UNA OBRA DEL MANIERISMO SEVILLANO EN CARTAYA (HUELVA)

Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 

A pesar de lo establecido por algunos estudiosos, no hay que confundir la presente obra con la imagen que Manuel Ramos talló en el año 1645 para la sevillana Cofradía de las Siete Palabras, junto con las de la Dolorosa de los Remedios y San Juan Evangelista (1).

Manuel Ramos, escultor sevillano del que apenas se tienen noticias, empleó para el encargo madera de pino de Dinamarca, según se desprende del propio documento contractual (2), mientras que la talla que nos ocupa fue modelada usando papelón y telas encoladas y policromadas.

La utilidad de dichos materiales, sobre todo si son empleados para efigies procesionales, radica en aligerar su peso con el fin de hacer más liviana la carga cuando se trata de trasladarlas de un sitio a otro o portarlas en andas. Al mismo tiempo, tienen el problema de su escasa dureza en comparación con la madera o la terracota, lo que supone que la obra acabe resintiéndose con el paso del tiempo y, en el caso de que salga en procesión como la imagen que nos ocupa, deba ser reemplazada por otra de material más resistente.

La imagen sigue perteneciendo a la corporación del Miércoles Santo sevillano, en cuyo cortejo desfiló durante diecisiete años hasta la llegada del actual titular. Fue cedida, en calidad de depósito y a condición de que recibiera el merecido culto, a la Parroquia de San Pedro, del municipio onubense de Cartaya, tras la grave destrucción de obras religiosas que sufrió el templo con motivo de la Guerra Civil. Con anterioridad, la imagen había conocido ya varios avatares que, junto con lo anterior, forman una historia tan azarosa que hemos decidido reflejarla a través del siguiente esquema:

 

1858 - La Cofradía de las Siete Palabras se reorganiza tras un periodo de inactividad y toma como titular cristífero esta hechura, que recibía culto por entonces en la sacristía del Convento Casa Grande del Carmen, siendo restaurada al año siguiente de su adquisición por Manuel Soriano.

1864-1880 - El Crucificado procesiona con las Siete Palabras, los cuatro primeros años desde el mencionado cenobio y, posteriormente, desde la Parroquia de San Vicente, actual sede canónica de la cofradía.

1881 - El Crucificado es sustituido por el actual titular de las Siete Palabras, imagen procedente de la Iglesia de San Francisco de Paula y recientemente identificada por Antonio Torrejón como obra de Felipe Martínez (1681) (3), siendo trasladado a la sacristía de la Capilla de la Encarnación, en el templo de Los Terceros (4).

1889 - El párroco de La Palma del Condado (Huelva) solicita al Arzobispado de Sevilla un Crucificado para la Capilla del Cementerio, siendo dos sus opciones: la obra que nos ocupa o un Crucificado que se hallaba en el coro alto de la Capilla Bautismal de la sevillana Iglesia de la Magdalena (5). Finalmente, se llevaría esta última imagen, que acabaría siendo destruida en el año 1936.

1890 - El Crucificado se traslada a la parroquia del municipio sevillano de Coripe. Al no recibir culto adecuado, las Siete Palabras lo reclama en fecha indeterminada y lo deposita en el tránsito a la sacristía de San Vicente (6).

1937-1953 - En el año 1937 es cedida en depósito a la parroquial de Cartaya, que había visto destruido casi todo su patrimonio artístico el año anterior. Hasta 1954 procesionaría como titular de la Cofradía de la Vera Cruz, siendo venerado con dicho título.

1954 - Es reemplazado en la Vera Cruz de Cartaya por una talla de Antonio León Ortega ante la imposibilidad de seguir procesionando debido a la fragilidad de sus materiales.

1971-1994 - Es venerado en la Capilla del Cementerio de Cartaya.

1995 - Se traslada de nuevo a la Parroquia de San Pedro del municipio onubense, tras la restauración de la misma, para ser venerado en una capilla del lado del evangelio (7).

 

 

La imagen se encuentra en un lamentable estado de conservación que precisa una urgente labor reparadora. Ello se debe no sólo al paso del tiempo sin las intervenciones adecuadas, sino también a la debilidad del soporte. Señal de lo anterior es el hecho de que, apenas quince años después de la intervención de Manuel Soriano, tuvo que ser restaurado de nuevo por el imaginero Manuel Gutiérrez Reyes (1873).

Se halla crucificado por tres clavos, con las piernas muy separadas hasta el cruce de ambos pies, montando el derecho sobre el izquierdo. Como su propio nombre indica, se muestra vivo y en actitud de pronunciar la Tercera Palabra. Los rasgos son bellos y viriles, no exentos de dulzura. Los ojos, de angustiada mirada, se hallan policromados sobre el material. Los brazos son largos y el torso de gran anchura, lo que unido a su considerable tamaño (187 cm) le otorgan un porte imponente al contemplarlo.

Por el cuerpo se reparten marcas de flagelos y regueros de sangre, poco apreciables por el oscurecimiento de la aceitunada policromía y la gran cantidad de depósitos de humo y polvo que tiene acumulados. Se observan también numerosas rozaduras y desperfectos de pequeño tamaño. Los daños más considerables corresponden a la fijación de la mascarilla, muy desajustada, y al extremo inferior de la pierna izquierda, prácticamente tronzado. La cruz es de sección lisa y rectangular.

Insistiendo en el dato de que la imagen no se corresponde con el quehacer de Manuel Ramos, sus características nos permiten relacionarla con otras imágenes de Jesús en la Cruz labradas empleando cartón piedra o pasta vegetal durante la Sevilla tardomanierista, caso del Crucificado del Mandato, obra realizada en el año 1599 por Diego García de Santa Ana que presenta la anatomía esquemática y las típicas deformaciones que sufre este material a lo largo del tiempo. No obstante, tanto la dramática expresividad del rostro como el pormenorizado trabajo del perizoma nos llevan a adelantar su ejecución hacia una etapa más realista sin olvidar las raíces del manierismo, de ahí que la situemos como una obra sevillana del primer tercio del siglo XVII.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) CARRERO RODRÍGUEZ, Juan. "Las Siete Palabras, reorganizada a mediados del XIX", en Historia de las Cofradías de Sevilla publicada por ABC, Sevilla, 1995, nº 32.

(2) SANCHO CORBACHO, Heliodoro. "Arte sevillano de los siglos XVI y XVII", en Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, volumen III, Sevilla, 1931, p. 92.

(3) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y José RODA PEÑA. Imaginería Procesional de la Semana Santa de Sevilla, Universidad de Sevilla (US), 1992, pp. 230-31.

(4) CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús. La Escultura del Crucificado en la Tierra Llana de Huelva, Huelva, 2000, p. 429.

(5) Ibídem.

(6) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y José RODA PEÑA. Imaginería Procesional..., Op. Cit.

(7) CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús. La Escultura del Crucificado..., Op. Cit., pp. 281-82.

 

Fotografías de Sergio Cabaco y Alejandro Cerezo

 

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