LA PIEDAD DE MIGUEL ÁNGEL. HISTORIA DE UNA RESTAURACIÓN

Con información de Victor Manuel Grimaldi Céspedes (24/05/2013)


 

 

El domingo 21 de mayo de 1972 la famosa Piedad de Miguel Ángel, expuesta en la basílica de San Pedro, fue atacada a martillazos por un turista, que consiguió eludir a los vigilantes. Laszlo Toth, un geólogo australiano de origen húngaro con graves problemas mentales, se lanzó contra la obra gritando "Soy Jesucristo resucitado de entre los muertos" y la golpeó quince veces, desfigurando el rostro, rompiendo el brazo izquierdo y lesionando el codo de la obra, de la que se desprendieron cincuenta fragmentos.

El agresor, que entró como si fuera un peregrino más dispuesto a recibir la bendición papal, vestía camisa roja y esmoquin negro en el que escondía un martillo. Logró burlar la seguridad entre la multitud, se alzó sobre la barandilla de mármol y arremetió en apenas unos segundos contra la Piedad, siendo enseguida reducido y detenido. Los daños afectaron sobre todo a la nariz, los párpados y la mano izquierda de la Virgen. 

Cuarenta y un años después, los Museos Vaticanos han dedicado una jornada de estudios a la reconstrucción de esta escultura marmórea. La jornada, titulada La Piedad de Miguel Ángel. En Memoria del 21 de Mayo de 1972; Historia de una Restauración, se ha dirigido a analizar la compleja y delicada tarea de reparación efectuada entre 1972 y 1973 en los laboratorios de los Museos Vaticanos, bajo la responsabilidad del que por entonces era su director general, el brasileño Deoclecio Redig de Campos.

La Piedad está considerada como la primera obra maestra de Miguel Ángel -que tenía poco más de 20 años de edad cuando la esculpió- y la única firmada por el célebre artista; concretamente, en la cinta que sostiene el manto de la Virgen, donde se lee "Michel A(N) Gelus Bonarotus Florent(Inus Faciebat".

Gracias a la existencia de numerosos calcos, y reutilizando, en la medida de lo posible, los fragmentos originales junto con una mezcla de cola y polvo de mármol, fue posible reintegrar la obra con fidelidad.

 

 

Dicha jornada de estudios reveló, entre otras cosas y gracias a los documentos conservados en la Fábrica de San Pedro, los diversos lugares de destino de la estatua antes de su colocación, en 1779, en la primera capilla situada en la nave de la epístola de la Basílica Papal de San Pedro; donde es visible hoy, aunque protegida tras el atentado, por un grueso cristal que la separa de los visitantes.

La única vez que la Piedad salió del territorio vaticano fue en el año 1964, rumbo a la Exposición Universal de Nueva York, donde fue admirada por más de 21 millones de personas. En esa ocasión el fotógrafo vienés, afincado en Estados Unidos, Robert Hupka la inmortalizó en su famoso libro titulado Un Acto de Amor. Otro detalle poco conocido son las coronas con que la devoción popular adornó la cabeza de la Virgen a lo largo de los siglos, como explicó el arqueólogo Pietro Zander.

La jornada de estudios contó con la proyección del documental, restaurado, en color, y en formato digital, La Violencia y la Piedad, realizado en exclusiva mundial por el recientemente fallecido Brando Giordani en colaboración con el Departamento de Cultura de la RAI, que narra todo el proceso de reconstrucción de la estatua. El documental se filmó por expresa voluntad del papa Pablo VI, que llegó a comparar la Piedad destrozada con la imagen de una Iglesia en lágrimas agredida por el mal.

También otra celebre escultura de Miguel Ángel, el David que se encuentra en la Galleria dell'Accademia de Florencia, fue agredida a martillazos por un demente en 1991, que rompió los dedos de su pie izquierdo.

La restauración, que corrió a cargo del Opificio delle Pietre Dure de Florencia -la misma entidad que está restaurando la efigie marmórea de San Juan Bautista Niño del municipio jiennense de Úbeda (imagen inferior), que algunos expertos atribuyen, no sin controversia, a Miguel Ángel-, servirá de introducción a una de las iniciativas de los Museos Vaticanos: la creación de una gliptoteca virtual, con modelos tridimensionales y clones de las obras más valiosas de sus colecciones, para hacer frente a cualquier tipo de emergencia.

 

 

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