LA VIRGEN DE LAS MARAVILLAS DE CEHEGÍN (MURCIA)

Juan José García Sánchez


 

 

ASPECTOS HISTÓRICOS (I)

La historia de la Santísima Virgen de las Maravillas tiene como punto de partida indiscutible la figura del padre Moreno, guardián del Convento de San Esteban de Cehegín (Murcia), y la llegada a Cartagena de la imagen napolitana de la Virgen de la Caridad, obra del escultor italiano Giacomo Colombo (1663-1730).

El padre Moreno, ante la necesidad de tener en su convento una imagen de la Virgen María y tras conocer la imagen antes citada de la Caridad de Cartagena, decidió que el encargo de esta imagen mariana no podía ser en otro lugar más que en Nápoles. De este modo se puso en contacto con el marchante Peretti, napolitano y responsable del tráfico comercial marítimo entre Nápoles y Cartagena. El encargo fue claro: "una imagen de la Virgen con el Niño en sus brazos, de igual belleza a la Caridad de Cartagena".

La imagen fue encomendada al escultor napolitano Nicola Fumo, discípulo de Cosimo Fanzago y Gaetano Patalano, discípulo este último de los Perrone, en cuyo taller convivió con Nicolás Salzillo. Nicola Fumo nació en el año 1645 y murió en 1725, año de llegada de la Virgen de las Maravillas a Cehegín, por lo que estaríamos ante una de sus últimas obras, por no decir la última. Catorce días después de la muerte de Nicola Fumo, el 16 de julio, zarpa el carguero inglés desde Nápoles rumbo a Cartagena con la imagen de la Virgen. Este viaje está salpicado de hechos milagrosos, aunque lo único demostrado es una gran tormenta durante el mismo, por la cual gran parte de la mercancía se deterioró, no así la imagen.

Recibida la imagen en Cartagena, allí es transportada a Cehegín por la vía que comunicaba con la ciudad de Lorca. La Virgen llega a Cehegín el 25 de Julio de 1725, siendo mostrada al pueblo a la entrada del mismo, en un lugar conocido como "la bodeguica", quedando todos los asistentes prendados de su enorme belleza. En este lugar se realizó un sorteo para ponerle una advocación, saliendo repetidamente el nombre de Maravillas en todos los papeles. De ahí fue trasladada acompañada por la multitud hasta la iglesia del Convento de San Esteban, lugar donde fue depositada para su culto en un altar provisional.

Tanto es el fervor que despierta la imagen de la Virgen que, aún sin ser la patrona de Cehegín, es numerosa la cantidad de fieles que deciden donar parte de sus joyas para la realización de una pareja de coronas para la imagen. Esta corona será realizada en el año 1734, en plata sobredorada con pedrería en Barcelona, conservándose en la actualidad solamente la corona de la Virgen, y es la que utiliza de diario.

El 5 de diciembre de 1735 fallece el padre Moreno, viendo ya totalmente cumplido su sueño de traer a Cehegín una imagen napolitana de la Virgen con el Niño, de tanta belleza que cautive las almas y los corazones de los cehegineros. Tal era el amor del padre Moreno por la imagen de la Virgen de las Maravillas que escribió un libro cuyo único tema era tratar sobre la Patrona de Cehegín. Este libro ve la luz con el evocador y extenso nombre de "Rara y Maravillosa Ave de Oriente, María Santísima de las Maravillas, que vino de Italia a España a enriquecer a los españoles con tesoros de sus maravillas". Sobre la figura del Padre Moreno se realizó posteriormente una obra de teatro titulada "El loco de las Maravillas".

De la popularidad de la Virgen de las Maravillas fuera de los límites locales es testimonio la réplica que es escultor caravaqueño José Ortega realizó en 1745 para la localidad de Cuevas de Almanzora (Almería).

A comienzos del siglo XIX, y debido al peligro de la invasión francesa y sus posibles consecuencias, la imagen es trasladada, concretamente en el año 1812, a la Parroquia de Santa María Magdalena, estando allí durante tres meses. Pero en septiembre, aumentando la amenaza, fue transportada a la finca "La jabalina", situada a diez kilómetros de la población, y ocultada bajo tierra en un arcón de madera que aun se conserva. Durante este periodo Cehegín fue completamente arrasada por las tropas napoleónicas.

 

 

ASPECTOS HISTÓRICOS (II)

Otro acontecimiento que marcará la historia de la imagen mariana será la obligación en 1836 de disolver la orden franciscana bajo la influencia del poder civil. El ayuntamiento intervino en el asunto para que el convento no fuera derruido o subastado. En 1843 el alcalde expone la necesidad de que el convento y su iglesia subsistan para el culto de la Virgen a través de un manifiesto, conservado en el archivo municipal.

Pese a ser en ese momento la patrona de Cehegín la Santísima Virgen de la Peña, venerada en uno de los primeros santuarios marianos de la Región de Murcia y enclavado en la frontera con el reino de Granada, tal fue el sentimiento que despertó la Virgen de las Maravillas desde su llegada que en 1925 es coronada canónicamente y dos años después nombrada patrona principal de Cehegín, instituyendo su fiesta litúrgica anual el día 10 de septiembre, con misa y oficio divino propios. Para el acto de coronación le fue confeccionada una corona en oro y piedras preciosas en los talleres madrileños del padre Félix Granda Buylla, corona a su vez desaparecida en circunstancias aún no aclaradas tras ser depositada en la caja fuerte del Banco de España de Madrid.

En los inicios de la Guerra Civil la imagen es escondida en el osario de los frailes, localizado bajo el camarín, envuelta en sábanas y cubierta con los huesos, hasta que un año más tarde, y gracias a la valentía del alcalde Francisco Martínez Egea y del concejal Bartolomé Salcedo, es introducida en el tren que unía la localidad con la capital y envuelta en una gabardina. En la estación de Zaraiche la estaría esperando el escultor e imaginero murciano Juan González Moreno, que la depositó en el Museo de Bellas Artes. Este emplazamiento duró poco, ya que tendrá que ser trasladada a la sacristía de la Catedral como medida de seguridad, ante el peligro de bombardeos de la aviación nacional. El 3 de mayo de 1939 se firmó la devolución de la Virgen de las Maravillas a Cehegín, incluyendo las coronas que habían sido incautadas, como eran la corona barroca de la Virgen y la aureola de la coronación del Niño. Será el día 7 de mayo cuando la Virgen llegue a Cehegín.

En el año 1950, con motivo del aniversario de su coronación, así como para hacer un acto de reparación de los actos sucedidos en la Guerra Civil con la imagen, se vuelve a coronar a la Virgen de las Maravillas, esta vez con una corona realizada por los Talleres Granda siguiendo el diseño de la anterior, realizada por esta misma firma, y que aún se conservaba. Ya en el año 1975 se realiza una fiesta conmemorativa por el 250 aniversario de la llegada de la Virgen a Cehegín y el 50 aniversario de su Coronación Canónica. Al año siguiente el BOE publica un "Real Decreto por el que se declara monumento histórico-artístico de carácter nacional el conjunto arquitectónico formado por la Iglesia y el Convento de San Esteban de Cehegín".

En 1981 la imagen es restaurada por el escultor e imaginero José Sánchez Lozano, periodo durante el cual estuvo escoltada día y noche por una representación del cuerpo de Policía. Se podría decir que es la única restauración a la que ha sido sometida, ciñéndose posteriores intervenciones a retoques puntuales y limpiezas.

La imagen de la patrona tradicionalmente es trasladada en procesión a la Parroquia de la Magdalena el día 10 de septiembre, día de su festividad, y posteriormente trasladada de nuevo a su santuario el día 14 del mismo mes, pero esto  se vio alterado en el año 2000, cuando se conmemoró el 275 aniversario de su llegada a Cehegín; por lo que de forma extraordinaria, la imagen visitó por tiempo de una semana cada una de las iglesias de la localidad, siendo trasladada en romería acompañada por una multitud de fieles.

Todo lo que rodea a la imagen ha sido desde un primer momento muy cuidado, siendo su presencia el motor de muchas de las actuaciones realizadas en San Esteban, así como su propia pervivencia hasta nuestros días.

 

 

ANÁLISIS ARTÍSTICO

La imagen de la Virgen de las Maravillas es una talla en madera policromada y estofada, de tamaño algo menor que el natural (mide 130 centímetros de altura), realizada por el escultor e imaginero napolitano Nicola Fumo. Se venera actualmente en el altar mayor de la iglesia del convento franciscano de San Esteban.

A excepción de pequeños retoques y limpiezas, requeridas debido a la antigüedad de la talla, se podría decir que estamos ante la obra en su forma y policromía originales, siendo su estado de conservación excelente.

La imagen se encuentra colocada en un camarín de estilo neoclásico del año 1802, realizado por Francisco Ganga Santacruz, sobre una peana o trono de 1943 del escultor Francisco García Yuste, natural de Valencia, completado en diciembre de 1954 con una nube con cabezas de ángeles, tallada y policromada por el escultor e imaginero oriolano José Sánchez Lozano, por la que cobró 7.000 pesetas.

Era algo común el intercambio de obras entre Génova, Nápoles y España, sobre todo en el sur de la Península, durante los siglos XVII y XVIII. Claros ejemplos los tenemos en obras de origen italiano que van desde Cádiz hasta el Levante español, con algún ejemplo más aislado en el centro y norte de España. Además, esta influencia hizo no solo que se trajeran esculturas provenientes de Italia, sino que sean los propios escultores los que vengan a España en busca de encargos. Este sería el caso de Nicolás Salzillo, padre de Francisco Salzillo.

En el caso de la Virgen de las Maravillas, estamos ante una obra que iconográficamente respondería a una Virgen del Rosario, de excelente factura y soberbia policromía, que invitan a una contemplación detenida de todo el conjunto. Los rasgos propios de Fumo están presentes en la obra: influencia del clasicismo -lejos de los dramatismos y actitudes extremas propias de una expresividad barroca, acercándose más al gusto rococó- y una elegancia clasicista que lo diferencian de otros maestros napolitanos como Colombo.

Esta imagen estaba pensada para la hornacina de un retablo, lo que justificaría la falta de volumen en su parte posterior, de tal forma que el desarrollo del manto es más importante por su parte delantera, siendo esta la única justificación posible para este detalle frente a la maestría y delicadeza del resto de la talla.

En la composición llama la atención cómo María carga el peso del Niño sobre su cadera, sosteniéndolo muy alto, de tal forma que el pequeño Jesús apoya el brazo en su hombro como punto de estabilidad  y firmeza para el gran acto de bendición al devoto, mientras que su mano se acerca al pecho de la Virgen, en relación probablemente a la maternidad. Esta forma de sostener al Niño crea en la imagen un ligero contraposto que hace que la figura de María adelante un pie, marcando la rodilla en el manto y creando así unas diagonales que otorgan un ligero movimiento a la imagen. En este punto cabe destacar el detalle de los pies, ya que uno va calzado con sandalia y el otro va descalzo, en alusión a su papel de mediadora entre Dios y los hombres, entre el plano celestial y el terrenal.

La Virgen no se nos muestra accesible, ni desciende a poses íntimamente familiares con el Niño, sino que ofrece su hijo a la contemplación de los fieles para que los bendiga, sin caer en el fácil recurso materno-afectivo. Es una elegante diosa clásica, una diosa oferente, sobria y distante con una contención de sentimientos que se reflejan en su rostro a través de una mirada caída y melancólica, quizá presagiando el futuro de Jesús, aludido su papel de corredentora en la profecía del anciano Simeón en el templo de Jerusalén. Pero esto no impide que se nos muestre segura de su papel, con una dignidad y una grandeza propia de su especial maternidad. De este modo el rostro de la Virgen actúa como foco principal de atención, sin que ningún movimiento brusco de paños pudiera interferir en la contemplación del devoto.

Es en esta contemplación dulce y serena donde nos damos cuenta del riquísimo juego que crean las policromías de esta imagen mariana, salpicadas de motivos geométricos caprichosos, así como motivos realizados a punta de pincel sobre la base de oro formados por ramilletes, a manera de bodegones de flores, por lo que estaríamos hablando de una obra donde los valores estéticos, espirituales, escultóricos y pictóricos van de la mano, conviviendo perfectamente, ofreciendo como resultado una imagen calificada por muchos investigadores e historiadores especializados como "una de las más bellas esculturas marianas realizada en Italia".  

 


 

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

Juan José García Sánchez es Licenciado en Historia del Arte.

(1) VV.AA., obra dirigida por Pedro Riquelme Oliva, Restauración de la Orden Franciscana en España. La Provincia franciscana de Cartagena (1836-1878). El Convento de San Esteban de Cehegín (1878-2000). Historia y Arte, Editorial Espigas, Murcia, 2000.

(2) VV.AA., Salzillo, testigo de un siglo, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Murcia, 2007.

(3) GÓMEZ ORTÍN, Francisco, Guía maravillense: historia, culto, literatura y arte de la Virgen de las Maravillas de Cehegín, Murcia, Editorial Espigas, Murcia, 1982.

(4) ALCÁZAR DE IRANZO, "La Virgen de la Peña en Cehegín", en Revista Fiestas Patronales 2000, Ayuntamiento de Cehegín, 2000, p. 57.

(5) GÓMEZ ORTÍN, Francisco, "Hace 75 años se nombró Patrona Oficial de Cehegín a Nuestra Señora de las Maravillas: Las fiestas del patronazgo", en Revista Fiestas Patronales 2001, Ayto. de Cehegín, 2001, pp. 32-34.

(6) GÓMEZ ORTÍN, Francisco, "Historia de las dos coronas de la Virgen", en Revista Fiestas Patronales 2002, Ayto. de Cehegín, 2002, pp. 30-34.

 

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