CÁDIZ, CIUDAD CONSTITUCIONAL (1812-2012)

HOSPITAL DE MUJERES

 

Con motivo del Bicentenario de la Proclamación de la Constitución de 1812 y el nombramiento de Cádiz como Capital Iberoamericana de la Cultura en 2012, se realiza este especial en el que haremos un repaso por el valioso patrimonio de la ciudad andaluza. Los mejores historiadores e investigadores sobre la ciudad, junto con nuestras modestas aportaciones, darán forma a un reportaje dividido en 20 entregas que podrán consultar también en la sección Atajos del portal, donde quedará definitivamente inserto una vez concluido.

 

 

En 1598 sólo existía en Cádiz un hospital llamado de la Misericordia. La situación se hizo insoportable, pues siendo Cádiz puerto muy frecuentado y con gentes sin residencia en espera de su paso para las Indias, las mujeres enfermas y desvalidas morían con frecuencia en los portales de los edificios públicos. Se cita el año 1634 como el inicio de la construcción del primer y antiguo hospital de mujeres, y no será hasta 1736 cuando el cabildo de la ciudad puso la primera piedra para la obra de este nuevo hospital.

El Hospital de Nuestra Señora del Carmen (Hospitalito de Mujeres) es un bello edificio barroco de mediados del siglo XVIII, obra del maestro sevillano Pedro Luis Gutiérrez de San Martín (1705-1792). Su amplia y ricamente adornada fachada, su patio de columnas toscanas, su iglesia profusa y delicadamente revestida y adornada al gusto rocalla de la época, su escalera imperial y otros detalles, impresionaron el 16 de octubre de 1749, día de su inauguración. El edificio ha sido testigo y sirvió de ayuda en los acontecimientos difíciles de Cádiz, como las epidemias del siglo XIX, el desastre del 98, la guerra de África o la Guerra Civil. La falta de medios económicos obligó al obispo Antonio Añoveros a la clausura del hospital en el año 1963, y es desde entonces la sede del Obispado de Cádiz y Ceuta.

Al entrar desde el patio en la sacristía de Lorenzo Careu, nos sorprende frontalmente el retrato de Alejandro Pavia y Pedecina, promotor de las obras del hospital. Le vemos como difunto y cadáver, con el cáliz en las manos, reclinada la cabeza, rebosante de salud, sobre una calavera y al pie de un crucifijo. Esta pintura nos pone a cavilar sobre el gusto de retratarse en vida como difunto, con escarabajos y moscardones esparcidos sobre las vestiduras sacerdotales, siguiendo el estilo tétrico de Valdés Leal en el Hospital de la Caridad de Sevilla.

La iglesia del hospital es de planta de salón, dividida en tres naves por columnas toscanas sobre pedestales. Los muros laterales se articulan por pilastras dóricas de fuste estriado. Las bóvedas son de aristas y rebajadas y se cubren con una decoración de rocalla de yeso. La imagen de Nuestra Señora del Carmen que preside el altar mayor desde su hornacina es un candelero del siglo XVIII. La iglesia tiene cinco capillas colaterales:

 

Capilla del Nacimiento
Grupo escultórico de figuras estofadas y policromadas desde el tamaño natural, disminuyendo hacia un fondo donde se combina lo rústico del establo con una arquitectura noble. Se considera una obra sevillana elaborada entre 1748 y 1749.

Capilla de la Inmaculada
Escultura barroca, considerada de la escuela sevillana. Esta capilla fue patrocinada por Lorenzo Ley, natural de Kilkenny (Irlanda), como lo indica la inscripción de la orla de la bóveda de enterramiento.

Capilla de San Cayetano
La pintura de San Cayetano es un lienzo y nos representa a María en el ángulo superior izquierdo, sentada después de haber entregado el Niño al santo, el cual lo acoge extasiado mientras aquel vuelve el rostro al espectador a la vez que acaricia su mejilla. Es una obra sevillana contemporánea a otras del hospital.

Capilla de San Francisco de Asís
La pintura de San Francisco es la joya de la institución, original y firmada por El Greco. Fue propiedad del obispo Lorenzo Armengual y heredada por su sobrino Bruno, quien la trajo de Madrid, llegando a Cádiz en 1747. El Greco consiguió el mejor San Francisco de su vida. Los críticos coinciden en señalar la variada gama de grises que predominan en el cuadro. Sin embargo, existen pinceladas propias en rostro, manos, los sayales, el cordón y la yedra que ambienta la escena del bosque.

Capilla de Nuestra Señora de las Angustias
Representada en un óleo, sentada al pie de la cruz con la ciudad de Jerusalén al fondo. Las esculturas estofadas y policromadas de Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Alejandría, de tamaño menor, ocupan los flancos del cuadro. Los padres de Alejandro Pavia Pedecina se encuentran sepultados en la bóveda, bajo una lápida con sus armas y la orla siguiente: "ESTA CAPILLA Y BÓVEDA ES DE DON JUAN DOMINGO PAVIA Y DE DOÑA CATHALINA PEDECINA Y SUS HEREDEROS, AÑO 1749".

 

Delante del altar mayor y presbiterio se halla una lápida con el escudo de armas del marquesado y la siguiente inscripción: "ESTA CAPILLA ALTAR Y BÓBEDA ES DE D. BRUNO BERDUGO Y ARMENGUAL DE LA MOTA, MARQUES DE CAMPO ALEGRE; CAVALLERO, DEL ORDEN DE SANTIAGO, DEL CONSEJO DE S.M. EN EL R. DE HACIENDA; VEINTE Y CUATRO PERPETUO DE LA CIUDAD DE SEVILLA, Y SU LEXITIMA MUGER Dª ALFONSA OBRiEN Y OCCONOR Y FUE ACOMPAÑADO SU CADAVER POR EL MARQUES DE CAMPO ALEGRE, SU MARIDO, DESDE DICHA VILLA A ESTA CIUDAD Y SE COLOCO EN ESTE SITIO A 29 DE MAIO DE 1748".

Una mesa de altar barroca, con decoración de rocalla y escudo del Carmen, sirve para la celebración de la misa cara al pueblo. El sagrario, de madera dorada, estilo barroco y orden toscano, tiene una puerta con un relieve policromado que representa la Oración del Huerto. El altar mayor es de estilo neoclásico del siglo XIX, de orden jónico con frontón curvo. Es de madera pintada, imitando mármoles jaspeados.

El patio principal es una combinación de lo genovés, lo holandés y lo andaluz, lográndose un conjunto característico gaditano con el pavimento de losas blancas y grises de Génova, azulejos de Delf encintados entre ladrillos y tabicas de jaspe, y la mezcla de hierros forjados y enlucidos con cal. Tiene una crujía de tres arcos de medio punto por cada lado, apoyados sobre columnas de mármol de orden toscano sobre pedestal.

Un Via Crucis, colocado en torno al patio principal, se ha conservado completo y en perfecto estado. Compuesto por piezas de 20 x 20 cm, cada escena tiene aproximadamente 100 x 60 cm, sin incluir el pequeño medallón inferior sostenido por angelitos que indica el número de la estación, ni la cruz que lo corona. Están hechos en terracota vidriada, técnica relativamente frecuente en los talleres sevillanos de mediados de la centuria. Estos marcos no están situados correlativamente, para que así cada estación guarde con la siguiente la misma distancia y medida que existe en Tierra Santa.

Por último, la escalera, única en España, es todo un símbolo. Como núcleo del edificio, centro de reunión y repartidora de circulación hacia las diferentes plantas, está impregnada de ambiente religioso. Consta de seis tramos dobles con dos mesetas o rellanos centrales, y la superficie rectangular sobre la que se levanta tiene que dar acceso a un entresuelo y a la planta noble con dos puertas fronteras en el primero, y seis en el segundo. Posee las características barrocas de las escaleras andaluzas, su gran dinamismo y concepto espacial nos invita a subir por ella, y es tan ingeniosa la distribución de los tramos que el espectador, al querer descubrir la disposición y el desarrollo de la escalera, sube arriba sin darse cuenta ni sentir cansancio, asombrado y divertido al ver cómo ha sido resuelto el problema.

 

 

Fotografía superior de Juan García Martínez

 

 

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