MANUEL PINEDA CALDERÓN EN EL 100º ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO (I)

Jesús Abades


 

Para conmemorar el centenario del nacimiento de Manuel Pineda Calderón, prolífico escultor e imaginero de Alcalá de Guadaira (Sevilla), el portal va a ofrecer una serie compuesta por tres artículos en los que se analizarán tres de las creaciones marianas de Manuel Pineda Calderón que no figuran entre las más conocidas por el gran público.

 

 

 

Comenzamos con la talla de la Virgen de los Dolores que recibe culto en la Parroquia de Nuestra Señora del Reposo de Valverde del Camino (Huelva). Su ejecución fue encomendada al alcalareño en 1938 con el fin de reemplazar a un simulacro anterior, titular de una Venerable Orden Tercera de Siervos de María, que resultó destruido junto al resto del patrimonio mueble del templo en los disturbios de 1936 (1).

La obra de Pineda Calderón es una escultura de candelero para vestir, labrada en madera policromada, que sólo tiene completamente tallados el busto y las manos, siendo el resto un maniquí de base ovalada y brazos articulados que facilitan la tarea de revestirla con ricos tejidos naturales. Mide, aproximadamente, 160 cm de altura y se venera en una capilla del lateral izquierdo del templo parroquial valverdeño.

Iconográficamente, representa a la Virgen en el trance pasionista de Cristo. Aparece de pie, con un dolor sereno que se enmarca en los cánones idealizados heredados del Barroco sevillano. Como atributos porta el pañuelo de la piedad popular en la mano derecha, el rosario en la izquierda y un puñal en el pecho en recuerdo de la profecía del anciano Simeón sobre la espada de dolor que, llegado el momento, atravesaría su alma.

 

 

 

La Señora se presenta al espectador muy compungida, inclinando la cabeza hacia el lado derecho y derramando cuatro lágrimas de sus fatigados ojos, dos en cada mejilla. Las delicadas facciones se desmarcan un tanto del prototipo mariano del autor en su vertiente pasionista, aunque detalles como el largo trazado de las cejas, de arranque curvo, y el abultamiento de los párpados, con las cuencas orbitales muy marcadas, nos remiten inmediatamente a su estilo. Por lo demás, el rostro muestra ojos de cristal, pestañas superiores postizas, nariz afilada, labios entreabiertos y picudos que dejan ver la lengua y los dientes superiores tallados, pronunciado mentón con fino hoyuelo y cuello esbelto con los músculos crispados por el llanto.

Frente al blando modelado del semblante, que mezcla las fórmulas neobarrocas con las maneras propias del arte sevillano de la primera mitad del XIX, las manos, de largos y rectos dedos, parecen recrear las formas rígidas y estáticas que se cultivaron en la primera mitad del Seiscientos.

La imagen es titular de la Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de los Dolores que, como hemos apuntado anteriormente, tiene su origen en una V.O.T de Servitas fundada en 1796 (2). El Nazareno fue realizado por las mismas fechas en el taller del artista el sevillano Antonio Castillo Lastrucci, mientras que el Cristo de la Buena Muerte es un crucificado del maestro cacereño Enrique Pérez Comendador (1943), que se inspiró a la hora de ejecutarlo en el Cristo de la Clemencia de Martínez Montañés. Efectúa su salida procesional en la tarde-noche del Jueves Santo, en un cortejo procesional popularmente conocido en la villa como "Los Blancos" por el hábito de sus nazarenos.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) ARROYO NAVARRO, Francisco. Historia de la Parroquia de la Virgen del Reposo de Valverde del Camino (Huelva). 1469-1950. Una Espiritualidad y un Esfuerzo, Sevilla, El Adalid Seráfico, 1989.

(2) Ibídem.

 

Fotografías de Alejandro Cerezo y Sergio Cabaco

 

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