LA NUEVA CÚPULA DE LA ONU DE MIQUEL BARCELÓ

08/11/2008


 

 

Miquel Barceló logró, por fin, modelar en la sede de la ONU de Ginebra, con 35 mil kilos de color, ingenio e ingeniería, una cúpula con olas y miles de estalactitas que resume su idea del mundo: un planeta-cueva que reúne a los hombres y que viaja al futuro. El pintor español ha presentado en Madrid el resultado de su trabajo, que cubre la cúpula elipsoidal de la Sala XX del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra, que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, inaugurará el próximo 18 de noviembre.

Su "orografía" del mundo, "dominada" por la fuerza de la gravedad, no es la "cúpula sixtina" de la ONU. "Tengo demasiada devoción por Miguel Ángel para que no me abrume muchísimo esa comparación”. Pero sí una cúpula “que tiende al infinito, que aporta una multiplicidad de puntos de vista". Le atraía "mucho" la idea de poner un mar revuelto, "una sopa de materia primigenia", encima de la cabeza del espectador, como el cielo en torbellino de los barrocos, y empezó a desarrollarla en septiembre del año pasado pensando que en Navidad habría terminado, "pero ni siquiera había empezado". "Fui fracaso tras fracaso, porque era un proyecto mal calculado", explicó el artista sobre los comienzos del plan, cuyo coste no ha sido revelado.

Barceló (Mallorca, 1957), elegido por un jurado internacional entre otros cuatro candidatos para acometer esta aportación de España a la ONU, pensó que se enfrentaba "a 500 o 600 metros", pero la cúpula, a la que se dotó de una nueva estructura de aluminio reforzado, tiene mil 400 metros. En cuanto encontró el material, un pegamento compacto muy resistente, las estalactitas empezaron a poblar el techo con ayuda de una ventosa como la que utilizan los cristaleros. Después localizó la "bazooka" que necesitaba para tirar la pintura, que no es otra que el compresor que se utilizó en el Mont Blanc para inyectar el cemento.

Casi 22.000 kilos de verde "base", azules y grises para la preparación del "gran lienzo", y otros 13.000 kilos de amarillos, lapislázuli y rojos buscados por toda Europa cubren las estalactitas -algunas de ellas tienen más de 50 kilos de peso- y las olas que arrancan de todos los puntos cardinales, y que los espectadores, según el propio Miquel Barceló, "nunca pueden abarcar completamente".

 

 

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