EL SACRIFICIO DE ISAAC

Con información de Manuel Jesús Carrasco Terriza y Elías Rodríguez Picón (17/09/2015)


 

 

Para probar la fe de Abraham, Dios le ordenó que le ofreciera en sacrificio a su hijo, Isaac. Llegaron al lugar del holocausto, Abraham montado en su asno e Isaac portando la leña para el sacrificio. El padre ató a su hijo, lo puso sobre el altar y empuñó el cuchillo que llevaba. Entonces se apareció un ángel que le detuvo la mano diciendo: "Ahora sé que respetas a Dios, porque no me has negado a tu hijo". Abraham levantó los ojos y vio un carnero en unos matorrales y lo sacrificó en sustitución del joven (Gn 22, 2-19).

Este tema del Antiguo Testamento primó en la iconografía medieval como prefiguración del sacrificio llevado a cabo por Jesucristo. Isaac con la leña a cuestas alude a Jesús portando la cruz, el carnero se convirtió en el Señor crucificado, las púas de los matorrales fueron la corona de espinas, y así sucesivamente.

 

 
 

 

Siguiendo un marcado canon pictorialista, Elías Rodríguez Picón ha llevado a cabo una obra que, como suele ser habitual, presenta a Abraham como eje central de la composición; justo en el momento en que el cielo se abre para dar paso al ángel, que detendrá el estilete del patriarca. Por su parte, el niño Isaac aparece tendido, atado y lloroso ante su inmolación, no en una actitud muy sumisa como suele ser lo normal.

Junto a esta creación fotográfica, el artista onubense ha realizado dos complementarias (imágenes inferiores) que muestran a Abraham tras la irrupción del invisible ángel, con los brazos abiertos ante su imponente presencia, y a Isaac -de nuevo el hijo del autor como modelo- mirando al espectador como si se tratara de un retrato.

 

 
 

 

FUENTES: CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús; GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y JUAN AURELIO Pérez,
Ave Verum Corpus: Cristo Eucaristía en el Arte Onubense, catálogo de la exposición, Huelva, 2004, p. 202.

 

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