LA VIRGEN DE LOS DOLORES DE TOBARRA. OBRA INVITADA EN EL MUSEO SALZILLO

María Teresa Marín Torres (29/04/2022)


 

 

Hablar de la Virgen de los Dolores de Tobarra (Albacete) es hablar del sentimiento y el orgullo de un pueblo por una imagen de gran devoción y de mérito artístico. Una obra que a pesar de los avatares históricos que ha vivido, ha llegado hasta nuestros días sorteando esas vicisitudes que dejan las huellas indelebles del tiempo que la hacen, si cabe, mucho más valiosa, pues es casi un milagro el que hoy la podamos contemplar en la iglesia parroquial de la Asunción y, sobre todo, en las calles de la villa tobarreña cada Semana Santa, al son de los tambores, patrimonio inmaterial de la humanidad.

Prácticamente dada por perdida durante la Guerra Civil española de 1936, la imagen fue encontrada en 1940 en Valencia, en un cajón donde se salvaron algunas obras de arte, entre las que se hallaba, como resto victorioso de un naufragio, la cabeza de la Virgen de los Dolores. Las fotografías antiguas dan testimonio de la belleza y la unción de la venerada obra, y permitieron ser una vía de interpretación para su restauración un año más tarde por el valenciano Roberto Roca Cerdá, discípulo de Mariano Benlliure.

La Virgen de los Dolores de Tobarra es una imagen de vestir con cabeza y manos en madera policromada y mide unos 154 x 62 x 45 cm. Nos retrotrae a las famosas dolorosas ideadas por Francisco Salzillo, que tanto éxito tuvieron dentro de su abundante producción. Su culto ha de vincularse con la difusión de esta devoción por la orden franciscana, ya desde siglos atrás, con las festividades vinculadas al Stabat Mater Dolorosa en el Medievo. No obstante, la venerable imagen, de serena belleza y compungido rostro, fue realizada para el convento de San José de los Franciscanos Observantes, establecidos en Tobarra desde los años 1619-1620.

Su devoción fue muy importante en el antiguo Reino de Murcia, gracias al cardenal Belluga, tras el milagro de la transpiración y lágrimas de un busto de la Virgen de los Dolores en el Cabezo de Torres, partido de Monteagudo, en el verano de 1706. Eran momentos cruciales en la Guerra de Sucesión española y este episodio fue interpretado por el prelado como prueba a favor de la causa borbónica frente a la austracista. Casi un año después, se producía la definitiva batalla de Almansa y nacía Francisco Salzillo. La Virgen de los Dolores fue declarada copatrona de la ciudad de Murcia y su culto se difundió por toda la Diócesis de Cartagena.

Ciertamente, los bustos bajo esta advocación ya circulaban con profusión en la España barroca, baste solamente aludir a los realizados por Pedro de Mena y la escuela andaluza. Pero el modelo planteado por Francisco Salzillo, una imagen de vestir con los brazos abiertos y gesto compungido mirando al cielo, lleno de resortes dramáticos para la teatralización sacra de la Pasión, y que se materializó en la Dolorosa para la Cofradía de Jesús de Murcia de 1756, fue la culminación de ese culto iniciado por Belluga. Ello explicaría la gran demanda de este prototipo, en un camino ya iniciado por el escultor murciano con la Virgen de las Angustias para la Cofradía de Servitas y la Virgen de los Dolores de la parroquia de Santa Catalina en los inicios de la década de 1740. Pero especialmente, con la desaparecida imagen de vestir de la Virgen del Primer Dolor de 1750 para Cartagena. Un fecundo camino que prosiguió con sus magníficas Dolorosas para la misma Murcia, así como Lorca, Cieza, Lorquí, Hellín o Albacete, por citar solamente algunas localidades.

No se sabe el año exacto en que fue realizada la Virgen de los Dolores de Tobarra pero el ilustrado catalán Bernardo Espinalt la citó en la descripción del Reino de Murcia en su "Atlante Español", publicado en catorce volúmenes entre los años 1778 y 1795. Al hablar del convento franciscano apuntó que aquel era el lugar "en donde se venera una prodigiosa imagen de Nuestra Señora de los Dolores". Todavía se encontraba en su emplazamiento original en el convento franciscano de San José, antes de que en 1836, en los momentos de la desamortización, fuera llevada a la iglesia de la Asunción. Esta fuente sirvió durante muchos años para datar la imagen como anterior a 1778.

En 1912 Rodrigo Amador de los Ríos la citó en su catálogo monumental dedicado a la provincia de Albacete, donde señalaba que recordaba "las maneras y el estilo de Salzillo, a cuyo tiempo corresponde". Pasó desapercibida por los especialistas del escultor murciano hasta llegar al siglo XX, con los estudios de Luis Guillermo García-Sauco en 1985 y 2015.

El descubrimiento en 2019 de una plancha de cobre ha servido para acotar más la cronología de esta carismática obra, como ha estudiado Sebastián Sánchez. De este modo podría datarse como anterior a 1772, pues el texto que acompañaba a la estampa, donde se representa a la Virgen, habla de las indulgencias que le concedió el obispo Diego Rojas y Contreras, que ocupó la cátedra episcopal cartaginense ente 1753 y 1772. Ya Francisco Javier Peña Rodríguez había ampliado el límite cronológico de 1778, al plantear la hipótesis de su adquisición por parte de algunas de las familias benefactoras del convento franciscano, como os Alfaro Mendoza y Ladrón de Guevara, condes de Balazote, y que afianzaría la fecha de creación de la obra en torno al año 1765. También Leandro Martínez, a partir de las notas recogidas por su padre, el historiador José Martínez Cardós, y con la ayuda de Fray Juan Meseguer, apuntó la hipótesis de que procediera de los franciscanos de Cieza.

Puede que pronto podamos conocer nuevos datos que nos desvelen el misterio del encargo y datación de la imagen de la Virgen de los Dolores de Tobarra pero es incuestionable su vinculación con la mejor obra de Francisco Salzillo. Su cofradía, de la Santísima Virgen de los Dolores y de la Soledad de María, ha querido escoger el año 2022 como el del 250 aniversario de la difusión del grabado. Sin duda es una fecha significativa, pues permite aventurar que ya en aquel entonces la devoción a aquella prodigiosa imagen estaba plenamente asentada. De ahí este préstamo temporal al Museo Salzillo, en una ocasión única para poder contemplarla en Murcia por vez primera, en el lugar donde fue creada por el genial escultor.

 


 

 

Fotografías de Diego J. Santos

 

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