UNA OBRA DE JUAN PASCUAL DE MENA EN EL MNE DE VALLADOLID

30/03/2007


 

 

Santa María Egipcíaca o Santa María de Egipto es una santa penitente cuya festividad se celebra el 1 de abril. Llamada así por ser oriunda de Egipto, pasó media vida de mortificaciones en el desierto como expiación por los pecados cometidos durante su juventud. Pese a que su existencia transcurrió en el siglo V, en ocasiones suele ser confundida con Santa María Magdalena, especialmente cuando es recreada para el culto en plena purgación de sus culpas. Falleció el Viernes Santo, tras revelar a un sacerdote la verdad de su calvario.

En el Museo Nacional de Escultura (MNE) de Valladolid existe una espléndida representación de la santa, creación del prestigioso escultor Juan Pascual de Mena (Villaseca de la Sagra, Toledo, 1707 - Madrid, 1784). Su obra más conocida, pese a que fue concluida por sus discípulos José Rodríguez Díaz, Pablo de la Cerda y José Guerra debido al fallecimiento del maestro, es la madrileña Fuente de Neptuno, realizada en mármol blanco entre 1780 y 1784 por encargo del rey Carlos III, siguiendo un diseño del arquitecto Ventura Rodríguez.

Otras piezas llevadas a cabo por nuestro artista son las esculturas del retablo mayor y de los retablos colaterales y laterales de la Parroquia de San Nicolás de Bari de Bilbao, consideradas como las mejores imágenes sacras del siglo XVIII que se conservan en la provincia de Vizcaya. También son dignas de mención las esculturas pétreas de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza (1769) que ocupan la fachada de la Real Iglesia de San Isidro de Madrid, así como varias figuras de reyes para el Palacio Real de la capital de España.

En la talla de Santa María Egipciaca, Juan Pascual de Mena, quien llegó a ejercer de Director de Escultura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, conjuga las movidas formas del barroco con el aristocrático refinamiento de las formas neoclásicas, detalle que caracterizó sus obras sacras; de la que también son buen ejemplo el Cristo de la Buena Muerte del templo madrileño de San Jerónimo el Real o sus efigies para la Capilla de San Ildefonso de la Catedral de Toledo. Todas ellas poseen actitudes teatrales, rigidez en los pliegues de los ropajes y policromías aplicadas en tonos lisos, prescindiendo de motivos decorativos.

En el caso concreto de la santa de Egipto, recreada durante su penitencia en el desierto, el escultor se inspira en el famoso modelo de la Magdalena Penitente, realizado en Málaga por Pedro de Mena y conservado también en el MNE de Valladolid. Del prototipo toma, sobre todo, la complicada labor en la larga cabellera, la mirada proyectada en la calavera -Crucifijo, en el caso de la María Magdalena de Mena-, que sostiene en la mano izquierda mientras lleva la derecha al pecho, y los ascéticos ropajes, prescindiendo del dramatismo de la escultura barroca para dulcificar la expresión y hacer más apacible el simulacro de cara al espectador. También reemplaza el cromatismo mate por una policromía aplicada a pulimento, más propia de la época.

 

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