Arte al trabajo manual se traducía en un método de trabajo enriquecedor, en el que los diseños rara vez se repetían, en especial en lo tocante a su ornamentación. Aunque contenida bajo la dirección de los hermanos Granda, la creatividad de artistas inteligentes y hábiles como los citados anteriormente, modificaban y alteraban el resultado final de los diseños, siempre en el caso de los puestos laborales que contaban con la flexibilidad necesaria para una participación directa en el proceso creativo.

 

 
 
 
 
Cándida Granda, modelo para las pinturas de una capilla madrileña
Fotos: Fundación Félix Granda

 

Un interesante artículo de Emilia González Martín del Río, investigadora independiente, para la revista Anales de Historia del Arte, editada por la Universidad Complutense de Madrid, aporta una somera descripción de la empresa y de los fondos que atesora su archivo privado, compuesto por más de 70.000 unidades entre planos, dibujos, láminas, estampas, modelos de metal y escayola, documentos y fotografías. Un archivo de un valor extraordinario que, según González Martín del Río, merece ser objeto de una catalogación en profundidad que facilite el acceso a otros investigadores y garantice su conservación.

Gracias al encomiable trabajo de la investigadora conocemos las fuentes de inspiración de los Talleres de Arte, muchas de ellas francesas como el "Repertoire des Artistes" editado por Charles-Antoine Jombert, el repertorio de Raguenet, los diseños de Liénard o los cartones de la Manufacture Nationale de Sèvres. También hay piezas que reproducen escenas tomadas de obras pictóricas o escultóricas, caso de la arqueta de Leyre, vaciados en escayola de la Real Academia de San Fernando o relieves de la sillería de la Catedral de Toledo. Igualmente existen obras basadas en modelos reales que posaban y eran fotografiadas en los Talleres de Arte.

Entre dichas modelos se encuentra la citada Cándida Granda, hermana del fundador, cuya gran importancia en la empresa González Martín del Río reivindica en varias ocasiones. Aunque existen pocos vestigios que nos permitan precisar sus funciones con detalle, en efecto el papel de Cándida fue muy destacado.

Por ejemplo, todo apunta a que la mayor parte de las fotografías tomadas en los primeros años de los Talleres de Arte sean obra suya, tanto fotografías de piezas finalizadas para conformar un muestrario, como otras en las que se detecta una intención artística. En este último grupo existen algunas que debieron ser tomadas por Félix Granda, pues en ellas aparece Cándida posando como modelo, junto con otra de sus hermanas -María quizás, tal y como propone la investigadora-, para las pinturas que Félix realizó hacia 1898 con destino a la capilla de las religiosas de María Inmaculada o del Servicio Doméstico en la madrileña calle de Fuencarral.

Asimismo, Martín del Río afirma que las propuestas de diseño que debía realizar la sección de dibujantes estaban, como hemos apuntado, bajo las indicaciones de los hermanos Cándida y Félix Granda, e incide en el especial vínculo del taller de joyería con la figura de Cándida Granda, pues todos los testimonios indican que este archivo y sección estaban particularmente bajo su dirección.

Por otro lado, los clientes de estos Talleres de Arte, que estaban a medio camino entre el obrador tradicional y la gran fábrica, realizaban sus encargos bien directamente a Félix Granda en sus viajes comerciales, o bien en la sede central de la empresa ubicada en el Hotel de las Rosas, donde eran atendidos por Cándida Granda y las sobrinas del sacerdote, en especial por Elvira Sampil Granda, hija de María y de su cuñado Santiago. También trabajaba con Félix y Cándida otra sobrina llama Maruja Granda -hija de otro de sus hermanos, el comerciante Celso Granda-, quien además, según González Martín del Río, vivió con ellos y les cuidó en su vejez.

 

 
 
Hotel de las Rosas
Foto: Fundación Félix Granda

 

FUENTES

GONZÁLEZ MARTÍN DEL RÍO, Emilia. "El archivo de los Talleres de Arte de Félix Granda y su aplicación al proceso creativo", artículo publicado en la revista Anales de Historia del Arte, nº 32, Ediciones de la Universidad Complutense de Madrid, 2022, pp. 289-326.

 

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