EL RETRATO DE UN CLÉRIGO ATRIBUIDO A DIEGO VELÁZQUEZ

22/05/2020


 

 

Introducción

La Comunidad de Madrid quiere dar a conocer los Bienes de Interés Cultural (BIC) de la región y acercárselos a todos los madrileños durante el confinamiento provocado por la crisis del COVID-19.

Una de las formas de protección del patrimonio cultural es la declaración BIC de obras relevantes, para asegurar el mantenimiento de sus valores y su transmisión a las futuras generaciones. Esta calificación de BIC supone además una mayor protección legal y una garantía reforzada para su conservación.

Entre los últimos BIC declarados por la Comunidad de Madrid se encuentran obras del barroco pictórico como el cuadro Retrato de un clérigo atribuido a Diego Velázquez.

Se trata de una obra de destacable calidad técnica y artística. Es un claro ejemplo del tipo de retrato que se estaba desarrollando en torno a la corte en el siglo XVII. La atribución al pintor viene dada por semejanzas de calidad y de técnica con obras velazqueñas de la década de los veinte, entre los años 1623 y 1629.

 

 
 
Retrato de Felipe IV
Diego Velázquez (hacia 1626-1628)

 

Características

La obra a considerar es un retrato anónimo, óleo sobre lienzo con medidas de 66,5 x 51 cm que representa a un clérigo. Dicho trabajo se atribuye a Diego Velázquez (Sevilla, 1599 - Madrid, 1660).

Se trata de un retrato de busto, cuyo protagonista está en situación de tres cuartos a la derecha del espectador, dirigiendo la mirada de soslayo hacia el frente. Lleva vestimenta eclesiástica de sacerdote, capa o manteo negro de amplio cuello vertical doblado. El retratado tiene cabello castaño y corto dejando ver una frente amplia, el rostro con escasa barba, ojos oscuros de mirada inteligente y penetrante, nariz recta y ceño fruncido. Por encima del cuello del manteo asoma ligeramente el blanco de la camisa. La figura se recorta sobre un fondo neutro, donde únicamente se aprecia la sombra de la misma. Su expresión es seria y el color negro de la vestimenta religiosa contribuye a la sobriedad de la pintura.

En la parte superior de la tela, sobre la cabeza del clérigo, lleva en letra clásica latina una inscripción que reza lo siguiente: "AETATIS SUAE 40", y que hace referencia a sus 40 años de edad.

En 1623, Diego Velázquez se traslada a Madrid, teniendo acceso a las Colecciones de Pintura Real e iniciando así un nuevo período, que duraría hasta 1629, año en el cual lleva a cabo su primer viaje a Italia. En estos años desarrolla una intensa labor como retratista, principalmente de personajes de la corte (el rey Felipe IV o el Conde-duque de Olivares); pero también lleva a cabo retratos de hombres ilustres, bien por su virtud o talento literario y teológico. En general, serán retratos de composición sencilla, de pincelada menos densa y cuya gama cromática, aunque oscura, empieza a aclararse.

Sin establecer criterios fijos, la cercanía de Retrato de un clérigo a estos años veinte, con temática predominante de retratos, se evidencia tanto en la gama cromática, aún restringida y apoyada en el negro -color que constituía el de la indumentaria masculina- como en las analogías en la preparación y también en cierto movimiento en el fondo neutro de sus retratos.

Según Informe del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, "la preparación tiene un tono similar al que utilizaba Velázquez en esa década; el dinamismo del fondo y las reservas claras en torno a la cabeza" y asimismo, las afinidades son menores en los que se refiere a retratos pintados en los años treinta del siglo XVII. Dicho informe no encuentra analogías en cuanto a la estructura. El retrato de clérigo presenta una disposición más armada o envarada a la que contribuye el rígido cuello del manteo.

Atendiendo al valor y excepcionalidad de la obra, se puede concluir que el autor, consciente de la importancia del retrato, muestra su habilidad para captar la autenticidad y la profundidad psicológica del personaje.

En Retrato de un clérigo destaca la capacidad excepcional para transmitir individualidad y verismo. La pintura recrea una realidad física natural junto a la autenticidad del carácter de la persona retratada.

Con independencia de su autoría, improbable y debatida, la historiografía ha concedido a Retrato de un clérigo un considerable valor. Se está ante un retrato de una indudable calidad técnica y artística, que mantiene estrechas similitudes técnicas con obras pintadas por Diego Velázquez y cuya maestría resulta inestimable para conocer la evolución del retrato en las décadas primeras del siglo XVII.

 

 
 
Retrato de Sebastián García de la Huerta
Diego Velázquez (1625)

 

Historia

La obra fue publicada por primera vez en 1912 en "La Ilustración Española y Americana", considerada como verdadero retrato de Francisco de Rioja hecho por Velázquez, encontrándose en el estudio del pintor Ricardo de Madrazo; el autor del artículo, Pérez de Guzmán, exponía lo que quedaba de los estragos del tiempo en dicha pintura, tal como se aprecia en el fotograbado que acompaña al texto: dibujo seguro y firmeza en el modelado, sencillez y sobriedad en la ejecución, entrecejo y mirada profundamente inteligente y calificaba su estado de conservación de lastimoso deterioro.

Posteriormente, August L. Mayer en artículo del año 1921 ("Zeitschrift für Bildende Kunst", vol. 32, 1921, p. 38) añade la pintura al catálogo velazqueño, y en 1936 lo incorpora a su catálogo razonado; José López-Rey admite el Retrato de un clérigo como obra de Velázquez en su Catálogo de 1963 y actualizaciones, y la posibilidad de que representara a Francisco de Rioja ("Velázquez: a catalogue raisonné of his oeuvre"). Otros estudiosos del pintor sevillano consideran su autoría sólo posiblemente, como es el caso de Jonathan Brown; Carmen Garrido y Cruz Valdovinos (Informe 2016) ven la obra de ejecución velazqueña.

Esta pintura formó parte de la Colección Joaquín Payá (Bilbao, 1872 - Madrid, 1964). Actualmente continúa estando en manos privadas.

Con relación a la identidad del retratado, como ya se ha expuesto, se ha considerado la posibilidad de que fuera Francisco de Rioja (1583-1659), clérigo sevillano, escritor y teólogo relevante, coetáneo de Velázquez y secretario del Conde-duque de Olivares. Así lo expresan algunos investigadores, entre ellos Gaya Nuño o López-Rey, que partiendo de la mencionada inscripción situarían la obra hacia 1623, después de la llegada de Velázquez a Madrid, cuando Rioja era secretario de Olivares.

También, como expone Bonaventura Bassegoda ("Locus Amoenus", 2000-2001), si se establece una comparación del dibujo de Francisco de Pacheco (1564-1644) de su "Libro de retratos" con el Retrato de un clérigo atribuido a Velázquez se podría apreciar cierta semejanza, en la nariz, la boca, la barba e incluso en la firmeza de carácter.

 

 
 
Retrato inacabado de un joven
Diego Velázquez (hacia 1623-1631)

 

Estado de conservación del bien y criterios básicos por los que deberán regirse las futuras intervenciones

Con relación al estado material de la pintura Retrato de un clérigo, se encuentra en un estado deficiente; se ha perdido parte de la superficie pictórica; muestra un rostro abrasado por la pérdida de veladuras; en el traje se observan zonas de transparencia y cuantiosas pequeñas faltas, afectando a la lectura de la obra y a la sensación original de volumen.

Los criterios de restauración a aplicar en futuras restauraciones de la obra habrán de ser los de mínima intervención, diferenciación y reversibilidad.

 

 

Valores que justifican la declaración del bien

A instancias de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas (actual Dirección General de Bellas Artes) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (actual Ministerio de Cultura y Deporte), conforme a la Orden Ministerial de 9 de marzo de 2016, por la que se declaró expresamente inexportable, como medida cautelar una pintura titulada Retrato de un clérigo, de Diego Velázquez; vista la propuesta emitida por el Área de Catalogación de Bienes Culturales de la Dirección General de Patrimonio Cultural; considerando que la citada pintura, merece ser declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por su valor histórico y artístico; la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, mediante Resolución de 25 de abril de 2019, incoó expediente de declaración como BIC del citado bien.

Como hemos apuntado anteriormente, se trata de una obra de destacable calidad técnica y artística, constituyendo un claro ejemplo del tipo de retrato que se estaba desarrollando en torno a la corte en la década de los veinte del siglo XVII. La pintura muestra afinidades con los retratos que Velázquez llevaba a cabo en dicho período. La tradición historiográfica manifiesta, además, una clara valoración de la obra Retrato de un clérigo y se muestra favorable a la atribución velazqueña. Dichas consideraciones hacen de la pintura un bien relevante para el Patrimonio Histórico Español.

Por todo lo expuesto, se puede concluir que la pintura Retrato de un clérigo, atribuida a Diego Velázquez, reunió los valores histórico-artísticos relevantes para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC).

En su virtud, de acuerdo con lo establecido en la Ley 3/2013, de 18 de junio, de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, y en el artículo 1.3 Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español, a propuesta de la Consejería de Cultura y Turismo, previa deliberación del Consejo de Gobierno en su reunión del día de la fecha 28 de enero de 2020, se dispuso declarar BIC mediante Decreto la pintura Retrato de un clérigo y practicar la correspondiente inscripción en el Registro de Bienes de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, de la que se libró oportuna certificación al Ministerio de Cultura y Deporte. Dicho Decreto produjo sus efectos el día siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid.

 

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