LA IMAGEN DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LA HUMILDAD Y PACIENCIA DE PUENTE GENIL.
DATOS Y APORTACIONES SOBRE LA AUTORÍA DE UNA OBRA NOTORIA

Jesús María Ruiz Carrasco (01/03/2016)


 

 
 
Jesús de la Humildad y Paciencia
Fotografía: Belén García Pérez

 

La imagen del "Señor de la Humildad" representa una de las mayores cotas de belleza y calidad artística del elenco escultórico que ostenta la villa de Puente Genil (Córdoba), así como una de las que más incertidumbres origina sobre su autoría. Los únicos datos que conocemos a ciencia cierta sobre el origen de la efigie es su llegada a la "Puente de Don Gonzalo" desde el convento de carmelitas descalzas de San José de Sevilla gracias a la iniciativa de la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Teresa de Jesús (1), quien fue enviada a la nueva sede de la misma orden en la localidad pontana, bendecida el 26 de Noviembre de 1705. Según cuenta la tradición, la religiosa, apesadumbrada por el viaje y el abandono de su convento de origen el 19 de Noviembre de 1706, encontró consuelo en una talla del Señor de la Humildad y Paciencia del convento sevillano que le exclamó "llévame" (2). La imagen, que llegó a Puente Genil el día 24 de Noviembre de dicho año, estuvo ubicada en un lugar por determinar en la comunidad carmelita hasta su clausura en 1720 por motivos que aún desconocemos y trasladada a la desaparecida ermita de la Caridad hasta finales del siglo XIX, cuando fue llevada a su actual emplazamiento (3).

Una vez especificadas las fechas y desarrolladas las circunstancias del traslado de la imagen del "Señor de la Humildad" de Sevilla a Puente Genil, conviene llevar a cabo un pequeño estado de la cuestión acerca de su autoría. Si bien Pérez de Siles y Aguilar y Cano señalaron el mérito de la efigie sagrada que nos ocupa (4), fue en la década de los ochenta del siglo XX cuando Jesús Rivas Carmona situó la imagen "muy a finales del siglo XVII" y "en el círculo de Pedro Roldán" (5). En el ocaso de esta década, Alberto Villar Movellán matizó la anterior atribución especificando que podía ser una obra realizada durante la última década del siglo XVII o en el marco de los primeros seis años del siglo XVIII, vinculándola con seguidores de Roldán, no con artistas directamente relacionados con este maestro (6). Por último, y aceptando la atribución de Rivas Carmona, en el año 2006 Juan Ortega Chacón comparó la imagen del Señor de la Humildad con obras realizadas por Roldán y por el escultor flamenco José Aaerts (7) -españolizado como “José de Arce”- quien llega a Sevilla en 1636 (8). A pesar de las variables ofrecidas por Villar Movellán y Ortega Chacón conviene señalar que la atribución de esta imagen al obrador de Pedro Roldán está ampliamente aceptada y difundida. Una afirmación que necesita de una revisión rigurosa.

Es indudable que la imagen fue realizada con anterioridad al año 1706 -cuando llegó a Puente Genil- por un taller sevillano. Sin embargo, desconocemos tanto la cronología de su hechura, como el comitente y el artista responsables de la misma. Todo ello nos da como resultado una enorme cantidad de variables, ya sea por el numeroso elenco de talleres de escultura afincados en Sevilla a lo largo del siglo XVII, por los diferentes artistas que trabajaron para el convento sevillano de San José, como por las numerosas referencias a imágenes a las que la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Teresa de Jesús profesaba enorme devoción, según su biografía. A todo eso unimos que la imagen del "Señor de la Humildad" ha sido modificada en varios aspectos de su morfología a lo largo del tiempo -especialmente en el siglo XVIII-, lo que nos dificulta un estudio formal sobre la propia imagen. A pesar de ello, los distintos indicios nos llevan a formular una hipótesis -con sus distintas variables-, a cuya defensa y exposición procedemos a continuación.

 

 
 
Jesús de la Humildad y Paciencia. Dorso
Fotografía: Belén García Pérez

 

Dadas las lagunas historiográficas, nos vemos en la obligación de tomar a la propia obra como la fuente más relevante de este trabajo, de ahí que sea de máxima importancia el estudio formal de la misma, aceptando inicialmente las atribuciones formuladas sobre ésta. La mayestática imagen del "Señor de la Humildad" nos muestra a Cristo sentado sobre una roca en el instante anterior al momento de la crucifixión (9), en actitud serena, reflexiva, compungida y de dolor contenido. Esta figura, cuyo cuerpo "muestra una poderosa anatomía, aunque no tratada minuciosamente, salvo manos y pies" (10), corresponde con las obras de Pedro Roldán, quien se caracterizaba por el modelado suave con el que las concebía. Una anatomía sutilmente esbozada -salvo las detalladas heridas de la espalda- que armoniza con la dulzura y la expresión de hondo pesar del rostro de la imagen. Podríamos describir dicha faz como suave en el modelado de los pómulos, la nariz y la frente; de ojos almendrados realizados en cristal, a los que se les añade pestañas postizas; y con una barba bífida minuciosamente detallada a base de la figuración de rizos, adaptados en el lado derecho del rostro al acercamiento de la mano, que contacta con la mejilla. Un semblante que queda enmarcado por la incorporación de una larga cabellera realizada a base de marcados y largos golpes de gubia que concluyen en ondulados rizos situados en el dorso de la figura.

Aunque se han señalado algunos aspectos que coinciden con la atribución al maestro Pedro Roldán, existen varios elementos claramente discordantes con la obra de este escultor. Su producción se caracteriza por un "patetismo mesurado" (11), una concepción de la escultura sacra donde la sutileza entronca con la idea de la imagen como devoción, y la teatralidad de sus composiciones; dando lugar a la persuasión y al efectismo propiamente barrocos. La piedad y la devoción transmitida por la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia son incuestionables. Sin embargo, no surge de una concepción teatral, sofisticada o efectista de la representación; sino de la dulzura, la naturalidad, la rotundidad; la elegancia, la humanidad, la quietud, la veracidad y el sentimiento hondo que evoca al contemplarla. Las imágenes de Roldán siempre irradian una sensación de teatralidad y de movimiento, tal como podemos comprobar en la representación del Santo Entierro que preside la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla, las imágenes de Cristo atado a la columna de la parroquia de San Juan Bautista de la Orotava (Tenerife) y la iglesia de Santiago de Lucena o el Cristo del Perdón de la parroquia de Santa María la Coronada de Medina Sidonia. En contraposición, el "Señor de la Humildad" de Puente Genil se caracteriza por su majestuosa quietud, su rotunda anatomía y su serena dulzura, que no expresa dolor, sino que idealiza con naturalidad el sufrimiento infligido momentos antes de la escena que representa. Diferencias que podemos certificar comparando la imagen pontana con otra de Pedro Roldán representativa del mismo tema iconográfico, concretamente la de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de Constantina (anterior a 1667), obra de segura atribución al referido maestro sevillano (12).

 

 
 
Comparativa entre las imágenes de Nuestro Padre Jesús de la
Humildad y Paciencia de Puente Genil y de Constantina

 

Continuando con el desarrollo del estudio formal, conviene señalar que la imperturbabilidad de la figura de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia deriva de un naturalismo idealizado proveniente de la antigüedad clásica y característico de la escultura sevillana de los primeros compases del siglo XVII.

Si bien hemos contrapuesto el concepto escultórico barroquizante de Pedro Roldán con la obra pontana, también hay que señalar las diferencias técnicas de la talla. Aunque la razón de ser de las imágenes realizadas en la escuela sevillana es la elegancia y la belleza divinizada, con la llegada del efectismo barroco de mediados del siglo XVII no sólo cambia la idea de concebir la escultura, sino también la forma de llevarla a cabo. Durante la segunda mitad del siglo XVII, Pedro Roldán toma la elegancia de los rostros de maestros sevillanos de la primera mitad de la centuria -como Juan Martínez Montañés o Juan de Mesa- pero, al contrario de éstos, se caracteriza por esbozar los cabellos de sus obras mediante amplios golpes de gubia, que igualmente se observan también en los pliegues de los ropajes (13).

Contrariamente a lo que las obras de Roldán nos muestran, la representación del pelo de la imagen pontana aparece esmeradamente detallada, tanto en los individualizados y marcados rizos de la barba -que se ensancha y se define en mayor medida a la altura del maxilar inferior- como en los pormenorizados mechones del cabello. Por todo ello, ni la forma de concebir la imagen ni la ejecución de la misma corresponden con la concepción barroca de Roldán, sino más bien con el sentido clasicista y naturalista de la escultura sevillana que precede a la obra de este escultor, correspondiente al primer tercio del siglo XVII (14).

 

 
 
Perfil del rostro del "Señor de la Humildad" (Puente Genil)
Fotografía: Belén García Pérez

 

En paralelo al análisis referente a la concepción y a la talla de la imagen del "Señor de la Humildad", conviene señalar ciertos aspectos relacionados con el acabado final de la efigie. Si bien la policromía actual de la escultura no corresponde con los preceptos propios del período en el que se pretende situar en este texto, el informe de la restauración realizada en el año 2001 refleja la existencia de una primitiva capa de pintura que precede a la conservada en la actualidad, probablemente añadida a mediados del siglo XVIII (15).

Según el citado informe, el estrato pictórico original se compondría de "tonos cerúleos de extremada palidez provocada por la abundancia de pigmentos blanco y rosado con una aportación considerable de azul en detrimento de los tonos ocres y tierras" (16). Esta descripción corresponde con el tipo de policromía empleada en aquellas obras realizadas durante el primer tercio del siglo XVII, aunque faltaría por esclarecer si el barniz usado para completar la policromía de la imagen le otorgaba brillo a la misma.

Como parecen indicar los restos de la policromía original conservados en la bragadura de la imagen, la encarnadura de la talla del "Señor de la Humildad" fue acabada mediante el empleo de una capa de barniz mate, lo que confirmaría en gran medida la hipótesis barajada en este texto. Fundamentalmente, porque las obras realizadas durante el periodo naturalista del primer tercio del siglo XVII siguen los principios de la realidad, puesto que la piel no brilla (17).

En relación al aspecto actual de la imagen también cabe destacar la presencia de ojos de cristal para otorgarle un mayor impacto visual al rostro, una característica impropia de las tallas del periodo naturalista al que nos hemos referido con anterioridad. Sin embargo, el hecho de que la imagen ostente en la actualidad una policromía del siglo XVIII posterior a la original, nos indicaría que dicha capa de pintura formaría parte de una reforma integral de la imagen en la que también se llevó a cabo la introducción de ojos cristalinos, adaptándola al gusto barroco efectista propio de la estética de este periodo (18).

Junto a las tonalidades empleadas en la policromía original, las modificaciones ejercidas sobre la imagen durante el siglo XVIII avalarían la hipótesis formulada en este texto. Si la obra hubiera sido realizada a finales del siglo XVII o en los seis primeros años del siglo XVIII su aspecto habría correspondido a los preceptos de un barroco más avanzado, sin necesidad de llevar a cabo posteriormente las referidas modificaciones estéticas.

 

 
 
Detalle de la parte interior de la pierna del "Señor de la Humildad" (Puente Genil) que evidencia los restos de la policromía original. Fotografía: Jesús María Ruiz García.

 

Por último, conviene señalar algunos datos que posibilitarían el esclarecimiento de la situación original y la procedencia de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia. Como aseguró Ortega Chacón, la hipótesis de que estuviera dedicada al culto interno del Convento de San José de Sevilla es difícilmente refutable (19), puesto que de no ser así no hubiera existido la posibilidad de que se trasladara a Puente Genil (20), dado el vínculo que ésta tendría con la feligresía. Sin embargo, desconocemos si la talla del "Señor de la Humildad" fue encargada para el convento con anterioridad a que la V. M. Gregoria Francisca tomara el hábito el 23 de Abril de 1669, aunque sí sabemos que donó una imagen -o exvoto- portátil de Cristo pintada en óleo sobre cobre (21). Por tanto, descartamos que la efigie del "Humilde" fuera realizada como donación a raíz del ingreso de la religiosa en la orden, así como que estuviera localizada inicialmente en el domicilio particular de su familia. Difícilmente se encargaban esculturas de tamaño natural para ser veneradas en domicilios particulares, motivo por el que en ningún momento de la biografía se cita su existencia en la residencia de la V. M. Gregoria Francisca. Si fue encargada con posterioridad por la citada familia como donación al convento, dada su constante relación con el mismo, es algo que desconocemos, pero se entiende como poco probable.

Por otro lado, podemos constatar cómo la tradicional devoción de la referida orden religiosa por la iconografía de "Jesús de la Humildad y Paciencia" es muy significativa (22). En la actualidad el convento cuenta con una imagen escultórica de pequeño formato y un óleo sobre lienzo que corresponden con esta iconografía, lo que nos invita a pensar que estuvo arraigada en la comunidad conventual desde sus inicios. Teniendo en cuenta que el convento fue emplazado en su ubicación actual en 1586 -finalizando la construcción de la iglesia en 1616- y que existen importantes esculturas de las dos primeras décadas del siglo XVII en el mismo (23), no hay datos históricos que nos impidan encuadrar la hechura del "Señor de la Humildad" en el primer tercio del siglo XVII. Incluso en el texto biográfico que sobre la V. M. publicó Diego de Torres Villarroel se especifica que la religiosa sentía un "singularísimo gozo" al contemplar "una efigie de Cristo Nuestro Señor azotado" que le decía "mírame", al igual que otra imagen "con la cabeza inclinada" (24). Si bien la segunda de estas obras ha sido identificada con el Ecce Homo "de papelón" (25) situado en la actualidad en el coro bajo, la efigie de Cristo azotado podría corresponder con la del "Señor de la Humildad" de Puente Genil. Este aspecto certificaría la hipótesis que centra este texto, puesto que legitimaría que la efigie que centra este estudio perteneciera al convento desde su origen y fuera realizada con anterioridad al ingreso de la V. M. Gregoria Francisca.

 

 
 
Jesús de la Humildad y Paciencia

 

A pesar de que no podemos descifrar el autor de la imagen, ya que sus rasgos estilísticos y morfológicos no aseguran claramente su filiación a los talleres más conocidos, sí podemos asegurar con rotundidad que el "Señor de la Humildad" no pertenece a la producción de Pedro Roldán ni a su círculo, dadas sus características formales. Excepcionalmente podríamos considerar la posibilidad de que la imagen fuera realizada por un artista ajeno a la influencia de Pedro Roldán, en torno a 1700, si se diera una particularidad muy poco común: que estuviera basada en una talla del primer tercio del siglo XVII por expreso deseo del comitente o del autor; teniendo en cuenta que si la situáramos en los albores del siglo XVIII podríamos calificarla como arcaizante.

Sin excluir esta última posibilidad propuesta y tras el análisis formulado en este texto, se puede estimar que Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia es probable obra del primer tercio del siglo XVII. Posiblemente de un maestro formado a finales de la centuria anterior, o durante la transición entre ambos siglos, puesto que sus rasgos formales hacen referencia a cánones previos a los propuestos por Martínez Montañés, predominantes en el periodo al que se adscribe la citada imagen en este artículo. El marco cronológico establecido en esta nueva atribución otorga un mayor valor histórico a la imagen, así como un indicio notable para la búsqueda del autor y el año concreto de su realización, de cuya evidencia esperemos disponer lo antes posible.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) TORRES VILLARROEL, Diego de: Vida Exemplar, virtudes heroicas, y singulares recibos de la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Theresa, carmelita descalza del convento de Sevilla: En el siglo Doña Gregoria Francisca de la Parra y Queinoge. Tomo II. Salamanca, 1752, p. 117.

(2) Haciéndose eco del relato de Torres Villarroel, este suceso aparece recogido en PÉREZ SILES, Agustín y AGUILAR Y CANO, Antonio: Apuntes históricos de la villa de Puente Genil. Sevilla, 1874, p. 341.

(3) Distintos emplazamientos de la imagen recogidos en RIVAS CARMONA, Jesús: "El Señor de la Humildad y sus casas en Puente Genil", en Con la mano en la Mejilla. En los trescientos años de la llegada del Señor de la Humildad. 1706-2006. Madrid, 2008, pp. 111-113.

(4) PÉREZ SILES, Agustín y AGUILAR Y CANO, Antonio: Op. Cit., p. 341.

(5) RIVAS CARMONA, Jesús: Puente Genil Monumental. Anzur, Puente Genil, 1982, p. 77.

(6) VILLAR MOVELLÁN, Alberto: Las escuelas del Barroco y la imaginería de Puente Genil. Cátedra de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, Córdoba, 1989, p. 86.

(7) ORTEGA CHACÓN, Juan: "La V. M. Gregoria Francisca de Santa Teresa de Jesús y el Señor de la Humildad", en Con la mano en la Mejilla. En los trescientos años de la llegada del Señor de la Humildad. 1706-2006. Madrid, 2008, pp. 100-105.

(8) Tanto el nombre de "Jose Aaerts" -según firma el propio artista- como algunos datos biográficos aparecen contenidos en QUILES, Fernando: "De Flandes a Sevilla. El viaje sin retorno de José de Arce (c. 1607-1666)", Laboratorio de Arte, nº 16, 2003, p. 136.

(9) Una iconografía que surge en la Baja Edad Media al calor de la necesidad de humanizar la figura de Cristo y bajo el amparo de San Buenaventura, San Francisco de Asís y San Bernardo. Véase PLAZAOLA, Juan: “Jesucristo en el Arte”, en El hijo del hombre. El rostro de Jesucristo en el Arte. Edice, Madrid, 1998, p. 37.

(10) Como señaló RIVAS CARMONA, Jesús: Op. Cit., p. 77.  

(11) Término empleado en la descripción del estilo de Pedro Roldán por BERNALES BALLESTEROS, Jorge: Pedro Roldán. Maestro de escultura (1624-1699). Diputación de Sevilla, Sevilla, 1973, pp. 44-47.

(12) Atribución formulada gracias a información documentada, apoyada en el estudio formal de la imagen, por RODA PEÑA, José: Pedro Roldán escultor. 1624-1699. Arcolibros, Madrid, 2012, p. 335.

(13) También se ha remarcado la intensidad del movimiento de las imágenes de Roldán, que concuerda conceptualmente con el efectismo de su ejecución. Tal y como asegura MARTÍN GONZALEZ, Juan José: Escultura Barroca en España. 1600-1770. Cátedra, Madrid, 1991, p. 170.

(14) No estaríamos ante el primer caso de obras tradicionalmente vinculadas con el círculo de Pedro Roldán que al ser nuevamente estudiadas se han situado cronológicamente en el primer tercio del siglo XVII, como es el caso de la imagen del Nazareno de la Salud de la Hermandad de la Candelaria de Sevilla. Véase RODA PEÑA, José: "Significación historiográfica y artística del Nazareno de la Salud, de la Hermandad de la Candelaria", Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 636, 2012, pp. 92-94.

(15) Una policromía actual que se mantuvo dada su calidad y el mal estado en el que se encontraba la original, tal como asegura el informe de la restauración contenido en HERRERÍA GÓMEZ, Carlos y MONTESIONES MORENO, José: "Proceso de conservación y restauración del Señor de la Humildad y Paciencia", en Con la mano en la Mejilla. En los trescientos años de la llegada del Señor de la Humildad. 1706-2006. Madrid, 2008, pp. 187-200.

(16) Ibídem, p. 190.

(17) Francisco Pacheco, policromador de algunas de las obras más relevantes de la producción de Juan Martínez Montañés, maestro de insignes pintores como Diego Velázquez o Alonso Cano y notable tratadista del "Siglo de oro" español, marcó las pautas del arte de policromar las imágenes religiosas durante el primer tercio del siglo XVII. Al respecto Pacheco afirmaba. "Quiso Dios por su misericordia desterrar del mundo estos platos vidriados, y que con mejor luz y acuerdo se introdujesen las encarnaciones mates, como pintura más natural, y que se deja retocar varias veces, y hacer de ella los primores que vemos hoy". PACHECO, Francisco: Arte de la Pintura, su antigüedad y grandezas. Tomo I. Sevilla, 1649, p. 97.

(18) Según se aprecia en el proceso de restauración. La utilización de los ojos de cristal es un recurso ampliamente divulgado durante el siglo XVIII en el ámbito andaluz. Véase GAÑÁN MEDINA, Constantino: Técnicas y evolución de la imaginería polícroma en Sevilla. Universidad de Sevilla, Sevilla, 1999, p. 230.

(19) ORTEGA CHACÓN, Juan: Op. Cit., p, 69.

(20) En el texto biográfico de Diego Torres Villarroel sobre la V. M. se especifica que "suplicó a la Prelada y a la Comunidad que le permitiesen llevar consigo aquella Soberana Imagen" para traerla a Puente Genil, lo que podría acercar el encargo de la Imagen al ámbito de la congregación y no a la iniciativa personal de la Venerable Madre. TORRES VILLARROEL, Diego de: Vida Exemplar, virtudes heroicas, y singulares... Tomo II. Op. Cit., p. 117.

(21) Ante la cual realizó sus cuatro votos, donada a la V. M. para dicha efeméride por Luis Bernardo Jalón y donada al convento, en el cual permaneció según TORRES VILLARROEL, Diego de: Vida Exemplar, virtudes heroicas, y singulares recibos de la Venerable Madre Gregoria Francisca de Santa Theresa, carmelita descalza del convento de Sevilla: En el siglo Doña Gregoria Francisca de la Parra y Queinoge. Tomo I. Salamanca, 1752, pp. 73,74 y 115.

(22) Dicha devoción no parece casual, pues según Santa Teresa de Jesús -fundadora de la orden y del convento que nos ocupa- la verdadera espiritual “no es la que gime mucho y suspira a menudo (…) sino la que tiene más humildad, paciencia, obediencia y resignación”. SAN JOSÉ, Antonio de: Cartas de Santa Teresa de Jesús, madre y fundadora de la reforma de orden de Nuestra Señora del Carmen, de la primitiva observancia. Tomo II. Madrid, 1793, p. 66.

(23) Como la Inmaculada Concepción realizada en 1610 por el imaginero Juan de Mesa y Velasco y el San José con el niño atribuido a este artista cordobés y situado cronológicamente en el citado año. AA.VV.: Juan de Mesa. Tartessos, Sevilla, 2006, pp. 136 y 316.

(24) Literalmente: "otra efigie de Cristo Nuestro Señor azotado, dice, que le apareció, que fijando los ojos en ella le decía: Mírame. (...) En el Coro bajo del convento está también una imagen de Cristo que tiene inclinada la Cabeza". TORRES VILLARROEL, Diego de: Vida Exemplar, virtudes heroicas, y singulares... Tomo I. Op. Cit., pp. 210 y 211.

(25) Correspondiendo la técnica "de papelón" a aquellas imágenes realizadas mediante el uso de papel, tela encolada, pelo natural, ojos de vidrio, base de madera, aparejos y policromía al óleo generalmente. Una identificación del citado Ecce Homo con el existente contenida en ORTEGA CHACÓN, Juan: Op. Cit., p. 70.  

 

Nota de La Hornacina: Jesús María Ruiz Carrasco es Historiador del Arte. El presente artículo fue publicado, con ciertas modificaciones, en Revista Semana Santa de Puente Genil 2016 -correspondiente a la publicación que la Agrupación de Cofradías de dicho municipio lleva a cabo anualmente- como "Nuevas aportaciones sobre la autoría de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia".

 

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