DATOS SOBRE LA INFLUENCIA EN EL ARTE DE LA DEVOCIÓN
A SAN MARTÍN DE TOURS. LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE SEVILLA

Martín Sánchez Franco


 

 
 

Introducción

Aunque nuestro principal objetivo es el estudio de la influencia en el arte de la devoción a San Martín de Tours, parece necesaria para ello la referencia a su biografía ya que ésta explica la constante veneración durante muchos siglos y de muchísimas personas de todas las clases sociales, comenzando por las más populares, que más han podido sentir la identificación con un santo de gran humildad y proximidad a las personas más sencillas, y la cantidad de obras de artes que se ha derivado de ella.

 
 
 
 

Iconografía

Como resumen de su biografía, podemos considerar las formas de las representaciones artísticas con las que se le venera: "A san Martín se lo representa ya como legionario romano, ya como obispo. Además del mendigo con el que reparte la capa, a veces tiene como atributo una oca silvestre, que es una alusión al paso de dichas aves migratorias, que coincide con la fiesta de san Martín. Las escenas más representadas son: san Martín armado caballero, san Martín partiendo la capa con el mendigo, el sueño de san Martín, bautismo y ordenación de san Martín, san Martín se despide de san Hilario, la misa de san Martín, la aparición de la Virgen con santa Inés y santa Tecla, el milagro del pino derribado, san Martín recoge la sangre de san Mauricio y diferentes curaciones y resurrecciones" (Temas del Arte Cristiano).

 
 
 
 

Cultos

Règine Pernoud (1998: 139) nos habla del culto a San Martín: "El día de san Martín, 11 de noviembre, fue fiesta obligatoria y, por tanto, de precepto hasta el final de la Edad Media". Se celebraban además el día 4 de julio ("San Martín, el ardiente"), en recuerdo del traslado de su cuerpo; el 12 de mayo, por el auxilio de San Martín contra los normandos que en el año 903 devastaban Francia, como también indica Mariana (1839: 345), por lo que, en agradecimiento al santo, "la gente se disfrazaba, y se hacía procesiones religiosas desde Marmoutier hasta la tumba de Martín de Tours" (Pernoud, ídem); "el día 13 de diciembre, en que se conmemoraba el regreso de las reliquias del santo después de las invasiones normandas" (ídem), fiesta instituida por el concilio de Tours el año 912; el día 1 de diciembre, instituida por el papa Juan XXII el año 1323, la de la traslación de la cabeza de San Martín. Pero sobre todo hemos de resaltar que "durante mucho tiempo el año litúrgico comenzaba el 11 de noviembre" (ídem), como primer día de preparación para la fiesta de Navidad, llamándose al Adviento "los cuarenta días de san Martín" (http://navidulinfo.leadhoster.com/19.php).

 
 
 
 

Costumbres populares relacionadas con San Martín

Se suele decir que el refrán "a cada cerdo le llega su San Martín" se refiere a la época de matanza de este animal. Pero con las lecturas de los textos señalados hemos descubierto algo más: Que "en vísperas de San Martín, la gente comía y bebía muy cordialmente por última vez antes de empezar a ayunar", siendo probablemente abundante en ellos la carne de los cerdos matados por esas fechas, ya que con la fiesta de San Martín comenzaba la "cuaresma Sancti Martini" o "los cuarenta días de San Martín". En Anglicanum Scriptorium podemos leer: "La fiesta de San Martín -por lo tanto-, era ocasión de una opípara y pesada comida".

Probablemente, como se dice en este último lugar, los festines tenían como último día al de la fiesta de San Martín, ya que, como en la actualidad, los días festivos no serían penitenciales.

La referencia del cerdo a la fiesta de San Martín parece deberse más al hecho de ser comido en ella que al hecho de ser matado, aunque lógicamente debiera suceder lo segundo para que pudiera cumplirse lo primero. Podemos darle un sentido más extenso al refrán pudiendo abarcar a cualquier otra celebración: "A cada cerdo le llega su festín" (su "contrafestín", lógicamente, desde la perspectiva del cerdo). La referencia más explícita a la fiesta de San Martín se debe a dos razones: A la época penitencial que le seguía, de la que la gente se desquitaba y a la que se preparaba con comilonas previas, y a que éstas se hacían en fechas propicias para la matanza del cerdo.

Tenemos que tener en cuenta también a la propia economía del cerdo. A las familias más modestas siempre les ha resultado más fácil y más rentable criar un cerdo que cualquier otro animal del que se coma su carne. Para cochinera era fácil encontrar un rincón que darle en el corral de la casa más modesta. Para alimentarlo muchas veces les valían las sobras, aunque en las casas más humildes éstas fueran poco frecuentes.

Nos parece que respecto al cerdo no sólo hemos de tener en cuenta factores económicos, sino también ideológicos. El cerdo ha sido el diferenciador principal entre el cristianismo y las otras dos religiones en España durante nuestra Edad Media: comer carne de cerdo ha podido ser una forma de manifestar públicamente que no se era ni musulmán ni judío en una época en la que podía haber cristianos sociales convertidos que, de manera oculta, siguieran las normas de sus anteriores religiones. Creo que eso ha sido un factor relevante en la extensión de la cría de cerdo en nuestra península.

Otro elemento propio de la fiesta de San Martín era, sin duda, el vino. Coincide también en ella el momento en que los vinos de la última vendimia se probaban.

 
 
 
 

San Martín y el Adviento

Sobre el origen del actual Adviento (cuatro domingos y sus correspondientes semanas antes de Navidad, con lo que el primero suele ser el último de noviembre o el primero de diciembre, pudiendo ser el último hasta el mismo día 24 de diciembre), no he encontrado nada bien fundado. La misma revista Ecclesia Digital parece estar confundida al respecto. Nos dice: "Sobre el origen del adviento es preciso remontarse al siglo IV. El Concilio de Zaragoza (año 380) habla de un tiempo preparatorio a la navidad, que comprende desde el 17 de diciembre, es decir, ocho días antes de la gran fiesta del nacimiento de Jesús, y obliga a los cristianos a asistir todos los días a las reuniones eclesiales hasta en día 6 de enero". Parece que confunde el 11 de diciembre con el 11 de noviembre cuando añade: "En Francia, San Gregorio de Tours, menciona un período de ayuno a celebrar a partir del 11 de diciembre, lo que confirió al adviento un carácter marcadamente penitencial".

Hay que tener en cuenta que San Gregorio de Tours (573-594), sucesor de San Martín y dos siglos posterior, lo que pudiera haber hecho es precisamente establecer como preparación a la Navidad todo el tiempo que media entre la festividad de nuestro santo y ella, o darle mayor estabilidad y firmeza a esta costumbre, si fuera anterior a él. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que el actual Adviento no es posterior al Concilio de Trento (1545-1563), con el que se reforma profundamente la liturgia católica. En Denzinger (1963) no encontramos ninguna referencia al establecimiento del Adviento, aunque sí a otras celebraciones litúrgicas como, por ejemplo, la de la festividad de la Inmaculada Concepción, a la que se refieren, entre otros documentos, la Constitución Cum Praeexcelsa, de 28 de febrero de 1476 del papa Sixto IV, y la Bula Sollicitudo Omnium Eccl., de 8 de diciembre de 1661 de Alejandro VII, aunque no especifican la fecha de la festividad, señalándose implícitamente la del 8 de diciembre.

Quizá hasta el Concilio de Trento el tiempo de preparación para la festividad del Nacimiento de Cristo haya sido el que media entre ésta y el día litúrgico de San Martín, el 11 de noviembre.

 
 
 
 

Martín de Tours, un santo de devoción sobre todo medieval

Podemos pensar que la celebridad de San Martín de Tours ha sido más propia de la Edad Media que de los tiempos posteriores. De Émile Mâle (2001: 355) podemos leer: "San Martín fue, por menos en Francia, tan célebre como san Nicolás. En los tiempos merovingios el santuario de Saint Martin de Tours había sido el centro de la vida religiosa de la Galia. Los rudos peregrinos del siglo VI venían tocar con la frente los canceles de bronce que rodeaban su sepulcro, o a beber, mezclado con agua, el polvo que habían recogido en la tapa del sarcófago. En el siglo XIII la antigua tradición seguía aún muy viva a juzgar por las obras de arte que inspiró el gran apóstol de las Galias".

Si consultamos el Martirologio Romano, encontramos un muy alto número de santos y de beatos con el nombre de Martín (quizá sea el nombre que más se repita). Todos los deben al primero que lo llevó, a San Martín de Tours. La Iglesia de manera universal desde el Concilio Vaticano II sólo da culto público a tres: A San Martín de Tours, con memoria obligatoria el día 11 de noviembre; a San Martín I, papa (649-653) y mártir, el 13 de abril, sin establecerle memoria obligatoria (esto quiere decir que, en lugar de las oraciones propias de la misa que se le dedican, se suelen rezar las del día de la semana que corresponde dentro del año litúrgico, sin ni siquiera rezarse la llamada "colecta" de la misa del santo del día); y a San Martín de Porres (1579-1639) el día 3 de noviembre, con memoria obligatoria en Colombia, Panamá y Venezuela.

San Martín de Tours sigue siendo uno intercesores más destacados de la Iglesia, ya que forma parte de letanía de los santos de la Vigilia Pascual. Pero en la actualidad, para muchos, Martín, dada su abundancia como apellido, es ya más esto último -un apellido- que un nombre.

Ya queda muy lejos la influencia de la Leyenda dorada, en la que se narraban los milagros de los santos y en la que San Martín tenía un lugar muy destacado. Pero eso no quita la influencia del pasado sobre el presente: "En efecto, si echamos un vistazo a cualquier guía telefónica francesa, encontramos dos veces más el apellido Martín que el apellido Dupont o Durand, por no hablar de los Martineau, Martínez, Dammartin, etc. Pasa otro tanto con los topónimos: se afirma que algunas de las páginas del diccionario de municipios franceses parecen una letanía de santos. De hecho, entre esas páginas, más de cuatrocientas localidades llevan el nombre de san Martín, repartidas por todas las provincias: Saint-Martin-Belle-Roche en la región de Saona, Saint-Martin-de-Londres en la región de Hérault, Saint-Martin-de-Boscherville en Normandía, Saint-Martin-de-Crau en Provenza, Saint-Martin-du Var en el Sur, Saint-Martin-du-Bois en Anjou, Saint-Martin-des-Champs en Bretaña y Saint-Martin-les-Langres o Saint-Martin-l’Heureux en el Este. San Martín también es patrón de praderas, de bosques, de ríos..., aparece por todas parte".

 
 
 
 

Vida de San Martín de Tours

San Martín de Tours (nacido en Panonia, actual Szombathely (Hungría), en 316 o 317, y fallecido en Candes, actual Candes-Saint-Martin (Francia), en 397, es uno de los santos más destacados de la historia de la Iglesia Católica. Fue introductor en Occidente de la vida monástica, antes que San Benito (480-547) la regulara de una manera más sólida y definitiva. Estableció Scriptoria (Johnson, 2004: 211ss) para que los libros sagrados y los textos clásicos fueran copiados.

Su nombre, Martinus ("pequeño Marte" o "de Marte"), es contradictorio con su propia personalidad, aunque, contra su voluntad, tuvo que servir en la guardia imperial desde sus 15 a sus 40 años, aunque quizá logró reducir en algo sus 25 años de compromiso militar, hasta el año 356. Su padre, tribuno militar cuando él nació, ya veterano al ser su hijo llamado a filas, que le había impuesto el nombre del dios de la guerra y que no compartía sus sentimientos cristianos, sí que se sentiría orgulloso de la carrera militar que iniciaba Martín. Éste, por el contrario, había dado muestras de que la rechazaba y que sólo aspiraba a seguir y servir humildemente a Cristo como monje o ermitaño, en la soledad del desierto, desde los 10 años. "Lo arrestaron y lo encadenaron, atado a los juramentos militares", escribe Sulpicio Severo… Martín, desde ese momento, dispone de un caballo y de un esclavo… Entre sus compañeros de la guardia contaban que Martín se comportaba con su esclavo de forma sorprendente. Lejos de hacerse servir, era él quien le servía cuando comían juntos, y hasta le limpiaba las sandalias. Ello alimentaba las bromas. Martín no se pavoneaba delante de las mujeres ni pasaba las noches de los días festivos asistiendo a orgías. Mas, al mostrarse como un camarada irreprochable, siempre servicial, se reían de su extraño comportamiento, aunque sin reprochárselo…Martín se comporta con su esclavo como si fuera un hermano" (Pernoud, 1998, 18-21).

Poco antes de su bautismo, que recibió con 18 años, en Amiens, en un invierno extremadamente frío (ibídem, 335) encontró a "un pobre medio desnudo, tiritando y pidiendo limosna" (ibídem, 22), al que nadie hacía caso, cuando él no tenía nada que poderle dar. Sin dudarlo, dividió su capa en dos partes cortándola con su espada. La mitad que entregó al pobre, la parte superior, era la que más abrigaba porque estaba forrada con piel de cordero. Sus compañeros, viéndoles con la otra media capa, que ni siquiera tenía la fíbula que la atara, se rieron de él. "Poco podía imaginar Martín la singular importancia que su gesto cobraría a través de los siglos, representándose en frescos, pinturas esculturas y manuscritos. A lo largo de la vida de la Iglesia, Martín seguirá cortando su abrigo para dar la mitad al pobre… "La noche siguiente, en sus sueños, Martín vio a Cristo con la mitad de su clámide con la que había abrigado al pobre" (ídem).

En el momento de su bautismo quiso abandonar el ejército, "pero permaneció en él ante los ruegos de un amigo tribuno militar que quería también, terminado el tiempo de alistamiento, abandonar el mundo para dedicarse totalmente a Dios" (ibídem, 23).

Martín había nacido en tiempos del emperador Constantino, que en el año 313 había decretado la libertad religiosa y que, aún más, se acercaba hacia su conversión al Cristianismo, pero tuvo que servir también al hijo del hermanastro de éste, a Juliano, que la historia conoce como el Apóstata, nombrado césar de la parte occidental del Imperio por Constancio II en 355. Los servicios que venía prestando Martín nunca le había obligado a hacer lo que más rechazaba: tener que herir o matar. Pero le llegó un momento en que tenía que entrar en combate contra los germanos. La víspera de ese día Juliano entrega a cada miembro de la guardia el donativum -una gratificación para motivarlos-, pero Martín no se lo acepta diciéndole al césar: "Hasta hoy he sido tu servidor, permíteme ahora ponerme al servicio de Dios: Que el que tenga la intención de luchar acepte tu donativum. Yo soy soldado de Cristo, no puedo luchar" (ibídem, 26). El césar se burló de él y lo llamó cobarde. "Martín, decidido y con mayor fuerza por haber intentado intimidarlo, dijo: ‘Si se imputa mi actitud a la cobardía y no a la fe, mañana me pondré en primera fila sin armas y, en nombre del Señor Jesús, bajo la protección del signo de la Cruz, sin escudo y sin casco, penetraré en los batallones enemigos" (ídem). El césar le tomó la palabra y ordenó su encarcelamiento para que, a la mañana siguiente, tuviera que cumplir su compromiso. Parece que con éste Martín obtuvo de Dios una victoria sin guerra ya que "a la mañana siguiente, los invasores germanos «enviaron parlamentarios para negociar la paz y se rindieron inmediatamente", subrayándose "que el único "hecho de armas" de Martín terminó con una gran victoria" (ídem).

Una vez libre de sus obligaciones militares, Martín quiso hacer realidad su vocación ascética haciendo vida de ermitaño. Se puso en manos del obispo Hilario de Poitiers (también santo). "Hilario lo acogió con gozo y alegría. Le propuso el diaconado, pero Martín lo rechazó. No se sentía digno de tal honor ni de tan gran responsabilidad" (ibídem, 29). Sólo aceptó la orden menor de exorcista. Su primera experiencia de retiro ascético lo tuvo en "una pequeña isla llamada Gallinara, donde vivía de plantas silvestres, salvándole la oración de una muerte por envenenamiento que parecía segura. Más tarde se instaló en una ermita de Ligugé a "unos diez kilómetros de Poitiers" (ibídem, 37). Pretendía la soledad, pero "enseguida otros cristianos, atraídos, como él, por la vida de oración, se agruparon en Ligugé", con lo que, "Al poco tiempo, Martín, que se había instalado como ermitaño, llevó una vida de cenobita, es decir comunitaria. Su vivienda era muy pequeña. Sus discípulos, queriendo imitarle, construyeron numerosas "cabañas" (ibídem, 38).

De ese periodo se cuentan milagros de Martín, entre los que destacan resurrecciones de muertos -o revitalizaciones de personas consideradas muertas por todos los demás- que logró con su oración.

"Probablemente Hilario le convenció para que accediera a las órdenes mayores, por lo que Martín se hizo primero diácono y después sacerdote" (ídem). Hilario falleció en el año 367. "Para Martín fue un golpe muy fuerte, pues Hilario había sido para él un gran amigo a la vez que su guía en la vida ascética… En ese momento propusieron a Martín el obispado" (ibídem, 43), pero él no lo aceptaba. Unos años después, en 370 ó 371, también falleció el obispo de Tours, san Liborio, y los cristianos de esta diócesis llevaron allí a Martín, supuestamente para visitar a una enferma, la esposa de quien se lo pedía y sirvió de intermediario, pero en realidad para pedirle encarecidamente que aceptara ser su obispo (ibídem, 43s). "Sin embargo, algunos obispos hacían objeciones: "Algunos decían que era un personaje despreciable. Otros señalaban que era un hombre con aspecto lastimoso, con vestimenta sucia y el pelo en desorden, era indigno del episcopado"… Pero es quizá todo esto lo que le valió el afecto del pueblo… El que más protestaba contra este nombramiento era el obispo de Angers, Defensor" (ibídem, 44).

La lectura ocasional -elegida al azar- del versículo 3 del salmo 8 ("en boca de los niños, los que aún maman, dispones baluarte frente a tus adversarios, para acabar con enemigos y rebeldes"), mientras se preparaba la ordenación episcopal de Martín, fue interpretada por los cristianos de Tours como un reproche divino contra los adversarios del que pretendían que fuera su obispo, entre los que destacaba Defensor. "De esta forma, a pesar suyo y de algunos miembros del episcopado, Martín fue nombrado obispo de Tours" (ibídem, 46). No por ser obispo, Martín dejó su vida ascética.

"Es sorprendente ver cómo Martín, convertido en obispo de Tours, no abandona nada de cuanto desde los primeros días de su vida fue su principal preocupación: la oración y la contemplación… Al llegar a Tours, Martín suscitó nuevamente otros contemplativos, hombres atraídos por la oración que se le acercaron hasta el punto de formar algo parecido a lo que sería el futuro monasterio… Encontró una ermita a «unas dos millas al exterior de la muralla de la ciudad… Martín vio en el meandro del río Loira un lugar de auténtica soledad… tan apartado que no tenía nada que envidiar a un desierto… Más tarde dicho lugar se convirtió en el monasterio de Marmoutier, a unos ocho kilómetros de la ciudad de Tours. El biógrafo precisa que Martín se construyó una cabaña de madera… Con mayor fuerza que en Ligugé, se formó algo parecido a un monasterio, doscientos años antes de que llegara la regla de san Benito, que adoptarían todos aquellos que deseaban llevar una vida comunitaria y de oración. Según el biógrafo, en Marmoutier había unos ochenta discípulos. La narración nos los muestra viviendo una vida monacal como la que más adelante se practicará generalmente en la Europa cristiana: nadie posee nada en propiedad; está prohibido comprar o vender; cada uno hace vida en su celda; se reúnen para la oración comunitaria; comen juntos "después de la hora del ayuno"… no beben vino…" (ibídem75s).

Uno de los monjes fue Sulpicio Severo que empezó a escribir la biografía de nuestro santo y que tuvo un sueño en el que veía a Martín en la gloria celestial antes de conocer la noticia de su muerte (ibídem, 131s). Esta sucedió en el pueblo de Candes, adonde había sido llamado para reconciliar a sus sacerdotes que estaban enfrentados entre sí (ibídem, 132s). Cuenta el biógrafo que, tras la muerte de Martín (8 de noviembre de 397), su cuerpo, aunque cubierto por un cilicio y envuelto en cenizas, parecía manifestarse "en la gloria de la resurrección futura, con el cuerpo transfigurado"… Muchos, en el momento de su muerte, oyeron un coro de alabanzas en el cielo" (ibídem, 134).

"Desde que el santo de Dios empezó a sentirse enfermo, los habitantes de Poitiers y de Tours se reunieron para asistir a su óbito. Pero en el momento de su muerte surgió un fuerte enfrentamiento entre los dos pueblos" (ídem) porque ambos querían tener el honor de enterrarlo en su lugar. Se dice que, siendo voluntad de Dios que se enterrara en Tours, hizo que todos de Poitiers que hacían guardia se quedaran dormidos, por lo que los de Tours pudieron llevarse el cuerpo de Martín que fue enterrado el día 11 en Tours, donde se celebraron solemnes funerales con la asistencia de toda la población (ibídem, 135)

 
 
 
 

La veneración a San Martín de Tours tras su muerte

Le sucedió en el obispado de Tours San Bricio. Éste instituyó la práctica de la alabanza perpetua junto a la tumba de San Martín: los clérigos se relevaban día y noche para cantar los salmos (ibídem, 141).

No sabemos si los habitantes de Poitiers y de Tours podían figurarse que tener la tumba de San Martín podría significar un gran negocio. El hecho es que, después de los tres lugares que más peregrinaciones atraen (Jerusalén y Tierra santa en general, Roma y Santiago), parece que durante la Edad Media el cuarto ha sido la tumba de nuestro santo.

"En todos los lugares donde se conoce a Cristo, Martín es conocido", exclamaba ya Venance Fortunat en el siglo VI. En su época, la peregrinación a Saint-Martin de Tours era la más importante de nuestro país. El propio Fortunat había visitado la basílica consagrada a san Martín el 4 de julio del 470, en la que se halla su tumba. Uno de los sucesores de Martín en el episcopado, Gregorio de Tours, durante el siglo VI, contribuyó a hacer de la tumba de san Martín, en Tours, "la peregrinación de mayor importancia de la Galia" (ibídem, 140s). "El lugar donde se conservaba en Tours la capa de san Martín, la capella, se hizo tan popular que dio lugar al término "capilla", tan habitual en nuestro tiempo" (ibídem, 140).

Ya hemos visto que en Francia más de 400 localidades llevan el nombre de San Martín y que también es patrón de praderas, de bosques, de ríos, de manera que su nombre "aparece por todas partes". Pero en este lugar queremos destacar los lugares de culto: "En el siglo pasado, el historiador Lecoy de la Marche contó 3.678 parroquias dedicadas a san Martín en Francia; en Inglaterra encontramos 163 parroquias, seis de las cuales están en Londres; en Holanda 75, 239 en Flandes, más de 100 en Hungría, 120 en Yugoslavia y bastantes más en España, Italia y Alemania" (ídem). En relación a la fecha en que está escrito el libro, estos datos han de ser del siglo XIX, pero, como los templos, según el Código de Derecho Canónico, no pueden cambiar su titularidad, probablemente en la actualidad sean más.

La devoción a San Martín de Tours ha sido muy intensa durante quizá más de 10 siglos de historia. Sin duda se debe a su santidad, pero también a la percepción que los demás han tenido de ella, a sus discípulos directos, entre los que hemos de contar a su biógrafo, San Sulpicio Severo; a su sucesor como obispo de Tours, San Bricio. Hemos de destacar a quien le sucediera dos siglos después, San Gregorio de Tours, que estableció o vigorizó el periodo de preparación a la Navidad desde la festividad de San Martín. La fama de sus milagros quizá hiciera más que la santidad de su vida.

Como nos dice Émile Mâle (2001: 312), "Tal es el encanto de la Leyenda dorada. Los fieles encontraban en ella todo lo que les agradaba: un cuadro de la vida humana, un resumen de la historia del mundo, aventuras, milagros. La Iglesia, desde el concilio de Trento, se mostró severa con estos ingenuos relatos; consideraba, sin duda, que tantas maravillas ocultaban la verdadera grandeza de los santos. Los doctores del siglo XVII conocían su tiempo: no querían que la vida de los santos se convirtieran en motivo de escándalo para los espíritus formados en la crítica de los protestantes. Launoi merecía en aquel tiempo el apelativo de "destronador de santos", y el párroco de Saint-Eustache, temblando por el patrono de su iglesia, saluda muy bajito, siempre que le encontraba, a este hombre terrible. Tales escrúpulos no podían venirle a la Iglesia en la Edad Media. Por otra parte, el pueblo, bajo los adornos de la leyenda, captó casi siempre lo verdaderamente sublime. Los innumerables relatos que se hacían de los milagros de san Martín no impidieron que los artistas prefiriesen el rasgo más humano de su vida, y eternizasen el gesto heroico del joven soldado romano que, para vestir a un pobre desnudo, corta con su espada la mitad de su capa militar". En el comienzo de un nuevo epígrafe continúa: "La Leyenda dorada fue, pues, por todas las razones que acabamos de exponer, el libro favorito de la Edad Media" (ídem).

 
 
 
 

San Martín de Tours y los Benedictinos

San Martín de Tours sólo fundó, como hemos visto, dos monasterios: cerca de Poitiers y cerca de Tours. La extensión y regulación del monacato en occidente fue obra de San Benito de Nursia (de siglo y medio posterior: 480-547), pero los benedictinos sintieron especial veneración por quien había iniciado el monacato occidental. Tenemos, por ejemplo en Madrid al monasterio de San Martín, que fue el primero de la villa y corte, "fundado como un priorato dependiente del monasterio de Santo Domingo de Silos". "La "carta puebla" otorgada por Alfonso VII concedía al monasterio el privilegio para que el arrabal de San Martín -llamado entonces "vicus Sancti Martini"- se poblara conforme a los fueros de los conventos de Silos y Sahagún" (Madrid Histórico).

Nos parece conveniente traer aquí que el ABC de Madrid publicaba el 29 de enero de 1931 un artículo de A. Ramírez Tome, titulado Hoy hace años...496, que Madrid fue asolado por una terrible inundación (29 de enero de 1435). Posiblemente lo escribía todos los días recordando los acontecimientos de los que hacía años. Nos dice que el invierno de 1434 se presentó en extremo lluvioso causando las aguas grandes daños en Aragón, Navarra y Castilla. En Madrid llovía casi sin interrupción desde los últimos días de octubre y no cesó hasta el 29 de enero de 1435, quedando incomunicada la ciudad y llegando a faltar los víveres, a excepción del trigo, que no podía molerse por haberse anegados los molinos, por lo que se desarrolló un hambre terrible y numerosas enfermedades. "Los monjes de San Martín, dando prueba de una suprema abnegación, desempeñaron todo género de oficios para alivio de los menesterosas y repartieron provisiones entre los colonos del arrabal, mientras no lo impidió la inundación, que dejó aislados y en inminente peligro a necesitados y bienhechores".

 
 
 
 

Patrimonio arquitectónico (bienes de interés cultural) de templos dedicados a San Martín de Tours

Desde el momento de su muerte, Martín es considerado santo por aclamación popular y comienza a edificarse templos con su titularidad. No es, lógicamente, España uno de los primeros lugares donde se le venera. Le preceden otros, como Francia y Alemania. La Alemania del Rhin es muy próspera en templos dedicados a San Martín. En Colonia la iglesia de nuestro santo parece competir en altura y majestuosidad con su catedral, quizá la de mayor altura de toda la cristiandad.

La primera iglesia, por su antigüedad, que aparece en Wikipedia como bien de interés cultural español, con el nombre de San Martín de Tours es del año 583: en Argüelles (Siero, Asturias), siendo "el elemento más antiguo relacionado con el culto cristiano en Asturias". "De la antigua construcción prerrománica se conservan dos celosías además de la inscripción fundacional" ("El 28 de abril del año 583 fue fundada").

 

Del siglo XI tenemos dedicados a San Martín de Tours:

  • Uno de los mejores testimonios del arte románico de España, el de Frómista (Palencia).
  • La iglesia de San Martín de Mura (Barcelona).

 

Del siglo XII tenemos o teníamos más:

  • La Iglesia de San Martín de Tours de Salamanca.
  • La parroquia de san Martín de Madrid (derribada por orden de José I Bonaparte).
  • La iglesia de San Martín de Aguilera (Soria).
  • La iglesia de San Martín de Cuellar (Segovia).
  • Iglesia de San Martín de Lérida.
  • Iglesia de San Martín de Segovia.
  • Iglesia de San Martín de Valladolid.

 

De época románica no especificada:

  • Ruinas de la iglesia de San Martín Obispo de Cuenca.
  • Iglesia de San Martín de Belsué (Huesca).

 

Del siglo XIII:

  • Iglesia de San Martín de Arlucea (Álava).
  • Iglesia de San Martín de Plasencia (Cáceres).

 

Del siglo XV:

  • Iglesia de San Martín de Belchite Viejo (Zaragoza).
  • Iglesia de San Martín de Sevilla.

 

Del siglo XVI:

  • Iglesia de San Martín de Llames de Parres (Parres, Asturias).
  • Iglesia de San Martín de Tours de Baños de Cerrato (Palencia).
  • Iglesia de San Martín del barrio de San Martín de Ataun.

 

De entre los siglos XVI y XVIII:

  • Iglesia de San Martín de San Martín del Río (Teruel).
  • Iglesia de San Martín de Tours de Bollullos de la Mutación (Sevilla).

 

Sin duda, la mayor parte de las iglesias de San Martín tienen su origen en la Edad Media. Podemos decir que no hay ciudad antigua que se precie que no tenga una antigua iglesia de San Martín en su barrio más antiguo. Podemos recordar, por ejemplo, en Extremadura, además de Plasencia, a Trujillo.

 
 
 
 

Patrimonio escultórico

Como no lo hemos hecho del patrimonio arquitectónico, tampoco podemos hacer un inventario exhaustivo del patrimonio escultórico. Ni siquiera podemos hacer una antología, sólo presentar unos ejemplos.

Agustín Gómez Gómez y Miguel Ángel Asiáin Yárnoz nos dicen: "Las reiteradas advocaciones a San Martín ponen de relieve esta frecuente veneración, que en muchos casos viene acompañada de representaciones de algún pasaje de su vida. La precocidad con la que se le representó tuvo una tierra abonada en Navarra, donde cuenta con algunas de las más originales y peculiares representaciones hispanas. No nos equivocaríamos si señalásemos que el grupo de Tudela, Estella, Irache y San Martín de Unx constituyen dentro de la escultura románica peninsular el ciclo más fecundo y rico en motivos iconográficos. Entre ellos, los capiteles de la portada de San Martín de Unx componen un esquema completo y complejo de dos de los motivos más significativos de la Vita Martín".

La fachada del Monasterio de San Martín Pinario se remata con la escultura de San Martín de Tours partiendo su capa para compartirla con un pobre.

Esta es la representación escultórica más frecuente de San Martín. La encontramos, por ejemplo en la fachada de la iglesia de San Martín de Valladolid, así como en el altorrelieve del ático de su retablo mayor, construido por Pedro de Cea y Cristóbal Ruiz de Andino entre 1672 y 1681 y dorado en 1683. También la encontramos relieve de San Martín partiendo su capa con el pobre en el remate del llamado arco de San Martín de la catedral de Palencia, y en el sepulcro denominado de Martín Fernández en la catedral de León, situado en el lado sur del crucero. Llama la atención que, en tres tímpanos, se hayan equipado dos escenas de la pasión de Cristo -la muerte en el Calvario y los azotes atado a la columna- con la escena de la donación de la media capa de San Martín al mendigo.

 
 
 
 

Patrimonio pictórico

Émile Mâle (2001: 355) nos habla de las vidrieras de la catedral más importante del gótico, la de Chartres. Nos dice que en ella San Martín "está representado hasta siete veces". Añade: "En Tours le están dedicadas dos vidrieras, y en Bourges y en Mans otras dos. Encontramos una en Angers, y se ha descubierto que una vidriera de Beauvaix, que no se había sabido descifrar, contiene toda la historia del santo. Sin duda que, cuando nuestras catedrales conservaban toda su ornamentación, en ninguna faltaba una vidriera de san Martín".

Nosotros en la catedral de Chartres encontramos una vidriera con la vida de San Martín en el costado derecho que contiene 15 cuadros y que fue realizada entre 1215 y 1225. Encontramos otra con su historia en el costado izquierdo, de entre 1210 y 1225, donada por Thibault VI, conde de Chartre. Pero tenemos, además, una vidriera alta de dos lancetas del costado izquierdo que comparte con la Virgen, realizada entre 1205-1215 y que fue donada por un vecino (bourgeois) de Tours.

Por Bartolomeo Vivarini (1491) y por El Greco (1597-1599) tenemos representada en la pintura la escena de la donación de la mitad de la capa a un mendigo. La segunda de estas obras tiene la particularidad de mostrarnos al fondo, en lugar de la ciudad de Amiens, donde tuvo lugar el hecho, la ciudad de Toledo. Estos cuadros podemos encontrarlos respectivamente en la Academia Carrara de Bérgamo y en la National Gallery de Washington.

Eustache Le Sueur nos ha dejado en la pintura (1654) constancia de la misa de San Martín de Tours en la que apareció sobre la cabeza del santo una bola encendida. Esta misa, según San Sulpicio Severo, fue en la época de preparación para la Navidad, la que llamamos de Adviento. El cuadro se guarda en el Louvre.

Simone Martini también pintó escenas de la vida de San Martín de Tours. Una de ella, pintada en 1315-1316, es el momento en que el césar Juliano arma caballero a nuestro santo. Por el mismo tiempo el mismo artista nos dejó plasmado otro momento mucho más dramático: el momento en que no aceptó el donativum para el enfrentamiento con los germanos, prefiriendo la muerte segura que suponía el ponerse en primera línea de combate sólo con una cruz, en lugar de con las armas. Estos cuadros se conservan en Asís, en la capilla de san Martín en la basílica inferior de San Francisco.

 
 
 
 

Las más antiguas Parroquias de Sevilla

 

Veinticinco parroquias

tiene Sevilla.

Veinticinco campanas

la Giraldilla.

 

Las veinticinco parroquias más antiguas de Sevilla son: Santa María (la Catedral) o el Sagrario, El Salvador, Santa Ana, San Miguel, San Juan Bautista (vulgo, la Palma), San Pedro, San Andrés, Santiago, San Bartolomé, San Marcos, San Lorenzo, San Esteban, San Vicente, San Román, San Martín, San Nicolás, San Julián, San Ildefonso, San Isidoro, San Gil, Santa Lucía, Santa Catalina, Santa María Magdalena, Santa Marina, Omnium Sanctorum. Estas parroquias constituían el centro de sus respectivas collaciones, con las que se organizó Sevilla tras su conquista por las tropas cristianas en el año 1248 por San Fernando y Alfonso X el Sabio.

Al establecerse las parroquias, de la misma manera que la Catedral, usarían como templos antiguas mezquitas que hubieran en los respectivos lugares. Santiago Montoto menciona también a otras posteriores: Santa Cruz, San Bernardo, San Roque, La O y las novísimas.

 
 
 
 

La iglesia de San Martín de Tours de Sevilla

Como vemos la iglesia de San Martín de Tours era una de las primeras parroquias creadas en Sevilla. La adopción de titularidad no era, en absoluto, algo caprichoso. Se elegían a los santos de mayor devoción popular. Escudero (2007: 24) considera que el templo actual se inició a principios del siglo XIV y que, como las demás parroquias sevillanas, contó con el impulso que les diera Pedro I, que murió en el campo de batalla en 1369. Santiago Montoto habla de otro templo anterior de estilo mudéjar. Vemos difícil considerar que entre la mezquita y el actual templo haya habido otro cristiano, del que insinúa mayores dimensiones que el actual, por el espesor de 2,70 metros de la torre, de estilo mudéjar. También se supone que la torre, "hoy notablemente modificada", haya sido el alminar de la mezquita.

Montoto (1981: 109) nos dice también que "es todo de bóvedas de nervios, como el presbiterio que es de planta cuadrada". Escudero (2007: 24) afirma que "Su estilo arquitectónico se corresponde con el gótico-mudéjar, presentando la particularidad de que es la única de esta tipología en nuestra ciudad que consta de una sola nave, a la que se abren seis capillas laterales, aprovechando el espacio existente entre los contrafuertes exteriores, presentando presbiterio cuadrado... A la derecha de los pies se alza la torre campanario. Asimismo consta de amplia azotea corrida, sacristía, vivienda para el capiller y patio. El templo comenzó a levantarse por la torre y zona de la fachada de los pies, cuya portada ojival se concluyó en torno a 1342. La torre que flanquea parece algo más antigua, aunque otros autores piensan que su finalización tuvo lugar en torno a 1500... Las obras finalizaron en torno al año 1421".

Otras particularidades de este templo son que carece de crucero y que la separación con el presbiterio se logra con la menor anchura de éste respecto al resto del edificio.

Según Escudero (2007: 29ss), el retablo mayor, de estilo manierista, fue trazado por Vermondo Resta en el año 1606; la talla y el ensamblaje, también de 1606, correspondieron a Diego López Bueno; el dorado, el estofado y la policromía (1611-1613) a Juan y Diego Salcedo. De Andrés de Ocampo (1606-1611) son las tallas de San Pedro y de San Pablo, del primer cuerpo, y las de San Marcos y San Juan Bautista, del segundo cuerpo, así como el Calvario del ático. La calle central del retablo (manifestador trilobulado -entre el banco y el primer cuerpo-, camarín de la Virgen -en el resto del primer cuerpo introduciéndose levemente en el segundo- y camarín de San Martín -en el segundo cuerpo-) se labró de nuevo entre 1691 y 1692 por el ensamblador Fernando de Barahona. El dorado y el estofado de la calle central, con los camarines, es de Antonio Gallardo, que los realizó en 1692.

Nos falta mencionar cuatro pinturas de 1613 que ocupan los dos cuerpos de las calles más laterales. Corresponden a la vida de San Martín y fueron realizadas por Gerolamo Lucente de Corregio, yerno de Andrés de Ocampo. A la derecha de San Pedro se nos representa la donación de San Martín al mendigo de la mitad de su capa militar. A la izquierda de San Pablo se nos presenta el sueño de San Martín en el que se le aparece Cristo vestido con la media capa del mendigo, indicándosenos que todo lo que damos a los pobres Cristo lo toma como ofrecido a sí mismo. Encima del primero de estos cuadros tenemos el que nos parece que representa la muerte de San Martín -su cuerpo yacente- en el suelo, aunque Escudero (2007: 31) ve en él uno de los milagros de San Martín: la resurrección del neófito. Encima del cuadro del sueño de San Martín tenemos otro en el que nos parece percibir esa misma resurrección, si bien el autor del libro dice que se refiere a la curación de un enfermo.

La talla de San Martín que se nos presenta en el camarín del segundo cuerpo no es la original. Nos sorprende que se hayan escatimado gastos precisamente para la escultura del titular de la iglesia, en la que se nos presenta a San Martín como obispo. Se dice que la talla original era una pequeña que actualmente se conserva en la primera capilla que encontraríamos a nuestra derecha, si entrásemos por la puerta ojival. Esta talla es la que, según Escudero (2007: 32) se colocó en el camarín del segundo cuerpo en 1692 cuando se remodeló la calle central del retablo. Fue sustituida en 1878-1885 por la escultura actual. Ésta, probablemente realizada en 1629, procede del Convento del Carmen de Sevilla y tiene la particularidad de que se hizo para representar a otro santo obispo, a San Andrés Corsino. "Pasó al arzobispado tras la supresión de dicho convento en 1868, de donde llegó a San Martín en el periodo referido" (ídem).

 


 

BIBLIOGRAFÍA

Anglicanum Scriptorium: http://anglicanvmscriptorivm.blogspot.com/2008_12_01_archive.html

DENZIGUER, Enrique (1963): El Magisterio de la Iglesia Católica, Barcelona, Editorial Herder.

Ecclesia Digital: http://www.revistaecclesia.com/

ESCUDERO MARCHANTE, José María (2007): La iglesia de San Martín de Tours de Sevilla. Sevilla, Imperial Archicofradía Sacramental de la Sagrada Lanzada.

GIORGI, Rosa (2002): Santos. Los diccionarios del arte. Barcelona, Editorial Electa.

GÓMEZ GÓMEZ, Agustín y ASIÁIN YÁRNOZ, Miguel Ángel: Caritas et diabolus en la iconografía de San Martín: el caso de San Martín de Unx (Navarra) (RPVIANAnro-0205-pagina0285.pdf).

JOHNSON, Paul (2004): Historia del Cristianismo. Barcelona, Vergara (grupo Zeta) La Navidad (Edad Media): http://navidulinfo.leadhoster.com/19.php

Madrid histórico: http://www.madridhistorico.com/

MÂLE, Émile (2001): El arte religioso del siglo XIII en Francia. Madrid, Ediciones Encuentro.

MARIANA, Juan de (1839): Historia general de España, Barcelona, Francisco Oliva, editor.

Mitología Cristiana: San Martín de Tours: http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=760

MONTOTO, Santiago (1981): Parroquias de Sevilla y nueva semblanza de Bécquer. Sevilla, Mediodía.

PERNOUD, Regine (1998): San Martín de Tours. Madrid, Ediciones Encuentro.

Temas de Arte Cristiano: http://www.historiarte.net/iconografia/martin.html.

RAMÍREZ TOME, A. (1931): Hoy hace años...496, que Madrid fue asolado por una terrible inundación (29 de enero de 1435). ABC de Madrid.

ROS, Carlos (dir.) (1992): Historia de la Iglesia de Sevilla. Sevilla, Editorial Castillejo.

Wikipedia: Día de San Martín: http://en.wikipedia.org/wiki/St._Martin%27s_Day

Wikipedia: Iglesia de San Martín: http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_San_Mart%C3%ADn

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com