OBRAS INÉDITAS DE JOSÉ MONTES DE OCA EN LAS CLAUSURAS DE SEVILLA

Salvador Guijo (17/06/2022)


 

 
 
Foto: Miguel Fernández Carrasco

 

Introducción

José Montes de Oca y León (Sevilla, 1676-1754) fue un escultor con taller propio afincado en Sevilla durante el periodo barroco. Parece que nació y falleció en la misma ciudad, habiendo creado controversia la fecha y el lugar de su nacimiento. Diferentes autores como Antonio Torrejón Díaz, Lorenzo Alonso de Sierra Fernández y Álvaro Dávila-Armero del Arenal han proporcionado relevantes datos sobre este autor. Las últimas restauraciones de sus obras también han puesto de relieve su producción.

Montes de Oca fue uno de los más destacados escultores del XVIII sevillano junto a Duque Cornejo, Benito Hita del Castillo y Cristóbal Ramos. Sin embargo, su predilección se encuentra en las formas y composiciones de la imaginería de la primera mitad del XVII, sobre todo, en los modelos de Martínez Montañés y Juan de Mesa. En los trabajos de Montes de Oca domina la espiritualidad de la imagen sobre las formas superficiales puramente barrocas. La imaginería procesional del autor tuvo una gran aceptación, de ahí la multiplicidad de modelos de Dolorosas de candelero, así como de Nazarenos. También destacaron sus grupos de Santa Ana con la Virgen Niña y de San José con el Niño, siempre de modelos derivados del siglo XVII. 

Su producción artística se localizaba en el entorno más cercano a Sevilla, posicionándose por la provincia, así como por su reino, destacando la limítrofe de Cádiz. Recientes estudios le han atribuido piezas de encargos de sus contemporáneos. Igualmente, con este trabajo presentamos cinco imágenes inéditas que pueden ser atribuidas al escultor atendiendo a sus características tipológicas y morfológicas. Sin embargo, al no tener fuentes documentales que den cuenta de esta tesis, planteamos una aproximación a la autoría que proponemos, existiendo la posibilidad de que las obras procedan de su entorno y no directamente del autor, hasta que se encuentre la documentación correspondiente. Las mismas se encuentran en diferentes clausuras sevillanas, concretamente en los conventos de San José, San Leandro y Consolación.

Este estudio se realiza para fomentar la publicidad y catalogación de las piezas, siguiendo las recomendaciones internacionales para la preservación de las obras de arte. La proveniencia de estas, en la mayoría de los casos, nos resulta desconocida desde los archivos monacales, pero como bien indican testimonios expertos podría estar en el pago de la dote de una religiosa, en una dádiva a la comunidad, o podría haber pertenecido a alguna de las seglares, damas de noble linaje o de acompañamiento que sin profesar en la orden vivían en el cenobio. Esto solía ocurrir con las imágenes de Niños Jesús o de hagiografía variada de pequeño formato.

En las imágenes de mayor tamaño, nos decantamos por encargos realizados por la comunidad para la celebración de los diferentes cultos y fiestas correspondientes en relación con la Virgen María, o bien a una donación concreta con base en estas necesidades litúrgicas o devocionales.

 

 
 
Foto: Miguel Fernández Carrasco

 

Virgen de la Merced (Comendadora)

Se halla presidiendo el coro bajo del mercedario convento de San José, en una hornacina propia, frente a la reja del coro presidiendo los sitiales del mismo, siendo conocida en este tipo de claustros como la Comendadora.

Se representa sedente sobre un majestuoso trono realizado en madera dorada, siendo de tamaño natural. La talla está realizada en madera policromada, como suele ser habitual en este escultor. Se encuentra anatomizada y sus articulaciones no son fijas, lo que permite el movimiento para realizar los cambios de vestiduras de la imagen. Este tipo se conoce vulgarmente como articulaciones "de pestillo" debido a su sistema de fijación.

Aunque el archivo monacal no nos indica la autoría de la imagen, lo cierto es que responde plenamente al estilo del autor, verdadero experto en la confección de este tipo de imágenes en las que destaca, junto con la belleza formal del semblante, la maestría en el dominio de la gubia en la madera. Entre sus manos sostiene el Libro de las Horas, como acompañando en el rezo litúrgico a la comunidad de mercedarias, mientras que empuña al mismo tiempo el cetro y el escapulario mercedario.

El rostro, de gran hermosura, muestra un rictus dulcificado, al que contribuyen las cejas finas y onduladas, y la policromía de las mejillas sonrosadas. Rasgo estilístico común con las imágenes marianas de Oca es la prominente barbilla con el característico hoyuelo. Igualmente, se ejecutó la nariz recta y la boca pequeña y entreabierta. La cabeza suavemente inclinada hacia el libro provoca que su mirada permanezca baja.

Las orejas se muestran "desabrochadas" y exquisitamente talladas siguiendo los modelos de Juan de Mesa. Las manos se posicionan abiertas sobre las piernas para poder sostener el libro. La palma derecha se encuentra perforada por un desafortunado sistema de sujeción del cetro que habría que sustituir.

Es imagen vestidera. Se completa no solo por la orfebrería del cetro y la insignia mercedaria, así como por el trono y el libro, sino también por la túnica, el escapulario de la misma, la correa y el manto blanco tradicionales de la Orden de la Merced. Igualmente, la imagen porta peluca y sobre esta una corona de buena factura en plata de ley. Los pies se encuentran calzados por zapatos bordados que reposan sobre un cojín.

Afortunadamente, los conventos no sucumbieron excesivamente a las modas en los cambios sobre las imágenes, lo que nos ha permitido que ésta llegue hasta nosotros en su estado original sin repolicromar. Los tonos claros y rosáceos a pulimento, de cromatismo más intenso en las zonas de mayor irrigación sanguínea -como las mejillas, el mentón, los párpados, nudillos y yemas de los dedos- a la hora de aplicar la policromía, hacen de las obras de Oca imágenes de una gracia especial, una belleza idealizada en la maestría del siglo precedente.

Observamos claras similitudes con las Comendadoras de la hermandad del Museo de Sevilla y de Écija, con las Divinas Pastora de Málaga y Dos Hermanas, y con la imagen mariana del grupo de Santa Ana y la Virgen Niña de la colegial sevillana del Divino Salvador.

Esta obra necesita una consolidación de su estructura, así como una limpieza general y la restauración de sus postizos para recuperar la mirada original de la cual la dotó su autor.

 

 
 
Foto: Salvador Guijo Pérez

 

Virgen del Tránsito

Se encuentra en el coro bajo del monasterio de las mínimas de Consolación de Triana. La imagen tallada por Montes de Oca muestra el último momento terrenal de María, siendo de tamaño natural.

Se ejecutó a partir de un armazón de madera, siendo naturalizados los pies, los brazos tallados desde los codos hasta las manos y el busto de la cabeza. El cuerpo, vestido con ricos ropajes y orfebrería, se representa con los ojos cerrados y las manos unidas sobre el pecho sin entrelazar, salvo los dedos pulgares. Descansa sobre un sencillo lecho funerario, una cama cubierta por una sábana de ricos bordados, así como las almohadas sobre las que apoya su cabeza. Dispuesto de forma paralela a los ojos de las religiosas, el túmulo se encuentra en el muro de la Epístola del coro, dentro de una gran hornacina de escaso mérito, formando parte de la construcción.

Destaca su similitud con la Virgen Comendadora del convento mercedario de San José y con la también citada Dolorosa de Villanueva del Ariscal. El ceño relajado y sin fruncir muestra a una mujer que duerme plácidamente, con los ojos y la boca cerrada, mostrando el característico hoyuelo de la barbilla. El tratamiento del cuello, como en todas sus Dolorosas, y el tallado de las orejas evocan las obras de su taller (fig. 9). Los rasgos tipológicos remiten al estilo del autor. De manera preeminente, las manos de delicada talla y elegante traza, ofrecen un modelado blando y carnoso, muy en la línea de Montes de Oca.

Desgraciadamente, la obra queda completamente descontextualizada por los repintes sobre la policromía original que desvirtúan la elegancia de la pieza.

La imagen posee una cama del Novecientos, donde recibía culto el día de su solemnidad, el 15 de agosto, siendo de rica factura ejecutada en madera decorada con oro fino y marmoleada en tonos grises.

 

 
 
Foto: Salvador Guijo Pérez

 

Virgen de los Dolores

En el coro bajo de la clausura del convento agustino de San Leandro de Sevilla se encuentra una vitrina anclada a la pared con una talla de candelero de una Dolorosa.

Se trata de una imagen erguida de candelero que mide 50 cm de alto. Dentro de la producción de Montes de Oca debe contarse esta Dolorosa, cuyo formato apunta su carácter de obra de oratorio. Cabeza y manos están finamente talladas en madera. El rostro es muy característico, coincidiendo en sus rasgos con la imaginería de Oca, ya que posee cejas finas y arqueadas, con un característico ceño fruncido. Muestra una mirada baja con los bordes de los párpados algo abultados que le otorgan una profunda sensación de tristeza. La nariz es recta, uniéndose con un surco naso-labial muy marcado a la boca, que entreabierta, deja al descubierto la hilera superior de los dientes y la lengua. Igualmente, la talla cuenta con la firma indiscutible del autor: un profundo hoyuelo en la barbilla, redondeada y prominente, así como una ligera papada. Se observa un excelente tratamiento anatómico del cuello, lo que no es usual en las tallas del mismo tema. Sus facciones son las propias del ideal femenino del escultor. La Virgen patentiza la expresión del dolor, con la mirada perdida y las manos abiertas en señal de desconsuelo, exhibiendo unas características manos de elegante ejecución.

La talla se complementa con el uso de postizos, frecuentes desde la segunda mitad del siglo XVII: pestañas de pelo natural, ojos y lágrimas de cristal. Se trata del mismo modo en que fueron creadas las Dolorosas sevillanas documentadas del autor, guardando gran similitud con las Dolorosas de segura atribución de la hornacina de la calle Sagasta de Cádiz y la de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Villanueva del Ariscal.

La policromía no parece haber sido alterada conservando las tonalidades propias de las imágenes de Oca. Probablemente, la carnación fuera realizada por el pintor y dorador Juan Francisco de Neira que intervino en muchas de las obras del autor, como el San José de la parroquia de San Isidoro de Sevilla fechado en 1742.

La Virgen necesita una limpieza general, retirando la suciedad de los años, así como la restitución de las lágrimas y de las pestañas que le permitirían recuperar la mirada original con la que fue concebida por Oca.

 

 
 
Foto: Daniel Salvador-Almeida

 

San Joaquín y Santa Ana con la Virgen Niña

Igualmente, encontramos en la clausura del mismo cenobio trianero las imágenes de los padres de la Virgen que actualmente se encuentran en la clausura del monasterio de las mínimas de Consolación de Triana, dispuestos dentro de una vitrina poco singular. Las mismas forman parte del sitial del coro alto de la correctora, nombre con el que la Orden de los Mínimos designa a la superiora dentro de la comunidad.

Representan sedentes y entronizados a San Joaquín y su esposa Santa Ana de manera independiente, esta última acompañada de la Virgen Niña. Se trata de unas figuras en miniatura, miden 21 cm de alto.

Las imágenes están realizadas en madera policromada. Se colocan sedentes sobre tronos dorados barrocos, estando erguidas las tallas de la Virgen Niña junto a su madre y el cordero que acompaña a San Joaquín. Ambos grupos se encuentran adosados a una peana de líneas sencillas y dorada en oro fino. Completan la iconografía de estos los nimbos y la corona de la Virgen, obras punzonadas de plata de una delicada belleza que contribuyen igualmente a dotar de magnificencia estas piezas.

Las tallas presentan un minucioso acabado. La policromía se advierte de una elevada calidad, destacando las estrellas doradas del manto azul de la Virgen portado sobre una túnica blanca, siguiendo las tonalidades murillescas en representación de la Inmaculada Concepción de María. San Joaquín y Santa Ana visten las túnicas en tonos verdosos estofados en oro.

Por atrás ambos grupos son estáticos dado que el trono forma un bloque, mientras que por delante los ropajes permiten un juego de formas abiertas y cerradas, confiriéndole movimiento a las piezas.

Nuevamente, nos encontramos ante piezas muy próximas a otras imágenes de Oca ya atribuidas. Para la iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes de la localidad sevillana de la Puebla de Cazalla se ejecutó documentalmente una imagen de tamaño natural de Santa Ana con la Virgen Niña, obra fechada y firmada en el libro que tiene Santa Ana: "Montes Doca esculp. Año 1726". Destaca, igualmente, el análisis de las facciones de las imágenes de sus grupos de Santa Ana del antiguo Hospital del Corpus Christi de Morón de la Frontera y el de la parroquial del Divino Salvador de la capital hispalense, poniendo en relación a éstas con la imagen estudiada, y por consiguiente con el estilo del escultor. Fundamentalmente, hemos de volver a trabajar la comparativa de estas esculturas en miniatura con una obra ya mencionada y documentada, el altar de San José de la iglesia parroquial de San Isidoro de Sevilla. A ambos lados de la imagen principal se encuentran, realizados bajo contrato, dos relieves en miniatura ejecutados por el artista, se trata del Sueño de José y la Huida a Egipto. En ambas obras podemos ver las similitudes en el trabajo de la madera de pequeño formato y el manejo de la gubia por parte del autor, teniendo grandes semejanzas con las piezas que presentamos.

 


 

FUENTES

GUIJO PÉREZ, Salvador. "Aproximaciones al estudio de la autoría de José Montes de Oca en cinco imágenes inéditas de la clausura sevillana", en Accadere, nº 3, Sevilla, Universidad Pablo de Olavide, pp. 49-65.

 

 
 
Foto: Daniel Salvador-Almeida

 

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