DOS DOLOROSAS RELACIONABLES CON CRISTÓBAL RAMOS EN LA PROVINCIA DE HUELVA

Jesús Abades


 

 

VIRGEN DE LA SOLEDAD (ENCINASOLA)

Hace un par de años, realizamos una visita a la localidad onubense de Encinasola, enclavada en plena Sierra de Aracena y muy próxima a la provincia de Badajoz, y nos quedamos sorprendidos con el interesante y casi desconocido patrimonio de obras sacras que atesora, no profanadas durante la Guerra Civil aunque algunas se encontraban algo repintadas por la deficiente labor de aficionados locales.

Una de las piezas que más llamó nuestra atención fue una dolorosa que recibe culto en el templo de San Andrés y posee la advocación de Nuestra Señora de la Soledad. Se muestra arrodillada sobre un escabel de color rojo, con las manos entrecruzadas a la altura de la cintura, en actitud de súplica, y viste ropajes modelados con telas encoladas y policromadas. Tanto su composición como los rasgos del rostro y las manos nos remitieron de inmediato al estilo de Cristóbal Ramos (1725-1799), sin que ello pudiera ser confirmado en el municipio.

Puestos a investigar sobre el tema, consultamos en principio diversas fuentes bibliográficas y de archivo, y la información más extensa sobre la talla la encontramos en el libro "Escultura Mariana Onubense", escrito por los historiadores González Gómez y Carrasco Terriza. Según la publicación, mide 112 cm de altura, se halla labrada en madera y telas encoladas y policromadas, su estofado fue renovado por el escultor Antonio León Ortega en 1968 y los autores la catalogan como imagen anónima del siglo XIX (1).

Nosotros nos reafirmamos en la teoría que establecimos desde un primer momento y atribuimos su hechura al escultor sevillano Cristóbal Ramos o a un distinguido miembro de su círculo, vistas las calidades que ostenta una pieza que se encuentra en la línea marcada por Ramos en su iconografía de la Mater Dolorosa con piezas sevillanas como la Mater Misericordiae, venerada en la Escuela de Cristo y documentada en 1798; la dolorosa del templo de las Mercedes y Santa Genoveva del barrio del Tiro de Línea, la que recibe culto en el Convento de Santa Isabel o la conservada en el Colegio de San Telmo.

 

 

Con todas ellas, especialmente con estas dos últimas, comparte los grafismos de Ramos sobre el tema: rostro implorante elevado al cielo, expresión dolorida sin estridencias, cabeza levemente ladeada a la derecha y cubierta con larga toca de color blanco y dispuesta en desordenados pliegues (de forma muy similar a la dolorosa de San Telmo), ojos vítreos, labios finos y entreabiertos que dejan ver los dientes tallados, manos entrecruzadas con las palmas ligeramente separadas y los brazos dispuestos horizontalmente, y manto que cae abierto por ambos lados y se extiende más allá del cojín que sirve de base a la escultura.

Observamos dos diferencias con respecto a las tallas anteriores. En primer lugar, el estofado a base de volutas y motivos punteados, que como hemos señalado obedece a la restauración de 1968, en la que, dejando a un lado lo discutible de la reforma, se respetó la integridad artística de la Virgen, cuyo policromado original, más austero y con galones dorados, se acerca al de la pieza de Santa Isabel y al de la dolorosa de Santiago de Alcalá de Guadaira (Sevilla). Por otro lado, nos causa desconcierto el dato acerca de los materiales que nos ofrecen González Gómez y Carrasco Terriza en su libro, ya que es bien sabido que Ramos y sus seguidores labraban este tipo de creaciones usando telas encoladas y barro cocido en cabeza y manos, con algunas excepciones como la mencionada Mater Misericordiae, cuyas manos se hallan modeladas en pasta de madera.

Por tanto, hay que suponer con todo respeto que el dato ofrecido es erróneo, o bien, si se da por indiscutible su certeza, que estamos ante otra excepción en la trayectoria de Ramos o que tales zonas se hallan labradas en madera, pero transformada en maleable pasta. Que en la intervención llevada a cabo por León Ortega se realizase una estructura de madera para servir de refuerzo interno a la obra refuerza nuestra opinión.

 

 

VIRGEN DE LA SOLEDAD (LA PALMA DEL CONDADO)

En este caso, hemos localizado la obra en la galería del Colegio de Hermanas de la Cruz del municipio onubense de La Palma del Condado, rodeada de tallas religiosas de extraordinaria calidad que la comunidad religiosa ha venido reuniendo a través de sucesivas donaciones efectuadas por particulares.

La efigie, advocada Nuestra Señora de la Soledad, es una pequeña imagen de candelero para ser vestida, propia de la devoción privada para recibir culto bajo fanal. Ante la carencia absoluta de documentación en el entorno, y al igual que hicimos tras conocer la dolorosa de Encinasola, con la que comparte disposición arrodillada y actitud suplicante, consultamos el estudio de Carmen Montesinos sobre la vida y obra de Cristóbal Ramos, realizado en 1984 como Tesis de Licenciatura y publicado dos años más tarde por la Diputación Provincial de Sevilla en su colección "Arte Hispalense", sin encontrar mención alguna sobre la pieza.

Una vez más, fue en la publicación "Escultura Mariana Onubense", de donde proviene la fotografía de la obra que ilustra el artículo, donde encontramos la información más extensa sobre esta Virgen dolorosa. Según la descripción ofrecida en el libro, estamos ante una imagen de autor anónimo sevillano, que mide 48 cm de altura, catalogándose como obra del siglo XIX y encontrado su origen en una donación al convento, realizada en 1975 por la familia de Rafael Torné, procedentes de Sevilla (2).

La enumeración de grafismos propios de Ramos que hemos llevado a cabo anteriormente con la talla de Encinasola, la podemos hacer extensiva a esta estatuilla, sólo que cambiando los ropajes de paño encolado por los tejidos naturales, bordados en oro, al ser una imagen concebida para vestir.

 

 

Por lo demás, presenta la misma mirada hacia el Padre buscando compasión y misericordia, cejas arqueadas, ceño marcado en señal de profundo dolor, ojos y lágrimas de cristal, pestañas postizas, boca entreabierta para emitir un lamento, cuello con incipiente papada, carnaciones claras, y manos entrecruzadas, observándose una mayor unión en las palmas aunque los brazos siguen manteniéndose en disposición horizontal.

La obra posee notables semejanzas con la talla estudiada anteriormente, con la dolorosa del Colegio San Telmo, con la que recibe culto en la sevillana Capilla de la Santa Cruz del Rodeo, y con la imagen erguida que perteneció a una colección particular de Moguer, estas dos últimas también de candelero para vestir.

Es probablemente con la dolorosa del Rodeo con la que muestra un mayor número de conexiones estilísticas, especialmente en el modelado del rostro, con labios exangües y ojos perdidos y surcados por profundas ojeras, y en el modo de labrar las manos con los dedos entrelazados. En opinión de Montesinos, dicha imagen sigue el estilo propio de Ramos pese a las alteraciones que presenta en su encarnadura (3). No constan, en cambio, intervenciones practicadas en la imagen palmerina, aunque parece evidente un cambio sufrido en los postizos que posee la efigie para acentuar el naturalismo propio de la estética barroca.

En ambos casos, seguimos trabajando para encontrar nuevos datos que arrojen más luz sobre la posible paternidad de Ramos o su círculo por la que nosotros apostamos. Y, por supuesto, dejamos también con estas apreciaciones el campo abierto a investigaciones ajenas. En todo caso, se trata de dos posibles aportaciones al catálogo de obras del escultor, cuya celebrada estética no parece ser ajena a las mismas.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA. Escultura Mariana Onubense, Diputación Provincial de Huelva, 1981, p. 277.

(2) Ibídem, p. 284.

(3) MONTESINOS MONTESINOS, Carmen. Cristóbal Ramos (1725-1799), Sevilla, 1986, pp. 42-43.

 

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