Poco o casi nada seguimos sin saber del proceso artístico de producción del ilustre imaginero zamorano Ramón Álvarez y menos aún de su faceta como restaurador, repolicromador o marchante de antigüedades, a sabiendas de que esa parcela comercial la debía dominar ampliamente a tenor de los testimonios que describían su taller como un auténtico museo-almacén de viejas imágenes, retablos desmontados y diferentes piezas provenientes de parroquias y clausuras.

Él mismo solicita repetidamente, en algunos de los contratos firmados con las cofradías, quedarse con las imágenes que iban a ser sustituidas por sus nuevas obras, en un claro afán por hacerse con estas piezas condenadas inexorablemente a la sustitución y por lo tanto y en el mejor de los casos, a ser enterradas o emparedadas.

En este halo de misterio, que las sucesivas generaciones de zamoranos han ido alimentando en torno a la obra y la biografía de D. Ramón, se ha situado tradicionalmente la ejecución de la imagen de Nuestra Señora del Yermo en 1877 con la única reseña que se tenía: el texto que figura pintado en el perímetro inferior de su bastidor:

CORRÍA EL AÑO DE 1877. GOBERNABA LA SILLA EPISCOPAL DE ZAMORA EL EXMO. SR.D. BERNARDO CONDE Y ESTA PARROQUIA DE SAN LÁZARO DON PEDRO DÍEZ CUANDO SE REFORMÓ ESTA IMAGEN POR D. RAMÓN ÁLVAREZ SIENDO CAMARERA RAFAELA BLANCO DEBIDO TODO A LA PIEDAD DE VARIOS VECINOS Y EN PARTICULAR DE DÑA. BALTASARA ALONSO.

Aunque hasta el momento no se había localizado ningún tipo de documentación o contrato, la tradición oral local siempre adjudicó a D. Ramón Álvarez la hechura de las imágenes de la Virgen del Yermo y el Niño Jesús que porta en su mano izquierda, alimentando este vacío documental la leyenda "lazarina" de que al acometer la restauración de la imagen antigua, esta se le había estropeado, teniendo que ejecutar una de nueva factura para cumplir con la Cofradía, que al admirar el resultado del trabajo encargado, olvidaba felizmente el contratiempo.

Y es que es bastante meritoria en esta obra la calidad y gracia de la talla y policromías respecto de la abundante producción de vírgenes del rosario que, en mayor o menor grado de estereotipación, salieron del taller de Álvarez en la Puerta de La Feria, refrendando este tan alabado y devoto aspecto el legendario origen de su particular belleza.

Sea como fuere Ramón Álvarez lo que hizo fue aprovechar hábilmente el torso y bastidor de la antigua imagen del Yermo insertando en él un nuevo busto, alargando levemente los brazos a la altura de los hombros y haciendo de nueva talla la efigie del Niño, en una clara economía de medios y materiales tan característica de muchas de sus obras, permitiendo de esta manera a la Cofradía el poder seguir utilizando los diferentes juegos de mantos, sayas, mangas, tocas, enaguas, camisas, corpiños, coronas, rostrillos y andas ya existentes a la medida de la antigua imagen y que en buena medida se conservan en uso hoy en día.

La autoría del imaginero nacido en Coreses quedaba definitivamente probada con el hallazgo de la nota autógrafa:

Por Ramon Alvarez Zamora 1877

La nota, escrita a lápiz en la parte interior de la mascarilla de la imagen de la Virgen, fue descubierta durante el proceso de restauración al que fue sometida en el mes de abril de 2022 por la restauradora Dª Patricia Ganado Gamazo en las instalaciones del Taller Diocesano de Restauración de Zamora.

Una vez más la leyenda y la tradición no va tan separadas del hecho histórico que rodea a esta venerada iconografía mariana como Patrona del Barrio y la Parroquia de San Lázaro de la ciudad de Zamora y cuyo origen se remonta al menos a finales del siglo XVI.