EL FUTURO MONUMENTO AL COSTALERO EN SEVILLA

Manuel Martín Nieto y Sergio Cabaco. Fotografías de Jorge Cabrera (13/09/2016)


 

 
     
     
     
     
 

 

Hemos propuesto para Sevilla un monumento con una tipología clásica, provisto de un pedestal cuadrangular, circundado por un pequeño escalón en forma de arriate con seto, a modo de separación y protección del conjunto. Se pretende así buscar la armonía con el entorno de la Catedral hispalense y con el objeto de que el monumento quede ligado a las tradiciones hispalenses y al clasicismo que caracteriza la ciudad. Las figuras que lo componen irían erguidas, formando un conjunto de tres.

Es un conjunto de los denominados costumbristas, entablando las tres figuras una conversación preparatoria antes de iniciar la estación de penitencia y meterse bajo las trabajaderas para sacar a la calle a su titular. Una escena típica en Semana Santa entre costaleros y capataces que refleja una reunión previa antes de la salida profesional. En este caso, el capataz se dirige a sus hombres para indicarles el "relevo", hablando a pie de calle, indicando donde el costalero entra y sale durante todo el recorrido de la cofradía.

En un primer plano vemos al capataz, vestido como es costumbre de traje negro, mirando a uno de sus costaleros, mientras indica con su dedo índice cuáles son sus "relevos". El atuendo del capataz tendrá todo lujo de detalles; se observarán todos los aspectos que tiene el mencionado traje: chaqueta, corbata y pantalones de color negro y camisa blanca, con la americana abierta por atrás.

Al ir el monumento concluido en bronce se diferenciará el traje de la camisa mediante el uso de distintas y suaves pátinas para que el color de este conjunto escultórico no sea uniforme y así podamos resaltar el modelado; los zapatos, igualmente, irán detallados hasta la última arruga que pueda tener por el uso un calzado de vestir, siendo en este caso un calzado "domado" hablando coloquialmente, pues los capataces siempre han utilizados zapatos curtidos de piel para sus larguísimas caminatas en los días de Semana Santa.

 

 
     
     
     
     
 

 

En cuanto a los costaleros, representamos a dos: el primero que está justo enfrente del capataz, tendrá una altura aproximada de 180 cm. Este señor, de complexión fornida y apariencia imponente, se muestra de brazos cruzados, escuchando relajado a la vez que muy atento la explicación del capataz sobre sus relevos.

La figura de este costalero irá revestida con todos los detalles y los distintos utensilios que se precisan para meterse bajo un paso de Semana Santa, como vemos según el boceto en barro del monumento, cuyas fotografías ilustran el presente artículo: el costal, la faja, las zapatillas, el pantalón, la camisa abierta a la altura del pecho y las mangas remangadas. En la parte baja del pantalón también tiene un par de vueltas remangadas con el fin de que, cuando "rachee" los pies, el pantalón nunca llegue a arrastrar.

Con tal detallismo, el espectador se encuentra en bronce lo mismo que se encuentra en los días de Semana Santa: a tantos hombres anónimos al servicio de las hermandades. Como el material es frío, le aplicaremos modelado y distintos tonos tersos en las pátinas para potenciar la textura de las telas, especialmente el costal.

 

 
     
     
     
     
 

 

En cuanto a la figura del segundo costalero, será la más alta de todas -195 cm, aproximadamente- por dos razones: por un lado, la perspectiva, pues aparecerá en un plano más alejado y por lo tanto debe contar con más altura; y en segundo lugar, para representar las diversas alturas que concurren en las cuadrillas sevillanas de costaleros, que suelen rondar los 160-190 cm por regla general.

Este costalero aparece en otra pose muy típica entre los hombres y mujeres que van bajo los pasos, momentos antes de meterse en las trabajaderas, que no es otra que levantar los brazos y estirar la parte más larga del costal, la que descansa en las cervicales, para que esa tela de algodón no deje arrugas y, al mismo tiempo, se acomode bien la "morcilla" que va dentro de la tela y el saco.

Es una situación que el artista Martín Nieto, que a su vez también es costalero, ha observado que se repite mucho en los también llamados "cargadores"; sobre todo por necesidad, pero al mismo tiempo como una pequeña manía que tenemos producida por la responsabilidad y los nervios del momento previo.

Igualmente, como en los dos casos anteriores, este segundo costalero contará con todos los detalles y uniformidad de los costaleros; en este caso, tanto los de antes, los primeros costaleros, como los actuales, con el fin de que todas las generaciones, pasadas, actuales y venideras, estén identificadas con el monumento, y por supuesto para todo el público de Sevilla y sus visitantes que se detengan a mirar este conjunto escultórico.

 

 
     
     
     
     
 

 

Las figuras y la placa del pedestal cuadrangular sobre el que irían, estarían realizadas, como hemos apuntado, en bronce, dado su carácter de esculturas urbanas. El bronce estaría patinado en un tono cálido y terroso, en ningún caso ni demasiado oscuro ni tendente al negro, que se integre bien en un entorno presidido en su mayoría por edificios realizados en ladrillo visto, caso del antiguo Coliseo.

Respecto al granito que recubriría el pedestal, iría con un acabado mate, abujardado, buscando un cierto toque de modernidad en la obra, con un tono grisáceo que armonice bien con el color cálido que poseerá el acabado en bronce, buscando siempre Martín Nieto tonos suaves y cálidos, que empasten bien y se integren en el contexto monumental en el que se ubicaría el monumento.

 

 
     
     
     
     
 

 

Con este monumento se honra la figura del costalero, uno de los grandes protagonistas de una de las dos fiestas primaverales de mayor importancia para la ciudad de Sevilla, que revive durante los días de la Semana de Pasión un gran cúmulo de tradiciones que el pueblo ha venido conservando durante siglos.

Los costaleros en Sevilla son cuadrillas de hombres que, situados en filas y columnas, forman una trama que se coloca bajo la canastilla, cada uno de ellos bajo un tramo de "trabajadera", costero o palo bajo el que sitúan sus cuellos protegidos por unas bolsas formadas por una pequeña almohadilla o "morcilla", enrolladas en arpillera, tejido que les protege del contacto directo con la madera y que al mismo tiempo aminora el golpe o erosión de la piel. Este artilugio se denomina "costal", arpillera de 110 x 75 cm, forrada por uno de sus lados con lienzo usado, que junto a la "morcilla" forma el aparejo que el costalero se encasqueta en la cabeza. El costal se pliega tres veces, enrollándose en él la "morcilla" hasta conseguir la amplitud de entrada en la cabeza.

Los costaleros pueden ser de varios tipos: corriente, costero, patero y piador. Su número varía con el peso y las dimensiones del paso. Se ordenan en función de su experiencia, confianza para el capataz y estatura, no pudiendo ser esta última muy diferente entre ellos.

El capataz o jefe de la cuadrilla es el encargado de guiar y transmitir las órdenes a los costaleros para que el paso sea llevado con el máximo de seriedad, gracia y tradición. El capataz es ayudado por un segundo y otros que se apostan en las partes traseras del paso, transmitiendo las órdenes a los costaleros de la parte de atrás, todos actuando fuera del paso y vestidos también con traje negro.

 

 
     
     
     
     
 

 

FUENTES: MORENO NAVARRO, Alberto. "Sevilla", en A.A.V.V. (dirección de Salvador RODRÍGUEZ BECERRA) Guía de Fiestas Populares en Andalucía, Sevilla, 1982, pp. 725 y 727.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com