NUEVA OBRA DE NICOLA FUMO ENCONTRADA EN TORRIJOS (TOLEDO)

Arturo Serra (18/12/2017)


 

 
Foto I

 

El pasado jueves 14 de diciembre se presentó en Crevillent (Alicante) el libro Estudios de escultura en Europa, coordinado por Alejandro Cañestro Donoso. El libro recoge las actas del congreso internacional de escultura celebrado en la misma localidad alicantina el pasado año.

Una de las ponencias, dentro del bloque sobre escultura religiosa en España y Europa, presentaba esta nueva obra del escultor italiano Nicola Fumo. La obra, la Virgen de los Ángeles, se encuentra en la Colegiata o Parroquia del Santísimo Sacramento de Torrijos, en Toledo, y es una réplica de la "Assunta" del museo diocesano de la ciudad italiana de Lecce, realizada por el escultor nacido en Saragnano de Baronissi en 1689, o bien su modelo en pequeño (Foto I).

La obra escultórica que presentamos en el congreso internacional, es de pequeño formato, y se ajusta a lo que Casciaro denomina como el "formato terzino" o los tres palmos napolitanos. Hasta 1840, un palmo napolitano equivale, con exactitud, a 26,33 cm; por tanto, el "terzino" resulta alrededor de unos 78 cm.

La escultura de Torrijos mide 77 cm de altura. Un tamaño que se adaptaba perfectamente a este tipo de obras de culto, destinadas a recorrer grandes distancias desde el puerto de Nápoles, hasta llegar a sus ubicaciones definitivas. Este formato, que supone un tercio del natural, no sólo reduce el tamaño de la obra, sino, consecuentemente, también su coste económico, lo que facilita el encargo y la adquisición de este tipo de piezas.

Ejemplos de este "terzino" en España, y sólo en obras de Fumo, podemos citar, entre otros, Cuenca, Madrid, Medina del Campo (Valladolid), Antequera (Málaga), Almeida de Sayago (Zamora) o Ágreda (Soria).

 

 
Foto II

 

La relación política existente con la ciudad de Nápoles favoreció un incesable fenómeno de importación o, más bien, de comercio interior, dado que el reino de Nápoles, en este periodo histórico, pertenecía a la Corona Española. Este flujo se vio acrecentado, gracias al altísimo nivel artístico de las obras, el prestigio de la escultura religiosa en madera en nuestro país y la fama obtenida por sus autores.

La Virgen de los Ángeles, como ya hemos apuntado, se encuentra en Torrijos, localidad históricamente relacionada con la nobleza española a través del ducado de Maqueda. El hecho de que éste haya estado emparentado estrechamente en el pasado con el virreinato de Nápoles, explicaría fácilmente la presencia de esta escultura en la ciudad toledana.

La de Torrijos presenta, a simple vista, dos alteraciones señalables. Los tres ángeles se encuentran actualmente con unas alas que, evidentemente, no son las originales. Estos elementos, ya en origen, suelen ser tallados aparte y añadidos después. Resulta plausible que, con el tiempo, puedan deteriorarse, romperse o perderse, total o parcialmente. Observando la escasa calidad de las mismas, y su más que discutible policromía, parece obvio afirmar, que son añadidos posteriores.

No obstante, la alteración más importante y comprometida que sufre la pieza son los ojos de la Virgen. Los originales debieron ser de cristal, como lo son los del resto de ángeles y querubines que completan la escultura. No es lógico pensar que los ojos del personaje principal de la obra no fueran de cristal, cuando el resto sí. Además, después de la última restauración, se ve con claridad, no sólo que los ojos están modelados, sino también que están policromados de manera que simulan, incluso, el brillo del cristal.

Este hecho tan importante cambia totalmente la expresión original del rostro de la Virgen y supone el único inconveniente para no poder acercar aún más esta obra con su hermana de Lecce.

 

 
Foto III

 

Por lo demás, la obra, a nivel de conservación tiene, como consecuencia de esta última restauración, las habituales reintegraciones cromáticas y volumétricas más o menos afortunadas. La policromía de la nube está completamente repintada, y la base donde se recoge una placa metálica con la atribución, sin fundamento alguno, de la escultura a Luis Salvador Carmona, es también un añadido posterior.

Sin embargo, la obra, conserva la delicada y finísima decoración original, a pincel, de la túnica y remates del manto, que es, sin duda, otra prueba más de que la obra de Torrijos es fruto de la mano de un gran artista.

Si bien es conocido que, tanto a finales del siglo XVII como a lo largo de todo el siglo XVIII, circulaban un gran número de grabados no sólo por los talleres de los escultores, sino también por las colecciones privadas de los posibles comitentes, considerar que la obra de Torrijos pudiera haber sido fruto de la reproducción a partir de un grabado de la de Lecce, es altamente improbable. Un grabado no deja de ser una imagen bidimensional, que no reproduce las diferentes visiones laterales que el escultor necesita para realizar su obra. Sin embargo, el autor que realizó la escultura de Torrijos sí conocía estas visiones, puesto que la obra coincide con la de Lecce, no sólo en la visión frontal sino también en las laterales (Foto II).

 

 
Foto IV

 

Como se puede comprobar en la obra toledana, el nivel de parecido es extraordinario, incluso en zonas que ningún grabado podría llegar a reproducir. Coinciden, no sólo el trazado de los pliegues, sino también la silueta de la escultura en las visiones más laterales (Foto III).

También en las dos obras se equiparan los volúmenes y la profundidad, básicas en escultura, y que no quedan reflejados en un grabado. A veces, incluso, la obra de Torrijos parece que llega a superar, a pesar de su reducido tamaño, en calidad técnica y artística a la obra de Lecce; por ejemplo, en las caras de los ángeles (Foto IV).

Descartada, pues, la opción de que la obra de Torrijos fuese realizada a través de un grabado, y dado el extraordinario parecido estilístico y técnico de la misma, la única posibilidad viable, teniendo en cuenta los procedimientos escultóricos, es que las dos se realizasen en el mismo taller, una delante de la otra; bien la de Torrijos como copia de la de Lecce, más lógico sería pensar que hubiese sido al revés, la obra de mayor formato realizada a partir de la más pequeña, o bien siendo ambas, Lecce y Torrijos, ejecutadas a partir un mismo modelo. Esta segunda opción parece la más lógica, dado que era habitual que los autores presentaran un boceto realizado en barro para su aprobación. Este boceto, normalmente, se quedaba en el taller y podía servir de referencia para futuros encargos.

Si, como resulta evidente, ambas esculturas salieron de la misma "bottega", y el autor de la "Assunta" de Lecce es Nicola Fumo, el autor de la Virgen de los Ángeles de Torrijos, no puede ser otro que el escultor napolitano.

 

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