IMAGINERÍA SEVILLANA EN LAS ANTILLAS MAYORES (I)
Jesús Andrés Aponte Pareja (13/11/2025)
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San Vicente Ferrer |
Si bien las islas españolas de las grandes Antillas fueron los primeros territorios en ser colonizados y urbanizados, pronto pasaron a un segundo plano luego de descubiertos y colonizados los ricos territorios continentales como México o Perú. No obstante, algunas de las ciudades allí fundadas, caso de La Habana y Santiago en Cuba, Santo Domingo en la Republica Dominicana y San Juan en Puerto Rico, siguieron desarrollándose como localidades fortificadas debido a sus estratégicas localizaciones, fundamentales para la defensa de la vía marítima que conformaba la puerta de acceso y salida entre España y la mayor parte de sus colonias del centro y sur de América y como sitio de reunión y aprovisionamiento de las flotas de Tierra Firme y de la Nueva España. No es de extrañar que en ciudades como Santo Domingo y San Juan de Puerto Rico, se hayan construido los monumentos arquitectónicos, caso de iglesias, conventos y fortalezas, más antiguos de todo el continente, muchos de ellos afortunadamente todavía en pie, siendo muy seguro el que, para adecuarlos, se trajera desde España una cantidad significativa de mobiliario. Sin embargo, por estar ubicadas dichas ciudades de las Antillas mayores en las rutas anuales de los temibles huracanes, así como por mantener gran parte del año un clima húmedo que facilita la proliferación de xilófagos, a lo que hay que sumar también las quemas y saqueos perpetrados por parte de invasiones de piratas y ejércitos de potencias rivales, gran parte de lo que debió haber sido un rico mobiliario, no llego a conservarse. Entre todo ese mobiliario, debemos lamentar la perdida de gran parte de las obras artísticas religiosas. Visitando las iglesias y conventos de esas ciudades podemos percatarnos del escaso patrimonio artístico que actualmente conservan, limitándonos a escuchar y ver lo que la oralidad y algunos pocos documentos transmiten de todo lo perdido. |
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Virgen con el Niño |
Son contadas las esculturas del siglo XVI y principios del XVII que podemos observar hoy día en sus templos. De mediados del XVI queremos resaltar dos imágenes de clara ascendencia sevillana como son la magnífica Virgen con el Niño actualmente entronizada en el retablo mayor de la catedral primada de Santo Domingo y un crucificado, conocido popularmente como el Cristo de los Ponce, que se cree perteneció a la Hermandad de la Crucifixión de la antigua iglesia del monasterio de Santo Tomas de Aquino de la ciudad de San Juan de Puerto Rico, hoy conocida como Iglesia de San José, uno de los templos religiosos más antiguos del continente. La Virgen de la catedral dominicana, templo primado de América, es una imponente matrona romanista fechable a principios del último cuarto del siglo XVI. En el templo figura como obra anónima sevillana del XVI. Sin embargo, en ella hemos querido ver la mano de Jerónimo Hernández o algún escultor próximo a su taller. La monumental efigie, en la que a pesar de algunos desafortunados repintes podemos admirar una gran factura en su ejecución, se encuentra estante, sosteniendo al Niño con ambas manos apoyado a su costado derecho, mientras con la mano izquierda, de igual forma sostiene el manto que cruza por delante desde la parte izquierda, formando pliegues naturalistas característicos del mejor momento de Hernández. La composición de este grupo escultórico es muy similar al de la Virgen del Rosariode Guillena (Sevilla) y al de la Virgen de la O de Ubrique (Cádiz). El Niño, que bendice en actitud parecida a la de varios niños conocidos de Hernández, está vestido con túnica talar, muy similar a la del Niño de la Virgen del Rosario de Valledupar, que hace unos años estudiamos y relacionamos con el quehacer de Hernández. En su cabeza de igual forma observamos múltiples detalles conocidos del escultor abulense, como la ejecución del cabello rizado y la expresión y rasgos de su rostro, muy similares a las del Niño que sostiene la Virgen de La Paz de la Hermandad de Santa Cruz de Sevilla. El crucificado de la Iglesia de San José de San Juan de Puerto Rico, es en su anatomía de destacada musculatura, rostro de marcado rictus doloroso, barba bífida y sudario de complejo drapeado, una magnifica obra que, por sus calidades artísticas y grafismos, ha sido acertadamente relacionada por el historiador Daniel Expósito con la estética tardogótica del escultor flamenco Roque Balduque, sin duda una de las mejores tallas de su época en todo el continente americano. En la misma iglesia puertorriqueña se encuentra otra magnifica escultura, esta vez del primer tercio del siglo XVII. Nos referimos al San Vicente Ferrer localizado en una gran hornacina del muro de la nave del evangelio. Se encuentra estante, vestido con el hábito dominico, levantando su brazo derecho en disposición de bendecir mientras que con su mano derecha sostiene un libro apoyado a su costado. Esta estupenda imagen, de la cual se tiene constancia en el Acta de entrega de la iglesia a los padres jesuitas por parte del P. Fr Joaquín de Aldea en 1858, ha sido estudiada por el historiador boricua Arturo V. Dávila. Dicho historiador encuentra un simulacro del mismo santo en el Museo del Convento de Porta Coeli, en la población de San Germán, obra que según la tradición oral provenía del tempo dominico de la capital y al que, por sus excelsas calidades artísticas, relaciona con Martínez Montañés o algún miembro de su taller. Al parecen se trata de la misma escultura citada por dicho historiador, nuevamente regresada al antiguo templo de su orden, que antes de la llegada de los jesuitas estuvo a cargo de los señores Agrisones. Si bien, claramente apreciamos se trate de una imagen perteneciente a la órbita montañesina, nos inclinamos, al igual que otros investigadores, a relacionarla con el escultor cordobés Juan de Mesa, quien como sabemos, fue el alumno más aventajado de Martínez Montañés. La escultura del santo dominico en su hechura comparte muchos grafismos comunes a varios escultores que integraban ese círculo; no obstante, por su apreciable canon ancho, distante del más estilizado utilizado por Montañés o compañeros cercanos como Francisco de Ocampo, y algunos otros detalles formales, nos inclinan a pensar en Mesa, si bien no descartamos del todo la autoría del propio Montañés puesto que, en las obras del último período del alcalaíno, se observan numerosos grafismos adoptados del estilo de su malogrado discípulo, a lo que hay que sumar que, de momento, no hayamos podido apreciar la obra en persona. |
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Cristo de los Ponce |
A pesar de presentar algunos repintes, el santo se encuentra en aceptable estado de conservación. Muestra en la composición y el plegado de su vestuario una resolución cercana a la del San Ramón Nonato del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sin embargo, la imagen puertorriqueña flexiona su pierna izquierda, a diferencia de la sevillana, y el santo mercedario presenta un movimiento más dinámico en los paños, propio del último periodo artístico de Mesa. Asimismo, la cabeza del santo dominico presenta, en detalles formales como el gubiado de los bucles que conforman su cabellera, las orejas y la morfología de su rostro imberbe y juvenil de fuerte mentón, relación con los simulacros de San Juan de Sahagún del templo conventual de San Agustín en Montilla (Córdoba) y de San Antonio de Padua de la Ermita de Setefilla localizada en Lora del Río (Sevilla), ambas obras atribuidas con mucha coherencia a Mesa. No hemos podido investigar más a fondo sobre esta última escultura de San Vicente Ferrer que conocemos de hace poco tiempo a través de fotografías de no muy buena calidad encontradas en Internet. La publicamos con la intención de que estudiosos del arte sevillano y americano puedan aportar más datos al respecto. El arte colonial del Caribe Hispano, tanto del isleño como del continental, ha sido poco estudiado y valorado, por lo que se encuentra en grave peligro, bien sea porque por culpa del clima presenta un gran deterioro o porque su poco estudio y conocimiento lo convierte en fácil presa de los traficantes ilegales de arte. Todavía queda una pequeña, pero muy significativa muestra, del otrora rico patrimonio artístico localizado en iglesias y ermitas de poblaciones de esa gran región, que está conformada por varios países (Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, etcétera), los cuales en su mayoría atraviesan agudas crisis políticas, sociales y económicas, situación lamentable que agrava aún más las posibilidades de conservación de un patrimonio en gran medida desconocido. |
FUENTES DÁVILA, Arturo V. "La escultura del siglo XVII en San Juan de Puerto Rico", en Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, n º 29, año VIII, San Juan de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1965, pp. 25-30. EXPÓSITO, Daniel. "El Cristo de la Ilustre Cofradía del Crucificado y Santa Rosa de Lima: Una posible obra de Roque de Balduque en San Juan de Puerto Rico", en Visión Doble, Universidad de Puerto Rico, 2023, p. 9. |
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