PROBABLES NUEVAS OBRAS DE JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS EN LIMA

Jesús Andrés Aponte Pareja


 

 

 

De los conventos femeninos de clausura establecidos en la ciudad de Lima, el de Nuestra Señora de la Concepción fue el que más riquezas artísticas atesoró. Fundado en 1573 como el segundo de los conventos de religiosas de la ciudad, luego del monasterio de la Encarnación, fue sin embargo el preferido por las familias más distinguidas para enviar a sus hijas que deseaban abrazar la vida religiosa.

El enorme monasterio de la Concepción llegaría a ocupar varias manzanas del centro de la ciudad, contando a mediados del siglo XVII con más de mil personas viviendo dentro de sus muros, entre los que se contarían las religiosas y su servidumbre personal.

Gracias a las cuantiosas dotes y refinamientos artísticos de estas sofisticadas monjas, el otrora inmenso monasterio llegaría a capitalizar un buen número de obras maestras de arte hispalense, entre los que se contarían la mayor parte de los envíos realizados por Juan Martínez Montañés al Virreinato del Perú y una serie angélica del taller de Francisco de Zurbarán, dos de los más prestigiosos artistas que trabajaron en Sevilla durante el llamado Siglo de Oro y, sin duda, los que con más fuerza influirían en las escuelas artísticas del continente americano y, en especial, en aquellas de la ciudad de Lima.

De especial interés son los envíos de Juan Martínez Montañés a este convento, pues fueron sus religiosas sus mejores clientes en todo el continente. Además del Retablo del Bautista -espléndida estructura compuesta de 26 imágenes, entre relieves y esculturas de bulto, considerado uno de sus mejores retablos-, remitiría el maestro alcalaíno a la misma institución un simulacro de San Juan Evangelista, un arcángel San Miguel, un Ángel de la guarda, otro posible retablo hoy sin identificar y dos Niños Bautistas, de igual forma en paradero desconocido.

 

 

Lamentablemente, a mediados del siglo XX las renovaciones urbanas sufridas por el centro de la ciudad de Lima arremeten contra el convento, sufriendo la pérdida de sus claustros, huertos y la mutilación de su templo, con la consecuente dispersión de su decoración artística, algunas de las cuales irían a parar al nuevo convento en las afueras de la ciudad. El Retablo del Bautista -conservado durante más de 300 años, aunque con repintes, adosado al muro del Evangelio- sobrevivió milagrosamente -seguramente debido a sus excelsas calidades y a la gran estima y fama de Montañés- a las modas barrocas y neoclásicas que tanto daño hicieron en los retablos peruanos de los siglos XVI y XVII, pasando a ocupar una de las capillas laterales de la Catedral de Lima, donde se conserva en estupendo estado luego de una cuidadosa restauración. A otra capilla lateral del mismo recinto va a parar el San Juan Evangelista del Convento de la Concepción, junto con el Retablo de San José. Al parecer, en el nuevo monasterio se conservan los dos arcángeles.

No se sabe, sin embargo, que fin tuvo el que parece ser fue el retablo de las Once Mil Vírgenes, así como los dos Niños Bautistas, los cuales debían encontrarse en el convento antes de 1617, pues ese año le envía doña Petronila Bernarda de la Vega, monja concepcionista de Lima, 250 ducados a Martínez Montañés a través de Sebastián de Mendoza por la realización de un Niño Bautista de igual dimensión al que el maestro había realizado para doña Ana de Pinelo, monja de la misma institución, quien encargaría un año después la imagen de San Juan Evangelista. Eran integrantes estas dos monjas de prestantes familias limeñas, por lo que acostumbrarían a hacer fuertes donativos al convento. Juntas ya habían patrocinado la hechura del Retablo del Bautista, y a doña Petronila en solitario se debe la realización del Retablo de las Once Mil Vírgenes.

El historiador Vargas Ugarte sostiene haber visto uno de estos niños en un retablo colateral de la iglesia antes de la dispersión de sus enseres. Al respecto, quisiera llamar la atención sobre una pequeña escultura presente en una de las salas del Museo de Los Descalzos de Lima, de unos 70 centímetros de altura, que representa una figura infantil, el cual es considerado en dicho museo como un Niño Jesús de autoría anónima.

A mi parecer, no se trata de un pequeño Jesús, por la gruesa túnica con textura de lana de color camel que lo cubre; su iconografía estaría más acorde con la de un pequeño San Juan Bautista, emplazando a través de su composición general, grafismos y rasgos fisiológicos -como forma de la cara, labios, orejas, ojos y cabellera- a la mano del propio Martínez Montañés, pudiéndose comparar con obras de temática infantil conocidas del maestro, a las que en muchos de los casos supera en calidad técnica, por lo que con gran probabilidad -siendo Lima el principal centro montañesino en América-, podría tratarse de una escultura directa del maestro. Lo que si no podría afirmar, al carecer de una documentación que lo pruebe, es que se trate de uno de aquellos Niños Bautistas remitidos por el convento limeño de la Concepción.

 

 

 

El Museo de los Descalzos de Lima es una de las pinacotecas más extensas de América del Sur. Allí se exhiben también algunas obras de escultura, así como pequeños retablos. Parte de sus bienes proviene de otros conventos de la ciudad, por lo que existe la posibilidad de que, al desmembrarse el Convento de la Concepción en los años 60 del pasado siglo, algunos de sus cuadros y esta pequeña escultura pasaran a formar parte de este museo. No obstante, cabría ingresar al moderno Convento de la Concepción, pues como ya hemos referido algunos de los objetos del antiguo convento pasaron allí y bien podría estar la escultura avistada por el padre Vargas Ugarte escondida en algunas de sus dependencias.

No serían los Niños Bautistas y el probable Retablo de las Once Mil Vírgenes las únicas obras de Martínez Montañés que aún no se han identificado en Perú. Se sabe que el maestro daba poder, el 25 de Enero del año 1623, a Gaspar Jiménez para que cobrase en Lima el dinero que le adeudaba Juan Bautista González por el envío de una Inmaculada Concepción y un Niño Jesús de los que, hasta hoy, nada se sabe.

Curiosamente, en el remate del retablo mayor de la capilla del moderno Convento de la Concepción, se encuentra una bella imagen de la Inmaculada Concepción -la cual he observado solamente a través de una fotografía-, que en su arrogante postura, magnifico plegado de los paños de su indumentaria y composición, evidencia la escuela de Martínez Montañés. Sin embargo, se trata de una imagen un poco confusa, pues acusa más bien la participación del taller o la mano de cualquiera de los grandes escultores que, formados cerca del alcalaíno, emigraron a la ciudad de Lima, mereciendo un mejor análisis pues no deja de ser una escultura de estupenda calidad.

La ciudad de los Reyes de Lima, capital del riquísimo Virreinato del Perú gracias a sus minas de oro y plata, fue durante gran parte del siglo XVII la urbe más opulenta del continente americano, lo que le valió el poder acumular un riquísimo patrimonio, el cual a pesar de los terremotos y de las reformas sufridas, aún en gran medida conserva. Gracias, en parte, al mecenazgo de las cultas y caprichosas monjas concepcionistas Ana Pinelo y Petronila Bernarda de la Vega, esta ciudad latinoamericana puede hoy en día enorgullecerse de ser, después de Sevilla, el lugar donde más obras de Juan Martínez Montañés, el llamado “Dios de la Madera” se conservan.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

BERNALES BALLESTEROS, Jorge. La Escultura Montañesina en América, Anuarios de Estudios Americanos, nº XXXVIII, 1981, pp. 449-566.

BERNALES BALLESTEROS, Jorge. "La Escultura en Lima, Siglos XVI-XVIII", en Escultura en el Perú, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1991, pp. 1-134.

 

 

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