LA VIRGEN DE LA PEÑA (FUERTEVENTURA) INTERPRETADA POR ALBERTO PÉREZ ROJAS

20/12/2020


 

 

La imagen de la Virgen de la Peña, que se encuentra en su Santuario de Betancuria (Isla de Fuerteventura, Canarias), muestra en su interpretación formal referencias a maestros flamencos. De este modo, parece evidente que el ritmo de la composición, la agitación de los pliegues y la terneza de su rostro dependen de las soluciones de Roger van der Weyden. Por otro lado, el rostro de la Virgen de la Peña parece extraído del pincel de Robert Campin, en el que su genuino contraste de luces y sombras determina el modelado escultural del conjunto.

Constituye una de las esculturas más antiguas de Canarias, y la más remota de las siete patronas existentes en el Archipiélago. En este sentido, aunque su imagen data de las primeras décadas del siglo XV es, desde mediados de la centuria siguiente, aproximadamente, "abogada y defensora" de Fuerteventura, en detrimento de la escultura de Nuestra Señora de la Concepción, custodiada en el retablo principal de la iglesia matriz de Betancuria, antigua catedral del Archipiélago.

La fuerte carga fervorosa de la Virgen de la Peña está relacionada con su legendaria aparición en el barranco de Malpaso, en la Vega de Río Palmas, un abrupto y rocoso acantilado de deslumbrante belleza.

Hablamos de una encantadora escultura de alabastro, tiernamente tallada y de delicada belleza, que por las texturas de su material aumenta su carga de trascendencia y emotividad, producto de un taller de exportación activo desde las primeras décadas del siglo XV, quizás entre 1400 y 1440, bien en el medio Rin o en una zona fronteriza entre el norte de Francia y los Países Bajos meridionales, en las ciudades de Lille, Arras y Tournai.

Sobre la base de criterios formales, el historiador Francisco José Galante Gómez la ha atribuido a los prolíficos talleres del Maestro de Rímini, autor del "Grupo de los Apóstoles y la Crucifixión de Frankfurt", el monumento de alabastro más importante del siglo XV, comúnmente llamado "Altar de Rímini" o "Retablo de la Crucifixión con apóstoles", ejecutado hacia 1430 en las tierras Bajas de Borgoña o en el medio Rin. Se trata de un excelente conjunto escultórico realizado para la iglesia de santa María della Grazie, en Covignano, cerca de Rímini, posteriormente trasladado al Liebieghaus de Frankfurt, en 1913 y reinstalado en 1956 en el mismo lugar, aunque al parecer de forma arbitraria, pues la correcta disposición de los "Doce apóstoles" y el "grupo de la Crucifixión" aún constituye una gran incertidumbre.

Debido a la localización del conjunto en Italia, esta obra, al igual que aquellas derivadas de sus cualidades estéticas, ha sido aplicada a un maestro anónimo de procedencia renana-alemana, conocido bajo el genérico nombre de Maestro de Rímini, lo que ha originado el reconocimiento de un singular lenguaje escultórico denominado "estilo Rímini", al que se adscribe la Virgen de la Peña según Galante Gómez.

 

 
     
     
 

 

La última obra del escultor e imaginero Alberto Pérez Rojas es precisamente una reproducción de la Virgen de la Peña. Ha sido realizada para una colección privada de la isla de Fuerteventura, donde la venerada imagen tiene su santuario. La obra de Pérez Rojas mide 24 cm de altura, más o menos como el icono original, y en lugar de alabastro, ha sido realizada en madera de tilo tallada y barnizada. La peana de la copia, que reproduce casi en su totalidad la de la original, la ha realizado el tallista Alexis Sánchez Conde.

El grupo está formado por la imagen sedente de la Virgen y la talla erguida del Niño a su derecha, todo ello en un logrado equilibrio compositivo que proporciona una solidez estructural del conjunto en consonancia con los ejemplos más notables de la escultura gótica. Al igual que el original, el conjunto de Pérez Rojas es una obra cuidadosamente tratada y de intensa carga emocional. La fusión de formas entre la Virgen y el Niño, aunque subraya sus distintas funciones, están vinculadas en su tácita comprehensión de la unión entre ambos seres y por el desenlace final del sacrificio de la humanidad para su Redención.

También comparte con la original del Maestro de Rímini el cuidado drapeado de convulsos pliegues, el leve giro hacia la derecha del cuerpo de la Virgen -originado por la posición de su pierna derecha, ligeramente más elevada que la izquierda, lo que produce una sensación de elegante amaneramiento-, la inocencia casi infantil del rostro de la Virgen y el detalle de su mano derecha abrazando la cintura del Niño.

Estas cualidades estéticas, comunes prácticamente a todas las obras del enigmático autor, están basadas en las miradas de los personajes extraviadas en sus propios sentimientos, en el carácter repetitivo de una fórmula convencional, en la adecuada solución de los cuidados drapeados cuyas colgaduras caen libremente, en los cabellos sucintamente tallados, en los rasgos faciales angulares, y en el volumétrico drapeado, cuyos profundos pliegues tubulares en forma de V, en los ejes centrales de las composiciones, forman un juego lírico de tejidos y telas capaz de ocultar las formas físicas de los personajes. Un efecto en su conjunto de una elegante restricción que promueve sentimientos intensos o sutiles, pero siempre controlados de manera serena.

Respecto a las diferencias, una de las principales es su material, que al ser madera y no alabastro como el original, no confiere carácter translúcido a la imagen esculpida por Pérez Rojas. De los pequeños formatos de las esculturas de alabastro destinadas para su exportación, podemos inferir que no estaban concebidas para ser expuestas al público en general, en espacios amplios y holgados, sino más bien fueron ideadas para la veneración particular. Y, en este sentido, podríamos admitir que la Virgen de la Peña fue concebida como una obra de devoción, un tradicional objeto de rogativas.

La otra gran diferencia en la obra de Pérez Rojas es la carencia de las notables mutilaciones con las que ha llegado a nosotros la Virgen de la Peña original. Ya desde 1600 se hacía constar estas incidencias en los libros de fábrica. Actualmente se observan destrozos en la mano izquierda y la cabeza de la Virgen,  en varias zonas de su basamento, así como en el brazo derecho y la pierna izquierda del Niño. Pérdidas que han sido completadas en la talla de Pérez Rojas siguiendo lo que pudo haber sido el modelo primitivo. Se cuenta que los mahos (aborígenes isleños) se enfrentaron a los franceses y lograron destruir las fortalezas de Risco Roque y también el Puerto de los Jardines. Fue así como cuenta la historia que el niño perdió su cabeza y algunas extremidades.

 

 
 
 
 
 
 

 

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

Nuestro agradecimiento a José Guillermo Rodríguez Escudero.

GALANTE GÓMEZ, Francisco José. "Una escultura de alabastro producida en los talleres del Maestro de Rímini: la Virgen de la Peña, en Betancuria (Fuerteventura)", en Archivo Español de Arte, nº 318, abril-junio de 2007, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 141-160.

https://www.lahornacina.com/articuloscanarias28.htm

 

     
     
 
     
     
Imagen original de la Virgen de la Peña

 

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