LAS ALEGORÍAS NEUTRALES

Texto de José María Ruiz Montes. Fotografías de Ruperto Leal (19/12/2014)


 

 

INTRODUCCIÓN

Este conjunto piramidal de esculturas femeninas sedentes de bulto redondo, realizado por José María Ruiz Montes para el trono procesional del Crucificado de la Redención (Málaga), expresa de forma directa la condición humana de la capacidad de decisión sobre todas las cuestiones, más o menos relevantes, que nos rodean a lo largo de nuestras vidas, a nivel individual o plural.

Por ello, el concepto que llevó al joven escultor malagueño a concebir este grupo de figuras fue el sosiego, la tranquilidad, indicando de esta manera la neutralidad que encierran, con la idea principal de no expresar con ellas maldad, pero tampoco benevolencia.

 

 

Cronológicamente, nuestros pensamientos pasan determinantemente por nuestra forma de ser; primero por nuestra experiencia y cultura: la Pasión, filtrados por la Razón, para luego pasar reflexionando por nuestra Soledad, y la capacidad de decidir en Libertad para escoger un camino u otro.

 

 
 

 

LA PASIÓN

 

 

La pasión es una fuerte motivación que nos impulsa y nos dirige con el fin de satisfacernos. Ejemplo: en los niños aparece como una ilusión; es decir, como un anhelo desordenado y confuso de dirigirse hacia cuanto le rodea, expresándose en beber, comer, jugar y correr. Esto significa que en los niños la pasión es un impulso ciego, que al llegar la adolescencia se refina.

La pasión es el motor más poderoso que poseemos para realizar nuestros actos. Las apetencias y el entusiasmo son las claves en cualquier actividad que pretendamos abordar. Quizás muchos asocien la pasión con el arrebato, los mal llamados "bajos instintos" o con los meros impulsos, pero se puede ser pasional y dulce, pasional y tierno, como el propio autor tituló una exposición: La Acción Contenida, fuerza y templanza.

En el arte, la pasión tiene un papel fundamental y esencial. El interior de un artista debe permanecer incorrupto ante el círculo mundial del comercio y el dinero. Debería ser como el alma de un niño, pura y efervescente. Debería ser, en todo caso, inspiración.

Aquí el joven Ruiz Montes representa la pasión con movimiento en contrapuesto, fresco, movida por los impulsos, que están representados en la antorcha con el fuego, haciéndose ella y el fuego como un mismo elemento. Y es que la pasión es el fuego de nuestro interior.

 

 
 

 

LA RAZÓN

 

 

La razón es la capacidad del ser humano que es capaz de identificar, comparar y clasificar: conceptos relacionados unos con otros según sus semejanzas y diferencias, cuestionando su significado y el sentido de su uso, hallando coherencias o contradicciones entre ellos y así inducir o deducir otros conceptos nuevos y distintos de los que ya conocemos.

Ruiz Montes representa la razón como una figura pensadora, por lo que contemplándolo alza en su mano diestra un sol, símbolo de la Verdad absoluta. Este elemento va desvelado por un reloj de arena, expresando de esta manera la potestad y la soberanía de la Verdad, imponiéndose ante todas las cosas, haciendo paralelismo o sinónimo entre Razón y Verdad única.

Iconográficamente, la Verdad era revelada por el Tiempo. Está reflejada en una de las obras más conocidas en el arte: el conjunto inacabado La Verdad revelada por el Tiempo, de Gian Lorenzo Bernini, obra que comenzó sobre 1645, en un momento crítico, después de la muerte del pontífice Urbano VIII. En 1665 Bernini otra vez expresó la idea de retomar el trabajo añadiendo la figura del Tiempo, pero no pudo ser, legando el maestro en su testamento la Verdad, como una advertencia eterna, a su hijo mayor.

 

     
     
 
     
     

 

LA LIBERTAD

 

 

La libertad es la capacidad del ser humano para actuar según su propia voluntad. Esta iconografía está muy unida al concepto, imperante en los siglos XVIII y XIX, de que la justicia está unida a la igualdad, aunque esta última sea a favor de algunos.

Remontándonos a los orígenes, nos trasladamos a la figura de Libertas, diosa romana de la libertad. Era la libertad política que distinguía a los hombres libres de los esclavos. Iconográficamente, se representaba a la diosa con diadema de rayos en la cabeza y antorcha de fuego, y en algunas ocasiones con un cetro, expresando la autoridad de mando.

El monumento de la libertad en Nueva York, la Libertad iluminando al Mundo, fue un regalo de los franceses a los estadounidenses en 1886, para conmemorar el centenario de la declaración de Independencia de los Estados Unidos y como un signo de amistad entre las dos naciones.

Aproximándonos a los niveles de la Libertad individual, citamos unas palabras escritas en el año 1818 por el escritor y filósofo alemán Karl Marx:

 

"Pero la habilidad no debe confundirse con libertad, no soy un esclavo si mi fuerza física no me permite hacer ciertas cosas, pero soy un esclavo si mi fuerza física no está a mi propia disposición. En forma semejante, no estoy sin libertad si no puedo pensar creativamente, pero no soy libre si se suprime mi capacidad creativa por indoctrinación forzada".

 

Aquí Ruiz Montes la ha representado en una mujer con actitud de seguridad y satisfacción, liberada de ataduras con grilletes y cadenas rotas, identificándose con el gato, animal que, según el tratado de Cesare de Ripa, es un ser que ama mucho la libertad, por lo cual es de condición libre. Quizás sea el elemento más adecuado para esta representación de la libertad, personal, moral e individual, y no física.

 

 
 

 

LA SOLEDAD

 

 

A veces tenemos miedo a la soledad, porque estando con ella suele hablarnos y, por comodidad, normalmente nos evadimos en nuestras vidas. Cesare de Ripa cuenta sobre ella en su tratado:

 

"Que no es otra cosa que mantenerse puro e incontaminado de toda suerte de manchas que pudieran deformar nuestra alma, alejándola de los mundanos negocios que la tiñen y emborronan, como de los no menos mundanos amores que ofuscan y oscurecen".

 

Las mutaciones en el ser humano en momentos de soledad a lo largo de la vida, producen situaciones de reflexión, de ralentización de nuestros quehaceres del día a día, observando lo que nos rodea, dejándonos llevar por las visiones nuevas desde la óptica de la mente y el corazón. Son los paréntesis de la evolución personal.

Claro está que la vida sin compartir y mezclándonos con nuestros semejantes, creando momentos vividos en comunidad con situaciones adversas, difíciles, y también gratificantes y llenas de felicidad. Sin ellas, la soledad no tendría ningún sentido; por lo tanto, no se podría evolucionar en ninguna de las facetas del ser humano. Imaginémonos vivir sin nada y sin nadie en este planeta.

En esta representación alegórica de la soledad, se posiciona desde un punto de vista trascendental la figura de una mujer en una colocación adversa, hacia el espectador, abstraída de todo lo que le rodea, abriéndose el pecho, mirándose el corazón. Es decir, leyendo su verdad en el interior de su alma en forma de guirnalda, que recorre casi el perímetro del frontis del asiento. Se compone de rosas y espinos, simbolizando el camino del bien y del mal y, paradójicamente, también expresa las sendas difíciles y las sencillas.

 


 

 

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