LOS MURALES BARROCOS RECUPERADOS EN HERENCIA (CIUDAD REAL)

03/02/2023


 

 
 

 

La empresa Da Vinci Restauro S.L. (Madrid) concluyó recientemente los trabajos de recuperación y restauración de las espléndidas pinturas murales barrocas de la capilla del Sagrario de la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción del municipio manchego de Herencia (Ciudad Real), las cuales estuvieron ocultas durante más de 100 años bajo muchas capas de pintura, cal y yeso. Es su segunda intervención en la localidad, después de restaurar entre mayo y junio de 2022 los murales de la Ermita de la Labradora, también del siglo XVIII.

Las tareas de recuperación y restauración de los murales de la capilla parroquial del Sagrario comenzaron en julio del pasado año 2022. El equipo de restauradores trabajó en ello durante más de cinco meses. Las pinturas, realizadas en 1743, se encontraban tapadas bajo diversas capas de cal, temple, pintura plástica y yeso. Al inicio de los trabajos de restauración se realizó una serie de catas en diversas zonas de la bóveda con escalpelo y humectación controlada. Los colores originales comenzaron a vislumbrarse y marcar el esquema compositivo de esta obra barroca, en las pinturas murales que decoran plementerías, nervios y cornisa. Un estudio estratigráfico confirmó que la técnica artística empleada fue temple a la cola.

La adhesión de los repintes que ocultaban los murales originales era irregular. Unas zonas se desprendían con facilidad, mientras que otras tenían un agarre considerable al poro de la superficie, dificultando su eliminación. El procedimiento artístico al temple es muy sensible a las condiciones de humedad relativa elevada. Por este motivo se realizó una segunda fase de eliminación, más exhaustiva.

El principal interés de Da Vinci Restauro era eliminar el mayor número de escamas y lascas de temple blanco y color crema. Entre dichas capas de temple y la pintura original se interponían diversos estratos de cal. Para elaborar el proyecto se eliminó la mayor superficie posible, porque el objetivo era detectar cuánto original había. Descubrir los materiales ocultos ayudaría a determinar patologías y tratamiento de restauración.

 

 
     
     
 

 

Los trabajos de recuperación y restauración de los murales comenzaron por la bóveda. Cada jornada de la primera fase estuvo llena de sorpresas: caras de ángeles, volutas, filacterias, flores y frutos se revelaban tras muchas décadas en estado latente. Una vez extraídas las escamas, que salían con facilidad, se pudo determinar el esquema compositivo con los colores empleados. Se localizaron las zonas que presentaban problemas de humedades y grietas, así como el estado del mortero. Tras esta fase se pudo realizar un mapa de daños, y búsqueda de tratamiento de restauración para frenar las causas de deterioro de las pinturas murales.

Uno de los factores de alteración era la presencia de humedades localizadas. Detrás de la bóveda, en el muro oeste, había mucho palomino de aves, materia que retiene humedad. Tras comunicarlo Da Vinci Restauro a la Parroquia de la Inmaculada, actuaron de manera rápida y se extrajeron dichos restos biológicos. El revoco en dicha zona estaba muy húmedo, y durante el resto de la obra se estuvo aireando con un ventilador para evitar la condensación y así favorecer la evaporación de tanta agua retenida. Este factor de alteración provocó la pérdida de pintura original por la disgregación del intonaco en dicha zona.

Eran muchas las grietas presentes en la superficie. En la mayoría de los casos habían sido cubiertas por yeso, aplicado de manera ruda sobre la pintura original. De todas las grietas, la más preocupante por su importancia y profundidad estaba en el centro de la bóveda y atravesaba de norte a sur toda la capilla. En el pasado fue cubierta por un cemento aplicado de manera irregular que provocaba tensiones. El objetivo de los restauradores fue eliminar los materiales ajenos a las pinturas barrocas, sustituyéndolos por morteros acordes con los movimientos de la arquitectura. La grieta de la clave del arco se rellenó y consolidó de manera conveniente, y finalmente se niveló hasta donde fue posible. Los movimientos del edificio habían fracturado superficies en aristas y desnivelado en forma de escalón. Las grietas de menor calibre se trataron previo estudio localizado, y en general se trataron inyectando resina acrílica con carga de cal (PLM).

Muchas zonas de la superficie tenían el temple blanco muy incrustado en el poro de la capa pictórica original, que recordemos también es temple. Estas zonas se limpiaron humectando y aplicando geles con un tiempo de actuación controlado. Luego se empleó bisturí y escalpelo en una labor minuciosa y bastante ardua. Los restos de cal que recubrían la capa pictórica original estaban muy pulverulentos, y se eliminó principalmente por medios mecánicos. Una vez limpia la superficie original, se redactó un segundo proyecto de intervención que nos sirviera de guía para el proceso de reintegración.

 

 
 
 
 
 
 

 

El tratamiento de reintegración cromática se apoyó en el estudio iconográfico elaborado por la historiadora y restauradora de Da Vinci Restauro, Emma Zahonero. A medida que los colores salían a la luz durante la restauración, la obra iba dando pistas sobre su origen, realización y significación religiosa y cultural.

Los elementos iconográficos aparecidos en esta magnífica obra barroca que estaba oculta, revelan que fue elaborada por un artista culto, con un lenguaje plástico documentado en grabados del siglo XVII. Se representan los elementos de la Tota Pulchra, algunos de los cuales son de la letanía lauretana y otros del Cantar de los Cantares, elementos que forman parte de las representaciones de la Virgen Inmaculada.

El remate del ático de uno de los retablos barrocos posee el escudo de los dominicos, que serían los comitentes de la ejecución de las pinturas murales. Dicho escudo es una cruz con lirios en sus extremos, el "stemma liliatum" similar a la cruz de Calatrava, pero blanco y negro. Un rosario envuelve la composición. En la clave de la bóveda hubo una obra pictórica, como indican los restos de lino y tachuelas que enmarcan el cuarterón central. Esta zona estaba muy perdida, y por las pequeñas escamas que quedaban, se ha podido recomponer el esquema compositivo. Las filacterias indican que la escena podría representar la Coronación de la Virgen.

Gracias a los restos de tejido y tachuelas, sabemos que la capilla habría estado decorada por un total de 15 obras pictóricas. Es muy posible que representasen los Misterios de Gozo, Dolor y Gloria de María. El mural del pabellón principal (muro oeste) representa el trampantojo de un dosel con cortinaje sostenido por ángeles, cuyo centro tiene un espacio vacío. Actualmente puede leerse que fue pintado en 1767, cinco años después de que Carlos III proclamase patrona de España a la Inmaculada Concepción. Las representaciones más importantes de la capilla datan de 1743. Este dato confirma que la congregación dominica que encarga las pinturas barrocas ya acepta el dogma de la Inmaculada Concepción.

 

 

 

En la plementería del centro de las pinturas ocultas, vemos en lo alto la Porta Coelis o puerta del cielo de la letanía lauretana, rodeada de querubines. El estudio histórico-artístico de Emma Zahonero ayudó a la recomposición de formas en la fase de reintegración cromática. Gracias también a dicho estudio sabemos que el autor tomó como referentes los grabados del monje cartujo Fray Nicolás de la Iglesia, en concreto "Flores de Miraflores", una obra de la cual extrae diversos modelos: la torre de David, el hortus conclusus y la puerta del cielo anteriormente mencionada.

Especial consideración merece la figura aparecida en el arco del muro oeste, sobre el entablamento. Se trata de una zona muy perdida y erosionada, que sorprende por su iconografía. El mural representa a la Virgen con el Niño en brazos, montada en una mula y sostenida por una nube. La escena, tomada de la obra de Fray Nicolás de la Iglesia, representa una profecía de Isaías: "María nube extraña". La Virgen aparece como trono de Jesús. En la parte inferior, una escultura clásica fragmentada, como alegoría de la caída de los ídolos.

Otra figura reintegrada gracias al estudio iconográfico ha sido el ángel que toca una tuba. El diseño se ha traspasado mediante líneas de proporción que han que dado marcadas en el muro. Dicha figura fue copiada de la portada de la obra de Antonio Palomino "El Museo pictórico, y escala óptica". El autor de estas pinturas murales tomó como referencia otros modelos de Palomino, como la Fé del muro este, que tiene los ojos vendados y en una mano porta un cáliz con la Sagrada Forma, mientras en la otra sostiene una filacteria con la ayuda de ángeles y querubines. En la zona inferior hay un Tetragramaton (Yahvé en hebreo).

Desconocemos el motivo por el cual estas pinturas fueron cubiertas. En la localidad de Herencia no hay constancia de ninguna fotografía ni testimonios vivos que apuntasen al conocimiento de su existencia. Gracias a la labor de Da Vinci Restauro, la localidad ha recuperado para su patrimonio una obra de arte singular, cuyo autor merece un estudio exhaustivo en relación con otras obras murales de la provincia de Ciudad Real. 

 

 
 

 

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