DOÑA SEBASTIANA Y LA CARRETA DE LA MUERTE

27/10/2018


 

 
 

Carreta de la Muerte

Anónimo de Nuevo México
Hacia 1890-1910.
Madera, piel, cabello y policromía
64,1 x 35,6 x 67,3 cm
Brooklyn Museum (Nueva York)

 

La Carreta de la Muerte es un tosco carro de bueyes en el que va sentado un esqueleto vestido de negro, a veces con una capucha sobre la cabeza al estilo monje, a punto de disparar una flecha con el arco. Esta figura de la muerte se la llama popularmente Doña Sebastiana, aunque también se la conoce como Nuestra Comadre Sebastiana. Su imagen se puede encontrar en muchos libros de arte popular de Nuevo México (USA); de hecho, hay documentación de una Doña Sebastiana tallada en un carrito desde la década de 1860.

Doña Sebastiana es temida y respetada, pero uno la encuentra en la poesía popular, los cuentos y las peculiares narrativas humorísticas de los escritos de Nuevo México. Su origen está en la visión mexicana de la muerte -la Santa Muerte, venerada en toda América-, heredera a su vez de la española. Los colonos españoles la introducen en el siglo XVI en territorios como México, Perú -donde se venera como Arquero de la Muerte (ver enlace)- y los actuales estados norteamericanos de Colorado, Arizona y Nuevo México, siendo todavía honrada en las comunidades hispanas del norte de Nuevo México y el sur de Colorado; de hecho, este modelo de carreta deriva de los típicos carros de bueyes utilizados por los agricultores de la zona.

Doña Sebastiana, como ángel femenino de la Muerte, sirve como recordatorio de la mortalidad humana y de la importancia de prepararse para una buena muerte a través de plegarias y actos virtuosos. Podría ser que la presencia del arco y las flechas -una indicación de lo imprevisible de la muerte- asocien este simulacro con el mártir europeo Sebastián y su tormento. En España, la muerte se retrataba con una guadaña en la mano, no con el arco y las flechas, lo que sugiere que, al norte del río Bravo, podría haberse dado una superposición entre la figura del Cristo y la de San Sebastián, representado típicamente con flechas en el costado. El nombre del santo posiblemente sufrió un cambio al femenino y su figura se asoció a la de la muerte con arcos y flechas, dando vida así a Doña Sebastiana, precursora o "prima chicana" de la Santa Muerte.

La continuidad de la vida, la invariable transición de un mundo a otro, es una creencia cristiana común, junto con la convicción de que uno siempre debe estar preparado para la otra vida. Doña Sebastiana representa la incertidumbre de la vida y la brusca irrupción de la muerte. Un roce de su flecha podría indicar que la muerte está cerca. Para los colonos españoles y mexicanos en Nuevo México, un arco y una flecha representaban la amenaza de los indios, además de ser su principal arma de caza.

Su aspecto es realmente inquietante: un esqueleto de madera tallado a mano y sin pintar, con el pelo blanco y salvaje, el cuerpo demacrado, los ojos huecos, la boca cavernosa, los dientes prominentes y los escuálidos dedos sosteniendo el arco con la flecha preparada.

Pese a que la imagen de Doña Sebastiana era y sigue siendo muy común en Europa -sobre todo en los osarios y criptas de las Cofradías de la Buena Muerte, en las iglesias dedicadas a las Parcas, en las pinturas de las danzas macabras y en las vanitas-, el clero católico europeo de la época se escandalizó de un culto que consideraba morboso, sanguinario y blasfemo -practicado por indios y campesinos en su mayoría- e intentó destruir todas las representaciones de la muerte que la misma Iglesia había traído del Viejo Continente. Fueron esfuerzos vanos, pues las comunidades religiosas, sobre todo en Nuevo México, se tornaron cada vez más fanáticas: aspiran a imitar la vida y la pasión de Cristo, reproducen todas las fases del martirio de Jesús en la Pasión y las ceremonias culminan con la crucifixión simulada de uno de los penitentes. Son procesiones parecidas a la de Iztapalapa, en Ciudad de México, aunque más sanguinolentas e inhumanas.

En la imagen superior vemos una versión más pequeña de las carretas de la muerte llevadas por los hermanos penitentes durante las procesiones de Semana Santa, en especial por las procesiones públicas de disciplinantes cuyo origen se encuentra en España, que reviven la tristeza y el sufrimiento de los últimos días de Cristo. En ellas, algunos penitentes practican la autoflagelación con látigos, otros arrastran enormes y pesadas cruces, y otros estas carretas de la muerte, cuya exhibición pública advierte a las gentes que mantengan sus almas preparadas para el momento en que ocurra la muerte, incluso si llega sin previo aviso.

En cambio, en la inferior vemos una de las grandes imágenes esculpidas de la Muerte montada en un carro, realizada a un tamaño cercano al natural, a la manera de las usadas en las iglesias y procesiones religiosas de Europa desde la Edad Media para representar la inevitabilidad de la muerte.

 

 
 

Carreta de la Muerte

José Inez Herrera
Hacia 1890-1910.
Madera, yeso, cabello, seda, plumas y policromía
121,9 x 63,5 cm
Denver Art Museum

 

FUENTES

CASTRO, Rafaela. Chicano Folklore: A Guide to the Folktales, Traditions, Rituals and Religious Practices of Mexican Americans, Oxford University Press USA, 2001, p. 87.

LORUSSO, Fabrizio. "La precursora Doña Sebastiana", artículo publicado en La Jornada Semanal, suplemento cultural de La Jornada, nº 1026, Ciudad de México, 02-11-2014.

 

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