LOS CRUCIFICADOS DE DONATELLO

Con información de Maria Paola Forlani (29/11/2015)


 

 

 

Aunque Donatello (1386-1466) y Brunelleschi (1377-1446) fueran amigos y participaran de los mismos postulados de renovación artística, la personalidad de ambos artistas florentinos es muy diferente.

Para Brunelleschi, la relación entre el hombre y el mundo que le rodea es una relación pacífica, basada en el razonamiento humano, en virtud del cual existe un dominio sobre todas las cosas, pues tanto la razón como las leyes matemáticas, eternas y universales, parten de un mismo funcionamiento; sin embargo, en opinión de Donatello, la relación hombre-mundo es una relación dramática, pues no hay una verdad cierta e inmutable, fruto del cálculo matemático; la verdad es, por un lado, la investigación -una conquista diaria para el hombre- y, por otro, la lucha -el medio ambiente en el que vivimos no es fácil-; por lo tanto, para Donatello, cada día hay que ser incansable y dolorosamente duro con nuestro entorno.

Contaba Giorgio Vasari que Donatello, tras esculpir un Cristo en madera, se lo enseñó a Brunelleschi para conocer su parecer. Su amigo le criticó, acusándole de haber tallado a un campesino y no al hijo de Dios, cuyo cuerpo debía ser delicado y perfecto en todas sus partes de acuerdo con el mejor de los nacidos. Brunelleschi respondió con otro Cristo, también en madera. Ante tanta maravilla, Donatello le dijo que Dios le había concedido el don de hacer cristos y a él campesinos.

Muchos dudan de la veracidad de dicha anécdota, pero sí identifican al Crucificado del templo florentino de la Santa Croce (1406-1408, imagen superior) como el Cristo de Donatello al que se refiere Vasari.

 

 

 

El Crucificado en madera que se conserva en la Iglesia de Santa Maria dei Servi de Padua (imagen superior) fue atribuido a Donatello hace algunos años por Francesco Cagliati, historiador de la Universidad de Nápoles (UNINA), quien, sobre la base de la investigación realizada por Marco Ruffini, ha restituido a la escultura su paternidad, certificada igualmente por fuentes mucho más antiguas, pero pronto olvidadas.

Recientemente restaurado, el Crucificado lígneo de Padua tenía la apariencia de un bronce debido a una gruesa capa de repintes. Confiada la obra a la atención especializada de los restauradores, ha sido descubierta tanto la finura extraordinaria de la talla como su esquema polícromo original, en gran parte conservado.

Si antes de la restauración la atribución de Cagliati levantó prudencia, e incluso suspicacias, entre la comunidad científica, hoy día su pertenencia a Donatello no deja lugar a dudas. La talla tuvo que ser realizada durante la estancia del artista en Padua, entre 1443 y 1453, cuando realiza sus otras obras maestras para la ciudad: la estatua ecuestre del Gattamelata y el altar y el Crucifijo de bronce para la Basílica de San Antonio.

Ha sido el cuidado y la protección de sus numerosos devotos -quienes también hablan de Donatello como el autor de la Virgen gótica que se conserva en el mismo templo-, lo que ha asegurado que este Crucificado se conserve, pues muchas efigies sacras de Padua fueron destruidas o dispersas a lo largo de los siglos.

 

 

 

Al igual que todas las piezas magistrales de Donatello, el Crucifijo de bronce de la Basílica de San Antonio, encargado por la Cofradía del Arca a finales de 1443 o principios de 1444, es un trabajo absolutamente pionero en su género; de hecho, es el Crucificado a tamaño natural en metal fundido más antiguo de entre los que se conocen en suelo italiano, y como tal inauguró una renovación "a la antigua" de la milenaria tradición de los Crucificados monumentales que luego dio otros frutos de excelencia durante más de tres siglos.

Debido a las dificultades económicas y técnicas que la elección de bronce planteaba a los artistas y mecenas de la época, el reto emprendido por Donatello con esta obra (imagen superior) se repitió solo una vez en el siglo XV y fue en la Catedral de Ferrara (1450). Esta imagen fue realizada por Niccolò Baroncello, discípulo de Donatello, y nunca ha superado, pese a ser también pieza magnífica, su carácter gregario del modelo de Padua.

Después de 1449, la historia del Crucificado en bronce tendría que esperar todo el tardorrenacimiento y parte del Barroco para recuperar las cotas de calidad conseguidas por Donatello. No fue hasta la llegada de los maestros Giambologna, Algardi y Bernini cuando volvemos a encontrar creaciones de una valía similar.

 

 
     
     
Crucificado de Padua antes y después de la retirada del repinte

 

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