UNA OBRA DE FRANCISCO BUIZA EN ROSAL DE LA FRONTERA (HUELVA)

Jesús Abades


 

 

Según el Inventario de bienes de la Parroquia de San Isidro Labrador, perteneciente al municipio onubense de Rosal de la Frontera, la imagen de Jesús con la cruz a cuestas que se venera en el templo es una talla del siglo XX, de autor anónimo y adquirida, en 1951, a una cofradía sevillana (que, tal y como figura en los escritos parroquiales, lo rechazó por tener la mirada muy baja), gracias a los fondos recaudados en obras de teatro dirigidas por Alfonso Soler (1). Sin embargo, después de llevar a cabo una investigación sobre la imagen y los posibles orígenes de la misma, podemos afirmar que dichos datos son inexactos, en su mayor parte.

En primer lugar, tras realizar un exhaustivo estudio de sus rasgos estilísticos y con la prudencia propia de estos casos, hemos podido relacionar la imagen con la fecunda producción del escultor sevillano Francisco Buiza Fernández (1922-1983), uno de los mayores exponentes del arte religioso español de la segunda mitad del siglo pasado. Nacido en Carmona y fallecido, prematuramente, en la capital hispalense; Buiza representó, junto a Luis Ortega Bru, la máxima exacerbación de las fórmulas escultóricas del neobarroco sevillano, llevando hasta cimas difícilmente superables el angustioso dramatismo de sus obras.

Junto a los numerosos méritos artísticos que atesoró, la mayor virtud de Buiza fue la de aportar, además de un excepcional conocimiento de la técnica estatuaria, un dominio absoluto a la hora de armonizar la apolínea belleza de sus figuras con las desgarradas tensiones emocionales que soportaban, gracias a un impecable y provechoso aprendizaje iniciado a la temprana edad de diecisiete años.

Buiza dejó su pueblo y marchó a la capital para trabajar como tallista en el obrador de Francisco Vélez Bracho, compaginando su labor con las enseñanzas de la Escuela de Artes y Oficios, donde cursó estudios de dibujo y modelado, y las continuas visitas que realizaba a talleres que, en dicha época, funcionaban a pleno rendimiento, como el de Antonio Castillo Lastrucci. A partir de 1945, se trasladó al taller de Pedro Navia, donde conoció a quien sería, según sus propias palabras, su único y gran maestro: el onubense Sebastián Santos, de quien recibió en su día, junto a numerosas lecciones, el secreto de la magistral policromía de sus obras y un impagable consejo: "Este será tu pan; si lo compartes, ya sabes que te estás quitando de comer".

Buiza permaneció en el taller de Santos hasta que montó el suyo propio, en 1953, tras una breve estancia con los doradores Herrera y Feria. Dicha etapa, a la que pertenece la presente imagen, fue calificada por el estudioso Martínez Leal, autor de una espléndida tesis doctoral sobre la vida y obra del escultor carmonense, como "un verdadero caudal de experiencia, tanto en la talla de imágenes como en los secretos de la restauración y en el conocimiento, en general, de las técnicas de la escultura imaginera" (2).

El Nazareno de Rosal de la Frontera constituye un claro ejemplo de las creaciones primerizas del autor, muy influenciadas por los cánones de Sebastián Santos, tanto en los rasgos faciales como en la serenidad de su barroquismo, alejado de los futuros dinamismos que principiaría al abrir su propia factoría, donde desplegó libremente su característico estilo.

En general, la producción de Buiza en la provincia onubense pertenece a su periodo de formación y primeras obras independientes, con creaciones como la Virgen de Gracia, de Calañas (1948); la Virgen de la Amargura y Nuestro Padre Jesús Cautivo, realizadas para la misma localidad (1953) -obra, ésta última que, al igual que el Nazareno que nos ocupa, no aparece recogida en el catálogo de Martínez Leal; algo muy extraño, si tenemos en cuenta que el Cautivo calañés, se halla, además, firmado por el autor (3)-; la Virgen de los Dolores, del municipio serrano de Arroyomolinos de León (1945) o la Virgen del Mayor Dolor, de La Redondela (1952).

La Virgen de Cala, patrona del municipio del mismo nombre (1962) y la magnífica cabeza del Cristo Pobre, de la capital onubense (1969); son obras más personales y circunscritas a la época dorada del autor, durante la que ejecutó un buen número de piezas maestras, tanto para Sevilla -Cristo de la Columna y Azotes (1974), o Cristo Yacente (1972) y Nazareno (1977) para Coria del Río-, Málaga -Cristo de la Agonía (1972) y un Nazareno (1976) para la Cofradía de Viñeros- y, sobre todo, Cádiz, para cuya capital realizó imágenes pasionistas como la Virgen de la Trinidad (1967), la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos (1979) o el Cristo de la Luz (1982), entre otras obras. Su temprana muerte, a la edad de 60 años, nos dejó huérfanos de un artista inconmensurable que, junto a su gran maestro, situó a la imaginería religiosa en su adecuada categoría de Arte Mayor.

Ciñéndonos al objeto de nuestro estudio; la imagen del Nazareno de Rosal de la Frontera presenta una gran afinidad estilística con el Jesús Cautivo de Calañas -sobre todo, en el modelado de las cuencas orbitales; el bigote, partido en el centro, y la boca, con los dientes superiores e inferiores, tallados-, obra que, como hemos apuntado anteriormente, ostenta la firma del autor.

El Varón, muy doblegado por la carga del madero, presenta la mirada muy baja y la cabeza inclinada a la derecha, en profundo contacto con el observador. Cabellera y barba, partidos a dos aguas, han sido modelados mediante abultadas y ondeantes guedejas. Los hinchados párpados, excelentemente labrados, dejan ver unos ojos que, al igual que las cejas, finas y arqueadas, han sido policromados sobre el material. El cuello presenta una gran tensión muscular, fruto de portar la gran cruz -cilíndrica y arbórea- sobre el hombro izquierdo. Manos y pies han sido esculpidos siguiendo un gran afán por los detalles anatómicos. La policromía de la obra es suave y los regueros de sangre, poco abundantes, manan de la frente y las comisuras de los labios. El pesado deambular se refleja adelantando la pierna izquierda, en pronunciada zancada.

Respecto al soporte en que está esculpida la imagen del Nazareno, si nos fiamos de lo que figura en el inventario parroquial -pasta de madera-, debemos decir que no es el usual del autor, quien trabajó, sobre todo, la madera (ya sea el cedro o el pino salgareño), el barro y el marfil. Sin embargo, en unas declaraciones recogidas por Martínez Leal en su obra, el maestro manifiesta que "la pasta de madera tradicional que ya se usaba en el XVII, compuesta de sulfato de cal, cola y serrín molido, da el resultado apetecido" (4). Dichas palabras sólo pueden ser pronunciadas por un escultor que conoce bien dicho material y que, con toda seguridad, ha realizado obras con el mismo.

Por lo que concierne a su procedencia sevillana, debemos decir que, tras haber consultado numerosas fuentes documentales y escuchado fidedignos testimonios orales -tanto en Sevilla capital como en su provincia-, ninguna cofradía que tenga como titular a Jesús Nazareno recoge la adquisición de dicha imagen y su posterior cesión al municipio onubense. Lo más probable es que se trate de una obra que se encontraba en el estudio del escultor y fue comprada, mediante el dinero conseguido con las referidas obras teatrales, directamente al mismo. La posterior restauración efectuada por Francisco Zamudio Barroso (1992), quien, entre otros restauros, ensambló las inertes manos para hacerlas móviles, confirma la anterior hipótesis; ya que si la imagen fue destinada a una hermandad de penitencia, lo normal es que el escultor le hiciera unos brazos articulados, a la altura de los hombros, codos y muñecas, para facilitar su atavío con fines procesionales.

La imagen suele orlarse con potencias en latón dorado y viste túnica de terciopelo morado liso. Recibe culto en un altar situado en el lado de la Epístola y es titular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores (5), obra del taller madrileño de Juan Cristóbal (1975), realizada a imitación de la famosa Virgen de la Esperanza Macarena, de Sevilla. Efectúan estación de penitencia el Jueves Santo.

A modo de conclusiones, y a la espera de estudios que aporten nuevos datos, podemos establecer que la imagen de Jesús Nazareno venerada en Rosal de la Frontera (Huelva) posee elementos suficientes como para relacionarla con la primera etapa escultórica de Francisco Buiza Fernández, pudiendo fecharse entre los años 1945 y 1950. Con nuestras reservas, añadimos que la materia con que se halla labrada es pasta de madera policromada, aunque la efigie no presente las rigideces propias de dicho material y en los documentos que hemos encontrado sobre la restauración efectuada por Francisco Zamudio no figure nada al respecto, más bien lo contrario. Por último, señalar que la altura de la imagen es de 150 centímetros.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) Inventario de bienes de la Parroquia de San Isidro Labrador. Rosal de la Frontera (Huelva). Gracias a la religiosa Josefina Reyes, encargada del archivo parroquial, por su inestimable colaboración.

(2) MARTÍNEZ LEAL, Pedro Ignacio: Buiza. Sevilla, Guadalquivir, 2000, pp. 15, 25-30, 55, 80, 93, 142 y 313.

(3) Archivo parroquial de la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios. Calañas (Huelva).

(4) MARTÍNEZ LEAL, Pedro Ignacio: Buiza. Op. cit.

(5) SUGRAÑES GÓMEZ, Eduardo: "Semana Santa en la provincia de Huelva", coleccionable del rotativo Huelva Información, 1997, p. 123. Autor de la fotografía que ilustra el presente trabajo.

 

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