La obra Las Hilanderas es una de las últimas creaciones de tema mitológico pintadas por Diego Velázquez, así como una de sus composiciones más ambiciosas y complejas. Como en el caso de otra obra cumbre velazqueña, Cristo en Casa de Marta y María, el núcleo de la acción se encuentra al fondo, tras una escena aparentemente costumbrista. Sin embargo, los cuarenta años que median entre ambas piezas no habían pasado en vano, y el pintor sevillano se convirtió en ese tiempo en uno de los narradores más sutiles de su época.

A través del color y la perspectiva aérea, Diego Velázquez consiguió establecer una relación muy fluida entre los diferentes planos espaciales del cuadro e integrar en una unidad los numerosos elementos con gran valor narrativo. Las protagonistas de la escena son la diosa Palas y Aracne, una joven mortal que poseía una extraordinaria habilidad para el arte de la tapicería.

Tras discutir sobre sus respectivas facultades, la diosa, herida en su soberbia, convertirá a su rival en araña, argumentando que había osado representar los amores de Júpiter, su padre. Uno de esos episodios aparece en el tapiz del fondo, que está basado en el Rapto de Europa que pintó Tiziano para el rey Felipe II y fue copiado en 1628-1629 por Pedro Pablo Rubens, quien se acercó a la obra de su predecesor con voluntad de aprender y de medirse con él. Original y copia eran dos de las pinturas más prestigiosas de las colecciones reales.

En el Siglo de Oro, la contienda de la diosa Palas Atenea y Aracne se vinculó con la idea de que no hay nadie tan perito en su arte que no sea susceptible de mejorar en el futuro. Era un tema presente en los tratados artísticos de la época, y el sevillano Diego Velázquez, probablemente, quiso actualizarlo mediante el ejemplo histórico de Rubens enfrentándose a la obra de su predecesor Tiziano.

El cuadro, conservado en el Museo Nacional del Prado de Madrid, incluye otros contenidos que tienen carácter histórico-artístico, como la transformación de la materia en la forma creativa, que estarían representadas, respectivamente, por las hilanderas del primer término y la diosa y su rival discutiendo ante el tapiz.